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DE UN CIRUJANO NICARAGUENSE
AUTOBIOGRAFlA
Ofrecemos al público la presente auto– biografía de uno de los pioneros de la Medicina
y Cirugía modernas en nueSJtro país. Su im– portancia se notará en las observaciones que hace sobre la opinión del público en materia médica y quirúrgica. Sin embargo, ese públi– co paciente ya había sido adelantado por otros dos eminentes médicos granadinos cuyo pres– tigio se prolongó mucho tiempo después de sus muertes. Fueron ellos, los doctores Juan Ignacio UI'techo y Francisco Alvarez, todavía reconlados. Estos apuntes biográficos aun– que breves revelan el esfuerzo de un médico luchando con el ambiente y la capacidad hu– mana de un profesional rtriunfando en un me– dio de cultura semi-rural.
El ambiente en el que lucharon Urtecho, Alvarez y Martínez, se puede apreciar a gran– des rasgos en las siguientes observaciones del Dr. Jmm José-Martínez:
G EL CIRUJANO TENIA QUE LLEVAR SUS INSTRUMEN– TOS Y TODO LO NECESARIO.
8 PROPONERLE A UN ENFERMO POR POBRE QUE FUE– RA, MANDARLO AL HOSPITAL ERA TOMADO COMO UN INSULTO, Y CONTESTABAN: PREFIERO MORIRME ANTES DE CONSENTIR.
• NO HABlA MODO QUE LAS MUJERES PERMITIERAN UN EXAMEN DEL CORAZON O DE lOS PULMONES CON LA PIEL DESCUBlERTA, COMO ES INDISPENSA– BLE PARA om BIEN,
&! LAS INYECCIONES HIPODERMICAS EN LOS BRAZOS, PIERNAS O CADERAS, HAIlIA QUE HACERLAS POR UN OJAL QUE LE ABRIAN A LA ROPA. UN PUDOR EXAGERADO.
• LOS ENFERMOS LE TENIAN MIEDO A LA VENTILA– CION, A LA LUZ SOLAR Y AL ASEO...
e El VULGO DIVIDIA LAS MEDICINAS, LAS FRUTAS Y LOS ALIMENTOS EN GENERAL ENTRE CALIENTES Y HELADOS.
e LOS PARTOS ERAN ASISTIDOS POR COMADRONAS IGNORANTES CON ROPA SUCIA, MANOS SIN LAVAR Y FUMANDO. LAS MUJERES NO PERMITIAN ASIS– TENCIA MEDICA.
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PROLOGO
En Sepiiembte de 1889 llegué a Nicaragua, e in– troduje inmediatamente la Asepsia y la Antisepsia en una operación, y divulgué este sistema moderno por la
prensa, practicando en seguida op",raciones de alta cirugía, especialmente abdominales
Considero que el mayor beneficio que pude traer
a mi paí's del extranjero fue el sistema de la Asepsia y
la Antisepsia
Encontré el mayor atraso en todo lo relacionado
Con la medicina y especialmente con la cirugía
El Hospital viejo de San Juan de Dios daba asco
Carecía de lo m6s indispensable Las operaciones se plOcticoban en un corredor El cirujano tenía que lle– var sus instlUmentos y todo lo necesario.
Para practicor rni primera Ovariotornía acondicio–
né un cuarto en el Hospital lo mejor posible
Proponer/e a un enfermo por pobre que fuera, mandar/o 01 Hospítal, era tomado muy a mal
Proponer/e a una mujer un examen ginecológico
era tomado como un insulto, y contestaban' prefiero
mor;rmé antes de consentir
No había modo que las mujeres permitieran un
examen del corazón o de los oulmones con la oiel des–
cubierta, como es indispensahle pora o;, bien:
Las inyecciones hipodérmicas en los brazos, pier– nas o caderas, había que hacer/as por un ojal que le abrían o lo ropa Un pudor exagerado.
Había horror por las operaciones ql,Jirúrgicas, y
en eso tenían razón, porque la mortalidad era muy grande cuando no se practicaban por el método mo– derno de la Asepsia y Antisepsia
Los enfermos le tenían miedo a la ventilación, a la luz solar y al asea. Había que combatir con mu–
cha energía y constancia todas esas ideas erradas, lo
que fue una verdadera lucha.
El vulgo dividía las medicinas, las frutas y los ali–
mentos en general entre calientes y helados.
Los partos eran asistidos por comadronas igno–
rantes con ropa sucia, manos sin lavarse y fumando Las mujeres no permitían asistencia médica
Tras l,Jna lucha muy tenaz para instrl,Jir1as de los
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