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« Previous Page Table of Contents Next Page »El Diario Nicaragüense es el periódico que ha alcanzado mayor reputación literaria, y tenida más in– fluencia social en Nicaragua Na era el' concepto del periodismo de aquella época igual al de ahora en que predomina el sentido económico, o mejor dicho, el co– mercial, que hace consistir la razón del éxito en el modo de recoger, confeccionar y exponer las noticias, como si fueran mercaderías, que han de entrar más por los ojos que por la inteligencia al gusto del consu– midor En el periódico de entonces la noticia tenía un valor secundario ante la exposición del pensamien– to y de la doctrina, y ante la habilidad de difundirla y el valor literario de la exposición El Diario Nicara–
güense no fue superado en Centro América en ese modo del periodismo Las puertas de su casa eran vistas por la joven intelectualidad como las de una academia en que se fíjaba y limpiaba el idioma Cuando don Enrique Guzmán se agregó a don Anselmo
en la redacción, llegó o tenerse o ésta como un areó~
pago que consagraba reputaciones en la literatura patria Publicar en El Diario Nicaragüense sus ar– tículos, era la ambición de los jóvenes escritores, y en sus columnas se hallaban las firmas de los literatos más ilustres del pais
Los productos de la empresa no andaban, sin embargo, a la altura de la fama El dueña era dema– siado imprevisor, desordenado y generoso para hacer producir un negocio aunque fuera numerosa la clien– tela Pero vino a Nicaragua un joven hondureño, don Francisco Cáceres, y sin más mira que la de pro– tegerle en su emigración de político derrotado, lo lla– mó don Anselmo a la administración del periódico Fué un acierto, porque desde que don Francisco puso mano en el manejo, principió la prosperidad en la casa El método trajo ganancias y holgura. He tenido a la vista la liquidación de un salo mes de las cuentas de El Diaria Nicaragüense, y por su parte le entraron a don Anselmo más de setecientos pesos. Pueden no haber sido iguales todos los meses del año, pero en todo casa creo que ningún periodista de hoy, que las comunicaciones permiten mayor circulación en la Re– pública, y que prevalece más el espíritu comercial, pueda, sin embargo, gozar una cifra semejante como utilidad mensual
La literatura de don Anselmo floreció también en el cultivo de la historia No fue un paciente investi– gador que busca en los archivos la verdad de una an– tigüedad remota, sino un cronista que relata de ma– nera agradable los acontecimientos que ha presencia– do, los hechos de individuos que conoció de vista, y el pasar de cosas que tocó con sus manos, y cuando mós, se extiende a refe. ir lo que oyó a personas mayo–
res, con quien trató en sus mocedades, sobre aconte–
cimientos de que fueron testigos presenciales. Gusta de llevar la tradición al conocimiento de la gente jo– ven, y ensarta los sucesos de tal manera admirable en el hilo de su relación, que los actualiza sin quitarles el P?lvo del pasado que les da el prestigio de la experien– Cia Su comentario es breve y donoso Se apasiona
~Eugenio D'Ors dice que la inteligencia es una fun– c.on apasionada-, pero no pierde la serenidad, y su
juicio es casi siempre certero La participación direc– ta en la cosa pública, le hizo conocer las interiorida– 'des, y visitar los bastidores de la política, y allí adqui– rió la facultad de calar las acciones para conocer la inlención de los hombres que las ejecutaron. Su esti– lo es comedido, nada sentencioso, rehuye pronunciar
juicios categóricos! y se conforma con insinuar discre
R
tamente su parecer Es, sin disputa, uno de los grandes cronistas de Hispano América Como Ber– nal Díaz del Castillo, el cronista soldado que vivió y relató la conquista de México, él cuenta los sucesos de un período intensamente doloroso, que vivió junto con sus mayores y sus iguales, sufriendo las contin– gencias de un país convulsionado e invadido. Es tal su inclinación a la crónica que muchos de sus artícu– los, escritos sin intenta de relatar, improvisados en las afanes de la redacción cuando los impresores piden material, sus editoriales políticos, y aun la prosa ju– guetona de sus seudónimos, le resultan al final crónica vivida, .elato lozano de lo reciente y glosa humorística de lo sucedido
No es posible hacer con acierto ,en estos apuntes biográficos, un extracto de la doctrina teórica y fun– damental de su obra de pensador, porque está disuelta en la profusa 1iteratura de sus articulas, en los cuales lrató, sin eslabonarlos, diversidad de temas, dilucidó diferentes materias, impresionado por las realidades de una actualidad, que afectaban sus opiniones y sen– timientos parqüe eran también realidades de su pro– pia vida Pero siguiendo la veta de su pensamiento entre el abundante material, me he convencido de que profesaba un eclecticismo elegante parecido al de Cá– novas del Castillo, de quien era admirador; eclecticis– mo que predominó como filosofía de Jo historio entre los pensadores del tiempo fácil de lo Restauración en España Era católico, la fe tenía raíces profundos en su corazón, pero su mente hacia frecuentes conce– siones al racionalismo político, base filosófica del libe– ralismo. La cuestión social no emocionaba al público entonces como ahora, pero se manifestaba ayer como hoy en los más graves asuntos de la política nacional, frente a ellos don Anselmo no da importancia a lo economía política, y se atiene o la fórmula del libera– lismo romántico que sostenía a la libertad como la solución de todos los problemas económicos y sociales Cree en el perfeccionamiento de la 'democracia par la práctico del sufragio universal, que espera se purgará de sus innúmeros fraudes en virtud de su propio ejer– cicio Y confía lo evolución de lo República, en el sentido de ese perfeccionamiento, 01 mando de lo oligarquía honorable formada por el patriciado repu– blicano, y que se debía envolver en una discreta de– magogia, a la cual le sería permitido agitarse cada cuatro años para la renovación del supremo mandata–
rio, y como un recurso contro el cesarismo democrático,
que es el mal que aflige a las países hispanaamerica–
1I0S, en forma de dictaduras prepotentes, levanta la alternabilidad en el poder como el principio central de su teoría de gobierno. En fin, como político teórico era lo que se llamaba en el siglo XIX un conservador liberal.
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