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LA MARIA KAUTZ

PEQUElilA BIOGRAFIA DE MI MUJER

Mi mujer era roja como una leona

Era campeona de "Basket·nall" y vivía en el río En una hacienda de ganado que ella personalmente

manejaba

Porque hacía las veces clel padre en su familia de cinco

mujeros

y también manejaba uncl lancha motora Porque tCllllbién era mec6nica y marinera Como lo es todavía

Maestro en toda c!Clse de artes y oficios filéis que cualquier obrero o cualquier artesano

Mucho mejor trabajadora que las señoras y mejor que

las

CI iadas

Pues no s610 maneja una caso sino que la hace con sus

propias manos y la llena de cosas que ella misma fabrica, desde las síllos y las mesas hasta las camas y la ropa

y la llena de vida

Ella prepClrCl toda la madera

Es carpintera de artesón, CC1rpintera de banco y carpin–

tera de rivera

Desde muchacho fue maderera y tuvo cortes de madera En las selvas de La Azucena, como también en lo mar–

gen izquierda del río, en la propia fron– tera, no sólo en territorio de Nicaraguo sino tClmbién de Costa Rica

Lo que le dio dolores de cabeza con los ladrones y

hasta dificultades con los autoridades Era cuando tenía su tractor Caterpillar D4

Con el que trabajaba en El Almenclro y en 105 márgenes

del Oyate y el Tepenaguasape

y también en el Tula -que ella no quiere que deje

fuera

Acaba de /legor de 5ClO José de Costa ~ica -me sor–

prende escribiendo- y vino de Los Chiles

a cabollo

"No te olvidés del Tule" -me dice al leerle lo que lle–

vo escrito

Pasa directamente a la cocina, pues aunque no le gusta

cocinor, es una insigne cocinera

Hoy que ver una mesa puesta por ella !:n su finca las Brisas

Con lo misma maestría que una cuchara de albañilería

o el motor ele la lux y su máquina de coser, maneja la cuchara

Trabajaba también con su D4 en la Costa del Sur, sa–

cando trozas de La5 Salinas a la carretera Nivelando terrenos en Caso Colorada

Haciendo calles en San Carlos y hasta un caminQ en

San Miguelito, cuando no remolcando las grandes bals~s de caobo en el Io:go y el río -un largo cable tiraba de ellas desde un potente remolcador, llamado Fálcon, que cabeceaba con lentitud sobre las cres– pas 0105- o transporh:mdo bajo el sol y

la lluvia un cargamento de vaquillas en una motovolo

Al Puerto de SCIO Carlos llevaba en su gasolina, todos

los miércoles -que eran los días de va· por- no sé cuántos quintales de queso y varias latas de mantequilla, y vendía

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las pulperías uno o dos paniquines de

huevos, y cerdos gordos a las chancheras o vacClS viejas a 105 destazadores, y can eso compraba las provisiones

y lo mismo en Granada, donde pasaba algunas tem–

poradas -y donáe años después, ya casada conmigo, manejaría una ven~a de azúcar al por mClyor y esl menudeo que lellía mi madre- daba, cada semana, todos las vueltas necesorias pora la venta de los quesos y la mantequilla a los re– vendedores y propietarios de tiendas de abarrotes o negocios de víveres

Porque, ya desde entonces, nadie como ella -una mu–

chacha de pantalones- para entenderse

y trestar con los contadores y capitanes de las embarcaciones y los carretoneros y

comaroneros o cargadores de los tiendu– chos del mercado y aun con los mismos usureros

y ertl ya, sin embalgo, una alemana pelirroja con un

soberbio cuerpo de colegiala atleta, gana– dora del premio de natación o de carrera Parecido a la estatua de la muchacha griega que lanxa

el disco o la jabalina Con su cara pecosa de leona o gata

y uno mirada verde de reflejos dorados

Cuyo mensaje no descifraron los barbilindos extasiados

Cinte los cromos de las barberias

Mlh de una vez, olgullos deslumbrados por ella en la

noche de un boile o la fiesta de un club, en Granada o Managua, difícilmente la reconocían, vestida de "overall", en día de trabajo, reparando un motor en el ta–

ller de Pipo o dirigiendo la construcción del Vagamundo en la playa del lago Solo yo la miraba exactamente como era

No todo el mundo puede, on el momento dado recono–

cer a su mujer y casarse con ella Pero nosotros nos casamos -aquel día- aquel miér–

coles- en la pequeña iglesia de San Car– Ias cuando el vapor ya daba señales de prisa, porque se regresaba en el vapor en que había llagado, yo en pantalones Ieaki, ella lo mismo, la cabeza cubierta con mi pañuelo, un nudo en cada punta Fue un casamiento rápido y para siempre Una luna de miel en el río Melchora

En el pequeño can1pamento maderero que mi mujer

tenía por el Cerro del Mono

y yo compuse entonces una canción de amor que se

titula Luna de Palo

y cada día componía una canción de amor pero no la

escribía

Porque amor es entonces omor y nada más que amor

Amor es diariament~ una canción de amor que siempre

engendra a otra canción de amor Amor es otra vez la primera pareja y el nuevo Paraíso

del primer hombre y lap~imera mujer Amor es la pareja que se bañeu;lesnuda en algún crique

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