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patria sus servicios, ya como militor subalterno, 'ya co·

mo jefe político y militar, yo, en fin, como conse\er? de

estado y como legislador en las Asambleas en calidad de senador o diputalJo. En todos estos puestos se ha· bia distinguido por ,",u fino t(lclo político, s;o. decidido

omor a las instituciones republiconas, su esplrltu de or– den, StfS cultos y atractivas maneros, su ardiente anhe·

lo por la felicidad del pueblo, su desinterés patriótico, su honradez acnsolada y su don especial de mando, que lo hacían calmar y dominar O las muchedumbres exal.

todas. con solo su presencia o uno sola mirada Nobi–

I1sima fué lo figura política de este prócer de nuestra independencia y libertad, dispuesto siempre a sacrificar· se en aras del deber. la fama del señor Sandoval, de

dem6crata sincero e intachable patriota, lo acompañ6

hasta su muerte acaecida en esta ciudad, el 19 de octu· bre de 1854, durante el asedio de esta plaza por el

ejército democr6tico. Y es muy de notarse que, en '!'~.

dio del furor de la lucha, la muerte de aquel patnClo estableció de hecho un armisticio. Desde que se supo

en Jaltevo el triste acoptecimiento. el eiérclto democrá·

tico suspendió sus fuegos, y cuando la procesión fúne·

bre pasoba frente a' sus atrincheramientos, tas fuerzas

presentaban las armas, en homenaje de respeto aoque· Ilos restos venerandos.

Nadie, pues, cama el señor Sandoval, podía inspi.

for mayor confianza al país, en las delicadas circuns–

tancias porque atravesaba; y debe reconOcerse un espí–

ritu verdaderamente patriótico en los hombres que en· caminaron el sentimiento público en el sentido de aqueo 110 elección

Sin embargo, su administración fué agitadísima, las facciones devastaban el pals, sembrando la intranqui. lidad en todas partes; y las intrigas de gabinete, en las

que jugaban int~reses locales y ambiciones personales, ponían constantes asechanzas

Q su gobierno

Nada, pues, pudo hacer el ilustre patricio durante

su borrascoso periodo administrativo, que satisficiese las

ansias de su coraz6n por labrar la felicidad de su po·

tria, sino comprobar m6s y más su ascendrado patrio–

tismo, sufriendo con paciencia la deslealtad de la fuer· za pública y la humifla~ión de las imposiciones; todo por impedir que el pqís volviese a caer en el caos de la

anarquía

Al terminar el período administrativo del señor San·

doval, los granadinos se empeñQron .en elevar a la pri– mera magistratura q.l señor Licdo don José Guerrero, su– jeto que a su granee' i1\.1straclón, reunía los circunstan·

cias de hallarse identificado con la causa de los pueblos qwe habían derrocado el gobierno militar de la plaza de león, como qué había sido faclor importante en los

sucesos que dieron aquel resultado. Además, el señor Guerrero ero el censor más acerbo de los tendencias del

general Muñoz, a sobreponerse al poder civil, ya con·

troriando disposicione~ legislativas, yo poniendo trabas

a la acción del Ejecutivo; y esta Clctitud enérgica y resuel· ta del señor Guerrero contribuy6 a darle popularidad,

creyéndose, con r<;l~6n, que era el hombre llamado o

mantener o rayo los propensiones obsorventes del Co– mandante Generol; pensamiento que venía yo preocu–

pando a los hombres públicos de aquella época. Por

otra parte, el ser leonés el señor Guerrero daba a su

elección un caráctér conciliatorio de los rivalidades lu.

do senatorio ,fué \lamada el Senador Sá,enz, quien dió pose·

sión al Director electo, don José León Sandaval".

(2) G.,.nada.

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gareñas, que los hombres de buen sentido y de sanos

intenciones han tratado siempre de cJestr~ír, considándo– las funestas al bienestar general

Con sorpresa de todos se vi6 que, pasada la elec·

ción, no existía tal rivalidad entre Muñoz y Guerrero; y que el encarnizamiento recíproc;o de aquellos dos pe.· sonajes era purísima ficción, paro que no decayese el

entusiasmo público en favor de la candidatura prado· moda

El gobierno del señor Guerrero fue funes/Ísimo po·

ro Nicaragua En ese tiempo se fomentó oficialmente la anarquía, sobre todo en esta ciudad y en el depOlta– mento ele Rivas, que fué teatro de las escenas más ho– rrorosas En 1848 se reunión en Managua una Asam·

blea Constituyente para rever la Constitución de 1838

El parti~o timbuco, que era opositor al de Guerrero, de– nominado calandraca, obtuvo en aquello asamblea una respetable mayoría, y se la quiso intimidar con escenas

repugnantes de turbas alcoholizadas, paro que abando·

nase su puesto

Vamos a referir un episodio oculficlo en aquel co·

nato de reforma constitucional, que melece recordarse

como enseñanza provechosa, respecto de los funestos

efectos que produce la deslealtad política, y que, al mis· mo tiempo, da idea del recIo criterio del pueblo nicara·

güellse

El general Muñoz, diputado a la Asamblea Cons·

tituyente era el que dirigía el partido colandraca, exi– tándole al deSOlden, con objeto de hacer nec.esaria la

intervención de la fuerza pública, y tomar argumento

de esos mismos desórdenes para dar ensanche al poder militar

El partido fimbuco, encabezado por don Fruto Chao

morro, Lcdo don José Laureano Pineda, don Rafael Le~

brón y otros distinguidos ciudadanos, pugnaba por des·

truir y cercenar aquel ignominioso poder, haciendo que

la fuerza pública llenase cumplidamente los altos fines

de su institución, sirviendo de apoyo a lo autoliclad civil, que es la encargada de garantizar los inteleses sociales

La oposición, o sea el partido timbuco que estaba en Jo justo y en la veldadera conveniencia nacional, se mantenía firme en sus propósitos En una sesión bo–

rrascosa, en la que cadu partido sostenía con caJor sus

opiniónes, ¡ntelvino una turba embriagado, que se ple–

sentó en las galerías vociferando y amenazando a los diputados que con tanta entereza defendían los pI ¡nci–

pios fundamentales de la sociedad

El lcdo Pineda, creyendo llegada su última hora,

ocup6 su asiento con serenidad, diciendo: "Muram.os co– mo senadores romanos".

El genelal Muñoz, queriendo sustraerse a aquel es– pectáculo, se dirigió al cuarto contiguo que servía de secretaría q la Asamblea y se puso a escribit Entonces,

don Fruto Chamorro, intrépido, resuelto y hombre de acción, ocupó la puerta de comunicaci6n, armado de sus

pistolas y le cerró el paso Don Rafael lebrón le acom– pañaba

El general Muñoz comprendió que si la turba ca·

metía un exceso, él queda lÍa sin vido, y entr6 en pláti~

cas con Chamarro, las cuales dieron por resultado el que tomase disposiciones para que cesace el alboroto El general Muñoz se" convirtió entonces en guardián

de sus antagonistas, y los acompañó a su residencia,

dándoles muchas explicaciones, y manifestándoles la neo

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