Page 61 - RC_1967_02_N77

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novedad, hiciClon sus plepolotivos palo la defenso: formOlon en la plozo una trinchela cuadrado con catorce cañones y seis pedleros Otlas tontos compa– ñías de caballería fueron emboscadas para atacar la re· tClguardia y los muebles pleciosos se escondieron en sitios segulos Uno de los españoles, por desgracia,

CC1YÓ en manos de los enemigos que, enterados de todo lo lefelido, acelelaron su marcha.

HAI aproximarse ti la ciudad -continúa Squier– se dieron cuenta de que se sabía que llegaban, y vie– ron fo que De LusscIM dei6 escrito: Dos barcos en el Lago de Nicaragua, cargados con los haberes de 105

habitantes que huían. Siguieron aproximimdose con

más cautela y al hacer prisionero a un hombre averi– guaron que aún quedaba en la ciudad una parte de sus rnoradores, atrim:herados en la Plaza MaYal, fortifi– coda con c"tolce caÍlones y seis pedreros. Esta infor– Inuci6n, continúa el fidedigno De Lussan, habría sin duda aterrorizada a cualquieJ otros, pero no a los bu– canalOS; y no demor6 ello un minuto nuestro plan, ni tampoco fue un obstélCulo A eso de Ic;s dos de la

twele uel mismo díCI llegamos a la ciucltJd, en una de

cuyC1:; boc{Acal1es choccunos con un fuerte retén embos–

cnúo, que, tros unet hora de lucha, cayó ante la furia

de nuestro empuje, y pasamos sobre sus cad6veres con

la sola pérdida de U:'IO de 105 nuestros Y luego en·

tramos en la ciudod donde CSlleramos noticias de varios compuñaros o cluienes se había destcl«1do en misión do flclllqueo 01 fin ele examinar un fuerte que hClbíC1lnos visto sobre nuestra calle de entrada Hecho el recono~

cimie¡1to y el plan de atclque con precisión militar, los buconoros se animaron mutuamente para luchar con valor, y se lanzaron

(1 paso de carga al ataque. Al llegar (t tiro de cetfión del fuerte recibieron la primera descarga y luego otras, pero ti todas ellas las fueron saludando agachándose hasta el suelo, lo cual quiere decir que las balas pasaban por encima sin causarles ningún daño Pero ti esta estratagemtl los españo– les respondieron con la de hacer primero como que sol– tahan la descarga para después dejarla ir de veras, cuando los piratas se enderazaban. Los bucaneros en– seguida irrumpieron dentro de las casas, perforando luego sus paredes pura acercarse al fuerte poco a po– co Al fin llegaron lo suficientemente cerca para po– der utilizar sus armas de fuego y granados de mano, y teniendo más gente que los defensores -y sobre todQ más agusrrida- lograron tomar el fuerte. De parte de los piratas murieron cuatro y ocho salieron heridos, lo que Dc Lussan comenta así: Fué por cierto una victo– ria muy barata."

Bancroft aseguta que los piratas al saquear Gra– nado no descuidaron \0 religión porque al clíC,l siguien– te de habétsela posesionCldo, cantCllon con toda leve· lenciCI un Te Deum en la iglesia mayor, o seCl, en lo iglesia parroquial Squiel, basado en De lussan, dice que ademós de cantar el Te Caum piadasClmente opas· taron centinelas y organizOIon el Tribunol de Honor 110

que probablemente era una especie de cargo para cui– dar 10 saqueado) en las casas principales, y luego, aña– de, salieron a caza del botín Pero su victoria fue in– fructuosa; sólo juntaron, al decir de De lussan, "unas pocas mercaderías y algunas provisione~" Inmediata– mente, al verse fracasados, pi opusieron 01 vecindario su rescate, advirtiéndoles que si rehusaban quemarían sus casas los vecinos no le dieron importancia a esa ame-

ncu.. O, ya pOlque no podían reunir el dineto exigido, yo pOI que preferían vel quemados sus hogares antes de entregol por sí mismos sus caudales; el coso es que comenzó a ardel la iglesia de San Flancisco junto con

18 casas principales Nada mejor, empero, que Squiel para detallar esta opeloción, "Muy desilusionodos -es–

Cl ¡be el ministro americano sobre los bucanelos que acababan de cantal el refelÍdo Te Deum~, enviaron pan– dillas en busca de tesoros que suponían ocultos en las haciendas aledañas¡ pero hicielOn el viaje de balde, ya que reglesaron, como estampa en un latinajo· De Lussan, re infecta. A continuación tomaron a una mu–

jel que enviaron a donde estaban los españoles con lo demanda de un I escote por la ciudad amenazándolos con incendim la si no accedían Los gtanadinos no se cnnedrentaron y ni siquiem se dignoton contestar, ante lo cual los pÍl atas enfut ecrdos prendieron fuego a las casos no más que por puro despecho y venganza Los OIchivos de Gtonada que de haberse conservado ten– drícm hoy un valol incalculable, suflielon en esta inva– sión su más fuel te esh ago en comparaci6n a los sufri– dos en los antet iore.s

En su letorno los piratas pasalon por Mosoya, dOIl–

de se llevaron a un gtUpO de mujeres que violaton en Masachap" "Estando allí" (en Granada) "Jos buca– nelos -Ielata Squiel-, cansados ya de su ímploba y azaroso vida, hicieron planes pOla regresar a Europa saliendo por el lago de Nicomgua PelO, según el mis– mo nonCldOl, no había llegado aún a su término el período ue peligros y I'niSel ¡as que el destino les había deparado, y no podían aprovechar la oportunidad fa– vOloble que se les ofrecía ahora de salir de esta porte del mundo que, si bien era muy encantadora y agrada– ble para los que estclban fincados allí, no la veía tal ese puñado de aventureros sin embarcaciones, la maYOI parte del tiempo sin víveles, y errabundos entre una multitud de enemigos contra quienes se veían obligados a vivir continuamente en guardia De modo pues que lellocedieron a la costa disputando el fetreno palmo a palmo para reembarcar Reembarcdton dirigiéndose al Realejo Lo tomaron y después cayeron sobre Pueblo Viejo [hoy La Paz Centrol y Chinandega, y h"sta ilega–

I on a león Estos mismos hombres, tras OtlOS pedpe– cias en las costas del Pacífico, emprendieron una mOl· cha forzada a través del continente, desde el Golfo de ronseca hasta Cabo de GIClcias a Dios, cruzando el De· partomento de Nueva Segovia y parte de Honduras" Debe esclorecerse, por Otl a parte, que este saqueo no fue dirigido pOI el famoso pirata Pedro Nau, alias El Olonés, como dice levy y lo repite Bolaños Porque, cmota Ayón¡ este bucanero murió, según Gregoire en

su D\ccionOl \0 Enciclopédico en '66' o en 1667, como afirma Fernández Cuesta en el suyo, o sea, muchos años antes de que verificara esta invasión En realidad El Olonés murió en ese último año después de apode– IClrse y de saqueOl Maracaibo acompañado de Miguel El Vasco y 650 bucaneros más Se retiraron, dice Eros Nicola Siri, con un clecido botín que no pudieron dis– frutOl, ya que una tempestad deshizo su escuadra ha– ciendo que algunos bajeles cayeran en manos de los españoles y con ellos Miguel El Vasco que fue ahorca– do; en cuanto al Olonés la tormenta lo arrojó sobre las playas de Florida donde cayó prisionero de los caníba– les que se dieron con él y sus compañeros un sUl:ulento festín.

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