This is a SEO version of RC_1966_12_N75. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »LA TIERRA DE RUBEN
VISTA POR RUBEN "Si pequeña es la Patria, uno grande
la sueña", - Rubén Darío.
FRANCISCO TERAN
De la Misión de la Unesco
en Nicaragua.
Tratando de señalar como feo y grande lunar en su caudalosa obra poética, no han faltado quienes en su tierra han acusado a Rubén Daría de una especie de olvido o despreocupación de los temas nativos, de los asuntos y acontecimientos de la Patria, del escena– rio de su minúsculo Nicaragua, en tanto los correspon· dientes a otros pueblos del Continente y del mundo aparecen en ella como mótivos céntricos de sus cantos inmortales Pero estos mismos críticos, cuando desta· can como uno de los atributos esenciales del pensa· miento dariano, su espíritu de universqlidad, incurren en un punto de partida, que no es otro que el conocimien· to del solar nativo, la visión exacta de la propia tierra, grande o pequeña, con sus virtualidades y defectos, co~
nacimiento que ha de convertirse en el metro justo po· ra apreciar y juzgar el solar de los otros pueblos y el de sus contenidos humanós.
Uno de los más serios buceadores de la obre¡ da· riana, el sociólogo y escritor Julio Ycazq Tigerino, inicia el estudio sobre la temática del Paisaie nicaragüense en la Prosa de Daría, asegurando que "hace ya tiempo que venimos de vuelta de aquel concepto literario de un Rubén apátrida y exotista", y, para confirmar el aserto, añade más adelante:
"Ni la dulce campiña francesa, ni la adusta meseta castellana, ni la deleitosa costa mallorquina, ni la pampa inconmensurable, ni la imponente cordillera ondina, a pesar de que el poeta vivió y amó y soñó en todos estos lugares, despertaron su honda emoción sen· sorial ni pudieron apagq·r en su imaginación "el nica– ragüense sol de encendidos oros", ni borrar de su ¡ns· pilación y su recuerdo la· visión de los "estandartes de lo tarde y de la aurora" alzados sobre "la cúpula so· nora" del Momotombo"
En efecto, si se rostrea tanto lo abundante obra poética como la no menos caudalosa de la prosa do– riana, pueden encontrarse las líneas básicas para tra– zal el canevás cartográfico sobre el cual la fantasía del lector avisado irá tejiendo la geografía esencial del tó' rrido pals centroamericano empotrado entre el Pacífico y el Caribe, en cuyo ámbito, tal vez en el amanecer del terciaría, convulsas fuerzas telúricas tendieron un puen– te que enlazó las dos grandes masas continentales de América ,.
Muchos escritores de calidad poseen la rara virtud no sólo de trazar con pinceladas de certero colorido li– terario el paisaje, sino de revivir con encendido lirismo hechos y cosas que los ojos del vulgo tos miran trivio· les, o simplemente los ignoran. Gracias a ello, por ejemplo, la lectura de la Vorágine de Eustacio Rivera, nos ayuda a formarnos una idea exacta y cabal del abrumador escenario verde de la Selva Amazónica, que lo que podrían hacerlo las páginas de una severa Geo– grafía. Igual resultado obtenemos con la ayuda de Ri· cardo Güiraldes, si leemos su novela Don Segundo Somo
45
bra, para informarnos como se viVE¡ y cómo transcurren los días en la soledad de la Pampa; con las páginas de Doña Bárbara, Rómulo Gallegos nos ayuda, igual. mente, a representarnos el violento paisaje llanero y a adentrarnos en el alma contradictoria de los amos de
~sos vastos pastizales ~ara apreciar, por fin, el paisa· je sobrecogedor de los Andes y comprender la descara· zonadora tragedia del indio que soporta más que los rigores del páramo y de la puna, la injusticia secular de una sociedad caduca, nada más aconsejado que leer las páginas de El Mundo es ancho y ajeno de Ciro Ale· gría Asimismo, surgen nítidos en nuestra fantasíq el paisaie y las gentes de Nicaragua, cuando leemos, sobre todo, la~ póginas saturadas de lirismo de Daría del breo ve libro que él llamó sencillamente Viaje a Nicaragua, en el cual con pinceladas maestras va trazando lo que hemos llamado el canevás cartográfico esencial, sobre el cual podemos ir tejiendo la tropical geografía del esce– nario donde están enmarcados el orto y el ocaso del li– rida inimitoble
La localización geográfica de Nicaragua en el Con· tinente es especialísima y ella ha determinado los he– chos más salientes de su atormentada historia desde cuando pusieron en ella sus pies los primeros conquis– tadores. Su primera observación fue la de que entre los dos grandes mares mediaba sólo una corta distan· cia, con la particularidad de que no lejos de ambas ori· lIas se extendía l}n inmenso lago al que ellos con acierto bautizaron con el nomble de Mar Dulce E in· mediatamente se lanzaron a Jo búsqued~ del paso que debía permitir la navegación entre uno y otro mar, por· que no concebían que la Naturaleza se hubiera descui· dado dé aquel detalle, al cual se apresuraron en darle también un nombre, y así surgió el "Estrecho Dudoso", que debía acortar el camino entre España y las tierras del Gran Kan Y buscándolo, recorrieron el inmenso ámbito del lago Nicaragua y descubrieron su célebre desaguadero, el octual río San Juan, que lo comuniCa con el Caribe
"los principales c;lescubrimientos y exploraciones realizados en esta tierra y la fundación de sus má~ im· portantes Ciudades fueron resultado de la búsqueda de una ruta para la navega~ión, anota un historiador. Pri· mero, la búsqueda de un paso hacia las Indias Occiden. tales Después, descubierto ya el Pacífico, la de un es– trecho imaginario, lIamaclo el Estrecho Dudoso Y más tarde, hallado el gran lago de NicaragUa y disipado el mito del estrecho, la del desaguadero de aquel lago en el Atlántico"
Esta ruta que tanto preocupó a los españoles, quie– nes llegaron a la conclusión de que el proyecto más hacedero sería el que aprovechara la presencia del Gran lago, ha sido la causa de las mayores desventuras po. ro la patria de Daría: "esta ruta se enrosca todavía en el destino nicaragüense tentando a los Imperialismos
This is a SEO version of RC_1966_12_N75. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »