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con la serpiente del Canal Interoce6nico", sentencia con bella met6fora, Pablo Antonio Cuadra en uno de sus medulares estudios. Lq larga c10minación inglesa en la Mosquitia, a través del reino de opereta organizQdo y mantenido por ella y los celos de los Estados Unidos cuya intervención en los asuntos de Nicaragua culminó con el Tratado Clayton-6u¡wer de 1.850, suscrito entre las dos grandes potencias anglosaionas, mediante el cual se comprometían q no mantener dominio alguno en territorio centroamericano, y pocos años después lo intromisión del último gran aVenturero William Wa\ker en los asuntos de Nicarag\la y de los paises vecinos, con cuyas tierras pretendió organizar un nuevo estado esclavista que robustecería la posición de los del Sur es· tadounidense, son hechos que confirman el aserto

La Geografía e Historia de Nicaraguo apare<;en, pues. íntimamente vinculadas con I,ll problema del Ca, nal Interocéanico, y en la opra de Daría no podía fajo tar la alusión a este singular destino, corno lo pruel;>an estas frases en su Viaje a Nicaragua escrito en 1909;

cuando comenta la caída de su buen amigo el Presi· dente Zelaya: .

"Dios quiera llevar la paz a mi país: Se. dice que los Estados Unidos han intervenido en todo esto. Si ello fuese cierto, como parece, es lamentable que nqtión alguna intervenga en los asuntos íntimos de Nicaragua, ni aun para hClcer el canal... Ya se sClbe que el mis– mo Lesseps inform6 en un tiempo que el Único can(ll posible era el de Nicaragua. Después los Estados Uni– dos quisieron realizar lci obra. No se sabe qué nego– ciaciones la dificultaron; pero es lIn hecho ql,le desde que los españoles pensaron en abrir el istmo, es por la tierra que mQs fácilmente se puede llevar a cabo.

Después de todo, sin la hostilidad de la Casa Blan-ca, Zelaya estaría aún en el Poder". .

Refiriéndose a la reducida extensión de ,su país, en la obra de Dorio encontramos esta alentadora admo– nición dirigida a sus compatriotas de león, en uno de sus retornos:

" ...En Oviedo, en G6mara, en los historiadores de Indias, supe de nuestra fierra antigua y de sus encano tos originales, Yo deseo que la juventud de mi pals se compenetre de la idea fundamental de que, por pe– queilo que sea el pedazo delierra en que es uno le toca nacer, él puede dQr un Homero, si es en Grecia; un Tell si es Suiza...... O un Rubén Daría, si es Nica– raguo, añodimos nosotros

Hasta lo saciedad se ha dicho y se repite que Ni· caraguq es tierra de lagos y volcanes los elementos geográficos que primero impresionan la retilia del visi· tante que llega a ella, entrando por el gran ventqnal de la bahía de Corinto, es la IínelJ de perfil obscuro formado por la cordillera volc6níca de los Marrabios, que semejan un telón de fondo, frente al cual' se ex– tiende lo fértil llanura de Chinandega y León, que se cubre de un manto de verdor en Jo época de las IIv· vias, o de un sudario bJanco sí la época es la de ·10

eclosión de los algodonales Y avanzando hacia el sur, aguas lacustres por todos lodos: tranquilas y es-

meraldinas, en Asososca, Tiscapa, Jilo6, Masaya o Apo· yo; turbios y turbulentas en el Xolotlán o Managua; claras, ¡límites y con fulÍas de mar, las del Cocipolca o Nicaragua.

los brochazos con que Rubén pinta los volcanes y

lagos de su tiena, tienen exactitud impresionista simi– lar a la de un cuadro de Monet:

"En un feliz amanecer divisé las costas nicaragüen. ses, la cordillera volcánica, el Cosigüina, famoso en la historia de las erupciones; el volcán del Viejo, el más alto de todos, y más allcí el enorme Momotombo, que fuo cantado en la Leyenda de los Siglos, de Víctor Hug(). Por fin entró el vapar en la bahlCl, entre el ramillete de Hlcas que forman la isla del Cardón y el bouquet de cocoteros qUE! decora la isla de Corinto....

En otro pasaíe alusivo al mismo tema de Jos vol· c;anes, los describe así:

"Desde la cumbre de las sierras pobladas de fin– cas divisanse el lago de Managua, al fondo, y más cerca la laguna de Nejapa. Los colosales volcanes se– mejan, en la diafanidad de los crepúsculos, calcados en los delos puros, elCtraordinarios fujiyamas, y la luz da la ilusión, siendo de una transparencia de acuarela".

Quíen quiera admirar el poísa;e pintado con esta breve pincelada de Rubén, debe ir o ese maravilloso balcón eJe las Sierras de Managua, designado con el hi· perbólico nombre de las Nubes, y la naturaleza le brin· dOlá el feérico e inolvidable espectáculo en el que los actores dominantes son el lago de Managua y lo es– belta silueta del Momotombo En pequeño y, reduci· das sobre todo las proporciones de la obra del hombre, es conjunción de agua, montañas y morros con la ciu· dad que se extiende a lo largo de las orillas lacustres, recuerda la incomparable bahía de Guanabara en cu– yas m6rgenes ha crecido esa ciudad de embrujo, cuya capitalidad de la belle:w no podrán quitarle nunca ni Bras¡[ia ni ninguna otra urbe del gigante del trópico sudamericano

Pero ningún accidente geogl ático de su país natal parece haber impresionado más la sensibilidad del poe· ta que el adusto Momotombo, al que le dedica buen espacio en las páginas de su tel so prosa o versos de sonoridad broncínea

En uno de sus primeras crcnlcas escritas cuando llegó a Chile, con motivo de una de sus postreras erup-. dones, lo recuerda así: .

"A un lado del actual pueblo de Momotombo, lla– mado también Moabita y Puerto Benard se miran aún los restos del antiguo León, fundada en 1524 por Fran– cisco Hernández de Córdoba.

"Campos de soledad, mustio collado" son ahora las calles de la vieja metr6poli ...

Como mayor en edad y en tamaño entre los vol– C(l,?es pe Nicaragua, Momotombo se lleva/a primada.

QlIien llegando al puerto de Corinto len los mu· pas alemanes generalmente Realel~, nombre antiguol

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