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« Previous Page Table of Contents Next Page »espíritu socialista; mas no ha encontrado ambiente pro– picio on dondo midie lJuedo morirse de hambre ni hay vida da dominadore:; placares.
El nicaragüense os emprendedor, y no falta ell el el deseo de 105 viajes y ,jerto anhelo de aVentura y de voluntario esfuerzo fuera da los límites de la patria. En toda la América Contral existen ciudadanos de la Tie–
rla de los Lagos q!Je se dis~inguen en industrias y pro– fesiones, olgunos 'lue han logrado reolizar forlunas y
no po,os que dan honra al terruño original. No es el únko el ccr$O del navegante mCltagalpense do que ha–
blarQ Angel Ganivet; y el' Alemania, en Francia, en Ru– manía, en Ing!aterrcl, en 105 Estoclos Unidos sé de nicara– güenscs trasp!anfados que ocupan buenos pU9stos y ga– nan honrosa y provechosamente su vida. Recuerdo que, siendo yo cónsul de Nieorclgua en Paris, recibí un día Ja visita de un hombre en quien reconocí por el ti– po, 01 nicaragüense del pueblo Me saludó jovial, con estas palClbrclS, Inés o mellaS: "No le vengo a moles– tar, ni el pedirle un solo centavo. Vengo
el saludarle, porque es el cónsul cl~ mi tierro Acabo de \legar a
Francia en un borco que viene ele la China y en el cual soy nlC!rinero. Es probable que pronto me vaya a la India". So despidió contento CI)mo entrara y se fuo a gastar sus francos en Icr alegría de París, para luego seguir su destino erumte por 105 mares".
y6n o rumoros de Poneloya, siempre hlVe, en tierra o eil melr, la idea de ICI PCltria ...
León tiene el r.lspecto de una ciud~d española. Las cases antiguas están construidas con "dobes -la pala. bro y la COScl se usan aún en Castilla la Vieja. Pesa– das tejas arábigas cubren 105 techos Las casas de dos o tres pisos son pocas. Hay muchas iglesias y una fa–
mosa catedral, comenzada en el siglo XVIIl y concluida a comienzos del XIX Allí he reconocido muchas Cosas
qu~ viera siendo niño. Los retablos, las pinturas, 105
aliares, el llúlpito, los restos de dos mártires llegados antaño de Romo: San Inocencio y Santa Liberata .. Lue–
go, en la sala capitular, encuentro los retratos de todos los obispos de NicorClgua elesde la erección de la dió. cesis leollesa, el CIño de 1.527"..
la breve pintura de Managua, de esa Managua a la que arribó por primera vez arrancado de su Le6n de lo infancia, cruzando de norte a sur el lago, le produjo la implesión que al provinciano imberbe de fines de siglo debía producirle la visión de las pequeñas capi– tales indohispanas que, por ser el asiento del gobierno, contaban con algunos modestas novedades UI banísticas de las que carecían las otras aún más modestas Ciuda–
des Y Rubén nos la describe así en su "Autobiogra–
fía" :
En la breve descl ipción de algunas ciudades e1el sólm 1'1CItivo que le recibielon apote6siCClmente cuando las visitó después de \algos años de ausencia y legre– sabel nimbado ya por la gloria, encontramos los rasgos más peculiOl es que las distinguen:
.. "Saludé a Chinandega, famosa por sus naranjas (no sobemos qué iI "presión le hubiél an pi aducido los extensQs algodonales que hoy le Circundan), por su fe– cl.mclidod a~rícola; saludé a leÓn, la ciudad episcopal y escolar donde transcurrieron mis primeros años. Sa– ludé a McmClaUCl, asien~o del Gobierno; a Masaya, flo– rido y ar!ístíc(J. Viajes ele palmas y de flores! En mi recuerdo estarán siempre /lenas de sol y do alegría. En eSCl5 horas de oro y fuego nunca pensé, como el te– rrible amigo pesimista, 'IU0 no lelos de los domingos de relmos están los viernes soMos", .
LrJ ciudad de León, que sólo pOI occidentes circuns· tcmciales de lo vida no fue su cuna, pero que conform6 sus primeros años y hoy guarda reverente sus cenizas baio las ciclópeas naves de lo centenaria catedral, mere– ció especial "tendón del poeta:
"Leán, con sus torres, con sus companas, con sus tradiciones; León, ciudCld noble y universitaria, ha estado siempre en mi memoria, fija '/ efiwz; desde el olor de las hierbas chafadas en mis pascos de muchacho; des– de la visián del papayo que empolla 01 aire libre sus huevos de címbar y de oro; desde 105 pompones del oromo que una vez en Palma do Mallol'ca me trajeron reminiscencias infantiles; desde 10$ ecos de las olas que en el maravilloso Mediterráneo repetían voces del Pla-
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.."Por este tiempo llegaron
CI León unos hombres po)¡ticos, senadores, diputados, que sabían de la fama
de.l: "poet" niño". Me conocieron. Me hicieron recitar versos. Me t1ileron que Gra preciso que fuera a la ca– pittír. La momá Bernarda me echó la bendición, y par. tí para Managua.
Managua, creada (apital para evitar los celos en· tre León y Granada, es una linda ciudad situada entre
sierr~s fértiles y pi,"!torescas, en donde se cultiva profu– samente el café; y el lago, poblado de islas y en uno de cuyos extrell10s se levanta el volcán Momotombo, in– mortalizado líricamente por Víctor Hugo, en la leyenda de fos Siglos"
En efecto, el pobládo de 1 878 a) qué el poeta aprecia como "una linda ciudad", cuando él apenas contaba 11 años, seguramente por la impresión que le produjo la mOlavilla del paisaje circundante, que no precisamente IJar la obra ul'bemística hasta entonces recl' Iizada, pi inéipió a progresar y sigue progresando a p~.
sos agigantados, gracias a la especialísima circunsta~'
cía hist6rica que le favoreci6, consistente en las rival" dades regionalistas de león y Granada, las cuaJes con– vinielon, como tácita medida transaccional, en renunciar el sus aspiraciones de hegemonía política, aceptando que Id capitalidad pasma al puertecillo lacustre de Ma– nagua, en 1 852 Y así, el palafito precolombino de los nahuas que se extendía a lo largo de las orillas me– riclionales del Xolotlón; la rústica aldea de pescadores cuyos mayores enemigos eran los lagartos que infes.t~·
ban las cenagosos playas, y que alternaban sus octlVI' dades semi-marinas con las del cultivo de sus huertas ubérrimas; la improvisada capital que años después sir· viera no sólo de asiento del Gobierno nocional, sino de
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