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porque se da de lo superfluo, dcumulada por medio del

trabajo de los pobres, qUienes reciben un salario insu~

ficiente, envejeciendo en él, donde sus fuerzas se gas ..

ion y se ag01an, donde perciben enfermedades, tenien*

do

U1IO alimentoción deficiente, sobre todo los andones,

las mujeres y los niños

En los países ricos

l

causan admiración los centros

de beneficencia; disponen de todos 105 mejores ciernen .. tos pora combatíl las dolencias, como puede propor<;io– nGtrselos el rico; y los edificios son obras suntuosas; don ..

de hay higiene perfecta, comodidad y belleza Y esto

es debido a lo apuntado ahte:riormente: la compensa–

ciÓ:l de la opulencia 01 desvalido

Las sociedades modernas¡ en su vida intenst1, que se le ría un puesto prominente a la riquez.a~y se con .. sidcra el capital como la más alta potestad de la tierra,

y que la acumulación consti1uye el único y principal obietivo de la existencia, el único ideal que merece el

sacrificio de todos los resortes de la vida, llegando la

obsecación a las diferentes glodac.iones de lo ambici6n humclnCl, desde los cienes de miles o las fantásticas ci– fras de los millones de los norteamericanos, y que en este desequilibrio de las fortunas sea un incentivo pora

la lucha felOz del capital, improvisándose los millona–

rios a expensas de la mayoría, y teniendo consecuen·' cias desastrosas, inevitables paro muchas famHias , dan,

pOI otro lado, un efecto benéfico que redunda en pta–

vecho de los desheredados de la fortunCl De aqui que

veamos Oll los Estados Unido~, el país de la riquezd fLlbuloso, los más hermosos y' más perfectcs asilos de beneficencia que sirven de modelo a la vieio Europa. Mucho se censura que los donaciones de los rkos,

que son ahOla frencuentes para el fin piadoso de apo– yar Iel beneficencia, y se afirma que muchos de estos actos sea por deliberada ostentaci6n y el deseo de un exhibiciqnismo, a que la pren::;a cortesana se presta. Así como también se critica el que se eierzo la caridad por medio de bailes} tómbolas, I ifás y demás distracciones honestas Pero, qué se Vd o hacer con las debilidades humanas y con las costumbres sociales que no pueden calificarse más que de inocentes!~Y, sea como fuere, hoy que confesar que éSO que Se censura va dirigido a un fin práctico, y que el resultado beneficioso, sea cual~

quiera el medio que se se emplee para hocer una obra

buena, con tClI de no traspasar los límites de la moral,

hoy que aceptarlo, revistiéndonos de indulgenciqs, y sin pretendel un puritanismo arcáico que no se usa ya en estos tiempos, queriendo sujetar a reglamentos el 6bolo

de la caridad -Que llegue éste, con tal que sea por

medios lícitos, teniendo en cuenta que, aunque sea di .. virtiéndose, de lo que se trato es de hacer el bien, sin obligar a hacer caritativos, disfrazándose: de solemne se ..

riedad o de afectada tristeza.

Antiguamente la caridad era desconocida, y vaga· ban por las calles de las ciudades y por sus caminos, las vktimas ele las enfermedades más horribles y pe– ligrosas, como la lepra y demás dolencias infecto-conta· giosas Imperaba entonces el egoismo El lujo y el es– plendor se imponian, y la desgracia, miseria y la enfer·

medad eran vistas COn menosprecio y una repugnancjCt

amenazante. Entonces, la distribución del capital esta·

ba restringida entre unos pocos, y éstos eran crueles para con aquellos que no eran tenidos más que como

tributarios y esclavos La indigencia era enorme y la degradación había llegado a SU más bajo nivel; siendo lo miseria mucho más común y más considerable en

las antiguos sociedades que en la actualidad.

En aquel entonces, el trabajo era considerado como

una obra servil, y el hombre libre tenía como una de~

gradaci6n, prefiriendo caer en la indigencia; como su– c.edía en Romo, que tlotaba con largueza a los que no podían o no querían trabajar, distribuyendo socorros (,ol1siderablesj siendo ésta la única fOI ma en que se practicaba la caridad Dice un célebre escritol que en los últimos tiempos de la República Romana, el número

de indegentes que recibian granos pagados por el tesoro público h",bla subido prodigiosamente. En tiempo de

Céso! ascendía el trescientos veinte mil Todos \05 que follTloban parte en esta distribuci6n no eran, sin duda, verdaderamente indigentes, por lo que César hizo una

reforma reduciendo su número a Ciento cincuenta mil; ,pero Se9Jn'" enseña la historia, el pauperismo progresó admirablemente en tiempo de los emperadores y su in..

va5ión d~~truyó el imperio

La 01"01 ición del Cristianismo transformá al mundo, omancipó y ennobleció el trabajo, enseñó la caridad e inculcó la fraternidad y el amor el práiimo Reglamentó la mendecidad y la alojó en edificios apropiados, pmo ,mayor eficacia del socorro a los desgraciados. Su Di· vino Fundador redimió a la humanidad, trazándole nue·

vos orientaciones, enseñando una doctrina, que a pesar

de ser bClsada en la humildad y propagClndas por los humildes, echó por tiena aquellas crueles costumbres

clci pagsmismo, que por lo tan formidablemente arraio. 9"das , parecían indestotible

Es innegable que el Cristianismo eS la cun", de la Cmidad, que la civilización y la cultura de que tonto

nos envanecemeos no son otra cosa sino el lesultadc de la evoluci6n y del perfeccionamiento de los sentimientos Cristianos, la germinación universal del Cristianismo pri .. mitivo, que puede definirse, como decía Ren6n, en una gran asociaci6n de pobres, un esfuGrzo heroico contro el egoísmo, fundado sable esta idea: que cada cual no tiene derecho más que a lo necesario y que lo super .. fluo perlenece a los que no tlenen

Ahora todos dClmos, según nuestras fClcultades La

limosna es reconocida universalmente como un deber de conciencio El rico hace donaciones espléndidas para obras de caridcld~o funda centlos de beneficencio---'y los demás llevamos nuestro 6bolo, por humilde que sea,

penetrados de que vamos a contribuir 01 alivio del su–

flÍmiento del prójimo. Así se explica por qué Se han multiplicado los centros piadosos en el mundo, exterio– rizando en ellos la caridad Cristiano, 01 extremo de aceptar como un principio de sociología, que la cultura

de un pueblo puede iuzgarse por las condiciones de su.

centros de caridad.

Telminado este preámbulo, pasemos a hacer re ..

cuerdos his1óricos dEl la fundación y desarroyo de nues– tro hospital de San Juan de Dios, legado de nuestros conquistadores

Quién fund6 el hospital de San Juan de

Dios en Granada

SU FUNDADOR

1620

Fué Fray Benito de Valtodtmo, benedictino, el fun· dador de nuestro Hospital, siendo Obispo de NiCQra~ua

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