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« Previous Page Table of Contents Next Page »los Infantes de Marina; ha devenido hoy activísimo ceno tia no sólo político sino de negocios e industrias, que se extiende como mancha de aceite por las planicies circundantes, con bien planificadas y confortables ur ba– nizaciones en unos casos, con misérrimas barriadas en otlOS, frente a -las cucdes las fabelas de Río, los conven– tillos de Santiago o las villas-miserias de Buenos Aires resultan altamente confortables
las grandes faci lidades de transporte del pequeño país han resultado para Managua arma de dos filos: pór un lado han contribuido
(1 SU gran desar rollo eco– nómico y urbanístico, pero por otro han concentrado en ella una exagerada migración procedente de todos los Depaltamentos, que llega esperanzada en busca de opor– 1lJllidades para mejorar sus condiciones de vida, agra– vando en for ma inusitada el problema de la vivienda pr incipalmente Hay que visitar el ban io de Acahualin– ca para apreciar en toda su rnagnitud la glOvedad del mal!
lm fuerzas telúr icas, por otro lado, se han enseña– do con demasiada frecuencia en fa joven capital: alu– viones devastadores que bajclIl de las Sierras o terre– motos asoladores como el de 1931, la han obligado muchas veces a recomenzar las obras urbanísticas recién iniciadas y ya destruidas
Oaría rememala así \)nCl de estas atelrado\as y
frecuentes escenas nicOlagüenses, en su breve Autobio– gr Clfía:
.. "Vino un greln terremoto Estando yo de visita en una casa, oí Vil grcm ruido y sentí palpitar la tierra bajo mis pies; instintivamente torné en brc¡:¡;os a una ni– íiita que estaba cerca ele mí, hija del dueño de la casa, y solí o
la collc; segundos después la pared caía so– br:l el lugar en que estélbamos. RetumbalJá el enorme volcim nuguesco, llovían ceniz¡:Js. So oscureció el sol, ele riloclo (¡ve
(J las dos de la tarde se andaba por las calles con Iintol nas las gentes rezaban, había un te– r"or y unl:/ impNlsián medioevélles"
lCl Managua de hoy, que no la reconocería Rubén, ha rebasado los límites que de un solo vistazo podían ser abarcados entonces, excepción hecha de la franja lacustre Tisca[la. la aClópolis chata y volcánica don– de se ha tenido ef gran acielto de levantar la Casa Presidencial, olero espléndido que en la época de Da–
I io fue el término meridional de la ciudad, se ha con– vertido ahora en el centro de la glan circunferencia den– tro de la cual a modo de dlculos concéntl icos, van en– sanchándose las ondas de un urbanismo pujante y análquico, como lo es el espíritu de estos pueblos ju– veniles de raigamble indo-hispana, por Bolonio y El Re– tiro, por las Piedrecitas y las Jinotepes, por los Robles y f<;1 Colonia Centroamérica, por El Redentor y la Salva– dorita, por las Melcedes y el Portezuelo, por las Brisas y Monseñor lezcano
Y, refiriéndose cle manera espedal a Masaya, con– signa este evocador recuerdo:
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"Nombran
(l Masaya la ciudad de las flores. Es, por cierto, bella en su suelo florido. Allí pensé una vez méts en la gentil Primavera de Botticelli. Flores en 105
jardines, flores en las mujeres, flores en todas partes Cuando el señor alcalde me dirigió su discurso, la calle estaba cubierta de flores. Masaya me evocaba a Hafiz, CI Sedi; velgeles de Sarán, de Bagdad, de la olo– roso Pelsia los alrededores de la ciudad son lugares excelentes, en donde la riqueza floral se desarrolla y
mul\iplictl tll cariño del mtl9nifitienle sol" .
Los problemas de la política internacional que en su tiempo afectaban a su país, tampoco fe fueron indi– ferehtes Todo lo contrario, el Rubén Darío periodista fue, por sobre todo, un fervoroso animador de la Unión Cenh oamelÍcana Su capacidad y talento, en su prime– ra juventud, cua(ldo el Presidente de Guatemala D Jus– to Rufino Barrios le encomendó la dirección del periódi– co la Unión, la médula de su campaña periodística la constituyó la defensa y propaganda de los ideales unio– nistas, que perseguían la restauración de lo que pudo haber sido la glan República de las Provincias Unidas de Cantlo América, despedazada en sus albores por los absurdos localisrnos
"Ante todo, esas cinco patrias pequeñas que tienen pOI nombre Guotemcda, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica y Honduras han sido y tienen necesariamente que volver a ser una sola patr ia grande", escribió con tono
admonitivo
Refiriéndose a las aspiraciones de la construcción del canal interoceánico por pdlte de Estados Unidos,
COI tondo el isimo nicaragüense, Darío consignó la certe– ra advel tencia transcrita íntegramente en otlO lugar:
"Dios quiera lIevr.¡r la paz el mi país. Se dice que
105 Estodos Unidos han intervenido en todo esto. Si ello fuese cierto, como parece, es lamentable que nación al– guna intervengo en los asuntos íntimos de Nicaragua, ni aun para hacer el canal"
En la hora clctual nuevamente ha vuelto al tapete de las discusiones intel naciona les el problema del canal
el nivel, y ha resucitado el ployecto de la factibilidad por Niccllagua
Si se le presenta a su gobierno el planteamiento
del pmblema de parte de la glan Naci6n del No(te. te–
nemos la seguridad de que la adveltencia de su poeta máximo ha de ser siempre bien recOldada
Para terminar este buceamiento geográfico en la oblO rubeniana, nada más oportuno que tlanscribir el consejo final con el cual, como colofón, cierra las pági– nas del libro que nos ha servido de guía:
"Oh, pobre Nicaragua, que has tenido en tu suelo
el Cristóbal Colón y a Fray Bartolomé de las Casas, y por poeta ocasional
(l Víctor Hugo: sigue tu rumbo de nación tropical; cultiva tu café y tus bananos; no olvides las palabras de Jerez: "Para realizar la Unión Cen– troamericana, vigorízate, aliéntate con el trabajo y Ivcha por unirte a tus cinco hermanas!"
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