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Culturo. Progreso de un Arh~ Propicunente Norteamericano. Amplia Difusión de libros por medio de los "Paperbacks"

¿Es más o menos culta la Unión de 1960 que la de I(ls genelaciones antelioles? Creo que sobre todo su

culfUlo se tOlna más original Su mismo lenguaje, pin–

tOlesco y fuelte, incesantemente aumentado con pala·

brCls nuevas muy expresiva, da testimonio de lo vitali– dad de los espíritus Casi todos los creadores de este lengiJnie poseían una cultura eUlopeo, pelo resulta im–

posible, al leer algunas frases, no reconOCer en ellos a

nOlteamelicclnos auténticos La influencia que ejercie· Ion en los jóvenes escritores eUlopeas ha sido profun–

da

Geol ge Gel swin y Leonard Bel nstein son grandes

compositores norteamericanos. Europa gusta -e imita–

sU mezcla de jazz y música sinfónica la "comedia musical", género norteamericano, aúna cuando es per– fecta (My fair lady, Wesl Side story), una cOleografía admirablemente disciplinada con la exitaci6n dionisíaca del jau. Admíranse en el mundo entero los ballets de Jeromeo Robbins, que lenovaron el arte de lo danza En pinlura, la Segunda Guerra Mundial, al aislar al Nuevo Mundo, del Viejo, liberó un arte violento que lesponde a los instintos de los norteamericanos Com~

pran los m6viles de Cal del no por snobismo sino pOI ~

que sienten auténtico amol "POI esos objetos azules,

10jOS, plateados que gilan como el collal de un hechi– cela neglo plesa de delirio"

El lectol norteamericano necesita emociones fuel ~

tes En 1960 apatecen representadas lodas las tenden– cias literal ias Norman Mailer y John Hersey continúan

lo 1radici6n neorreolista; otros son deudores de Hemy

Jomes y Kafka La mayor parte de los besl-sellers tie-

nen cOlta vida La litelatura que perdulará no está allí En Esladas Unidos la crítica ploduce ensayos ad– mirables Las biografías y los libios de historia tienen cClsi lClOtos lectores como las novelas El profesol Schlesingel escribió un helmoso estudio sobre la época de Flanklin Delana Roosevell, el cual hall6 gran núme- •o de lectores Al público norleamericano le gusJa que se le hable de sí mismo Libros de economía política como los de Galblailh, los ensayos sociol6gicos (William H Whyte, David Riesmann, Vance Packardl hacen obra literal ia con temas científicos

los "papcrbacl(s", o libiOS encuadernados en IÚS–

ticCI ele precio ¡educido, operaron una levolución en la leclula Hasta una época muy leciente, el libro norte– arnericcmo se vendía encuadernado, impleso en exce· lcnte papel y llevaba genero/mente ilustraciones fueta de texto y por lo tonto ela COlO e inaccesible para las melsas Repentinamente (acaso pOI imitación de los Ponguin Books ingleses), una avanlcmcha de i1paper_

bdcl<s" se abati6 sobre el país los precios bajaron de cuaho o seis dólares el volumen a un d6lar, y hasta a cincuenta céntimos, al paso que las tiradas oscendían de c.lgunos millares de ejemplOles a algunos cienlos de miles

y hoy en día el upaperback", que en sus comienzos fue una novela sensual o policíaca de Ilanwtiva tapa,

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evoluciona lápidamente pqro cobla, calidad y seliedad Hoy se encuentlo en los puestos de venta de libros (news-stands) de las estaciones ferroviOl ias <:> de los aetó– di amos, en las drugstores, a Platon y Tocqueville, a

Bolzac y Tolstoi, a Melville y Henry James, así como nume.osas obras de ciencicl e histol ia Por una suma ínfima, la CUItUIO está al alconce de todos los espíritus Es éste un fenómeno de impol tancia capital Por lo de– más, también se dCl en Rusia En ambos países se han hecho posibles tiladas de medio, uno o dos millones de ejemplares de oblOs calificadas Sin duda, este mótodo es preferible al antiguo, que convel tía al libro en obje– ta de lu¡o Sin embOlgo. la biblioteca pública continúa desempeñando su papel Permite al lector encontrar to–

dos los libIOS y decidir sable cuáles desea posee!. POl– que ei hecho de que los más pobres tengan su bibliote– ca particular es de impoltencio capital El lector sólo conoce bien los libios que le pertenecen y que puede leleer

"It should be added, for perspective, that despite

their astronomic sales, paperbacks are bought by 50–

me'hing less 'han ten per cen' of the American popula–

tion...

H (Es preciso añadh, palO conserval una justa pelspectivQ, que a pesar de sus ventas ashonómicas sólo un 10% del público nOlteamelicano compra libro~

de bolsilla) (1) Es evidente que no todas las habitantes de las Estados Unidos leen CI Slendhal y Platón La ma–

Yal parte de los ciudadcmos no pasan los ratos de ocio leyendo, sino escuchando lCIdio o hente al apclra10 de televisión Ahora bien, la radio y la televisión son co– melciales y dependen, pora su financiación, de los onun– ciadoles que desean el maYal público posible No se diligen tanlo al 10% que lee cama al 90% que no lee, así como a quienes les agradan las histOI ias de

clÍmenes pasionales, los chistes triviales y grosetos y

cuyos héloes son luminadas del cine o jugadores de beisbol Pata la ladio y la televisión norteamericanas constituye un glan peligro la obligación de cortar una y otra vez un texto --así corno las emociones que po– dtÍa suscitar- pena elogiO! publicitatiamente a un ¡a– bón o un postre o un papel higiénico Hechas estas objeciones, lo cielto es que Jo ladio y la felevisión ejel– cen una acción positiva en la cultUI a llevan a hogares que antes estaban aislados de lo vida exterior, imáge– nes, noticias y un vocabulario. IIActually, 'he movies and jazz, radio and television the paperbacks and the spec– tacle arts, have reinforced one -another, because their vitality is contagious ratller thc:m sterilizil\g..." (En rea– lidad, ei cine y el jaz<, ia

I Cldio y la televisi6n, las libros baratos y los espectáculos se leforzOIon unos a atlas pOlque su vitalidad se contagia en vez de esterilizor)

Los Estados Unidos desempeñaton un impoltante papel en los comienzos del cine Dieron al mundo al tis– tas originales como Charles Chaplin y Wall Disney En 1960 parecen senli. la penosa necesidad de producÍl pe– Jicules espectaculares, de costo monstl uoso (Ben Hur, Los Diez Mandamientos), palo difelenciarse de la televi– sión y, asimismo, por el c6digo rígido de Hollywood que proscribe las audacias motales o sensuales Y el público va a buscal en las salas oscuras aquello que no encuentla en la vida Por eso Catre

(1 ver con placer las películas europeas, liberadas de los ligol es del có·

1) Max Lel"nel'

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