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en ese tiempo. Ero el duodécimo que ocupaba lo silla Episcopal, olió por los años 1620 o ló29, año en que falleció en león Era hombre emprendedor, progresista, infatigable en el cumplimiento de sus sagrados deberes,. procurando siempre el biÉm de sus diocesanos y el enal– tecimiento de la Religión que tan dignamente represen– taba

1624

No pareciéndole suficiente apropiodos los templos de león poro montener el rongo de Sede Episcopol, se

p~opuso construir la hermosa catedral que es hoy e\

Ql–

gUllo y principal ornomento de la vieio metrópoli, obte– niendo del monarco espoñol la orgonizoción del olto clero, indispensable para las funciones ierárquica~/' como los puestos de Deán y Arcediano, nombramientos que

recayeron en los doctores don Francis.co Berrío y don"

Pedro de Aguirre. Seguidamente Su Sontidgd hizo el

nombramiento de curas y Sacristán Mayor, como co.m– plemento para celebrar dignamente, y, por primera vez,

los oficios divinos en lo nueva Cotedral (año 1ó24-- Ayón). . Se ocupó luego de emprender obras de caridad, con aquella energía, con aquello fe y altruismo de que hobio dado pruebas ton brilalntes en el ejercicio de su sagrado ministerio, fundado en León los hospitoles de Santa Cotarina y Son Juan de Dios; y los tres mil escu– dos que le habia dado el Rey poro establecer el cole, gio de iesuitos, los destinó o la edificación de lo Igle– sia de Guadalupe y el Hospital de San Juan de Dios, de Granado (Ayón)

SU PRIMER ASIENTO

y es curioso lo disposición del Ilustrísimo Señor Valfodano, al ordenar que éste debía ser constlUído en la porte central de la ciudad, como en efecto se hizo, edificóndolo riada menos que a orillas de lo entonces plazo de armas, hoy Porque de Colón, continuando su frente sobre la Calle Real El cura de la ciudad, el Sín–

dico Municipal, el médico-cirujano y dos vecinos "hon–

rados y propietarios del lugar, mayores de veinticinco años y ciudadanos en ejercicio de sus derechos", eran los que ~omponía~ la directiva que tenía a su cargo el mantenimiento y vigilancia del establecimiento, y I~ que ahora lleva el nombre de Junta de Beneficencia

. Como era natVlae estos centlOs c;le caridad se re-gían par las leyes y disposiciones de igual índale,fun– dadas en España, tendientes a reglamentar el régimen y discipHna, a la formo de los requisitos que debían llenarse pata la admisión de enfermos y men9igos, y a la creación de fondos para el sostenimiento de estos centlos de caridad ' Por la extraña disposición de construir el hospital en un lugar ton central, se ,cQmprenqerá que en aquel

ti~mpo no se tenía la m6s pequeña idea de que e~is­

tiera la higiene, ni daban la importancia que ahora da– mos al aire libre, puro, y al aislamiento, cuando se trata de contagio e infección. Por manera que, lo que antes se veía como cosa tan común y tan natural, como la llamada podredumbre de hpspital, hoy, con nuestro per– feccionamiento científico, sería calificada como criminal, si llegara a suceder una cosa semejante

Para dar cumplimiento a lo dispuesto por el Señor Obispo, el edificio destinado para el hospital de San Juan de Dios estaba situado en el ó,ea de t¡"'eno' que

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hoy ocupan los casos de habitación de don Inocente Lacayo, propiedad de don Salvador Cuadra Soto, y la de don Fernando Cht:lmOrlO Quezada, al noroeste del POlque de Calón y formando todo un solo edificio Lo botica del hospital estaba situado en la esqui– na de la casa que actualmente ocupa don Inocente La– cayo El piso del terreno ela alto, y como adorno tenía en su fachada dos sirenas Se componía, el hospital, de una iglesita de veinte varas de lorgo

l

con su atrio, al cual daba una ventano de la casa de don Silveshe Selva, hoy propiedad de la señorita Pastora Guzmán. La e.squina <:le la cosa de don Fernando Chomorro Que– :zada ,era el presbiterio, ,tomando parte de la que es hoy cqlle la sala de don Fernando era el cuerpo de la iglesia, y la pieza que estó al Occidente era el atlio En la pared divisoria de la casa del soñor Chamarro

Quezada y de la !'ieñorita Guzmán, se ve todavía el umbral de la ventana que daba al atrio Esa pared quedó en buen estado después del incendio de la ciu– dad, y se utilizó en la reedifícación de lo casa

,En la que es hoy calle, había una portada monu– mental que daba entrada al hospital

1752

En un documento antiguo, en que se relata una vi– sita apostólica hecha por el Ilustrísimo Señor don Pedro Agustin Morel de Santo Cruz. Obispo de la Diócesis en 1571, elevado al conocimiento de Su Mogestad Cató– lico Fernando VI, el 8 de setiembre de 1752, encontra– mqs la descripción qe esta iglesito, en los términos si~

guientes: "la de Sao Juan de Dios es de una nave baja

y pequeña; sus altares, que son tres¡ están muy decen~

tes, can frontales y retablos dorados Los campanos, por faltas de tal re, se mantienen sobre la puerta princi– pal Tiene tres claustros, y entre ellos las celdas, salas y oficinas correspondientes a doce religiosos y a catolce camas para los pobres de la ciudad y enfel mos que viel"\en del Castillo y de Son Juan Por este motivo goza de trescientos pesos de la real hacienda"

En esta relación se nota cierta deficiencia y error en los datos, apuntados sin duda ligeramente Porque es bien sabido que era mucho mayor el número de ca– mas d~stinadas a los enfermos, y por que s610 se re~

fiere a enfermos llegados de San Juan y el Castillo lo que seguramenfe sucedió fué, que al llegar de visita

SUl ~eñoría al hospital, era ése el númelo de camas ocupadas por el momento, y que los enfermos ocupan– tes fueron por casualidad de las poblaciones expresa– das Como ha habido vez que ocurra ahora, que en las solas de operadas hoyo, por cosualidod solamente mujeres de determinado población

En la casa que es ahora de don Adolfo Benard, ha– bía cuatro grandes salas destinadas a los enfermos La cosa que estó 01 Oriente de la de este caballero, con calle de poro medio perteneciente también a don Salva– dor Cuadra Soto, era propiedad del hospital destinón– dose este terreno como comentario, para enterrar a los que morían en el hospital y aun fuero de éste, pagando los deudos del muelto algunos derechos de enterra– miento, que se destinaban para ayudar a los gqstQs d~

la institución Y así se explica que una vez que se hi~

cieron escavaciones para cimientos, en ese lt,Jgar, se encontraran restos humanos Esto hace recordar la SU~

gestiva expresión de un escritor que dijo, el polvo que pisamos. vió en aIro tiempo

Tanto la iglesita como el hospital e~t<;lbon ,9 cqrgo

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