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En adelante, la mujer no quiere sacrificar nada y aspira a conocerlo todo a la vez el trabajo, el solario considerado indispensable, el desarrollo sexual, el amor si es posible, luego el moti imonio, las cargos que impone uno familia, la educación de los hijos, [a orga– nización de la casa, a veces fas labores de cocina, (o gente que hay que ver, tos deportes, las vacaciones, etc, todo ello mediante verdaderos prodigios de equi– librismo, de resistencia nerviosa y de valentía Para completar el cuadro que se acabo de

esbozar, parece oportuno dar unas breves indicaciones sobre el nuevo régimen matrimonial de la mujer fran– cesa

Los derechos de la francesa casada

la inmenso mayoría de los asociaciones feme– ninas han coincidido en juzgar que el proyecto de nuevo régimen matrimonial represento, bien un des– mejoramiento de lo condición jurídica de la mujer casada, o bien un atraso considerable con respecto a las ventajas ya obtenidas por la mujer, no sólo en los países anglo-sajones, sino hasta en la mayoría de los países católicos

Por ejemplo, el régimen de comunidad de ganan– ciales que, a diferencio de la porticipaci9n en los gananciales, consagra, como antes, el predominio del marido en la administración de los bienes del matri– monio, está a punto de convertirse en el régimen legal en Francia

Ningún régimen matrimonial en los países occi– dentales establece uno dependencia tan marcado de la mujer con respecto a su marido

En lo referente a los bienes comunes, por otra palte¡ el marido yo no podlá vender o arrendar, sin consentimiento de su mujer, ninguna clase de bienes inmuebles, establecimientos comerciales, barcos, aero– naves o bienes muebles (en particular Jos vehículos automotores) adscritos a la vida corriente del matri– monio (Art 1 435) Esto constituye un progreso no– table en comparación con el régimen actual

En cambio, el marido puede disponer, absoluta– mente sólo, del dinero y los valores mobiliOl ios que, en la actualidad, constituyen a menudo lo esencial de la composición de los patrimonios

Y, cosa más grave aun, el marido puede endeu– dar a lo comunidad conyugal, por ejemplo mediante compras a plazos

los derechos de la ciudadana

Las 23 073 000 francesas, que son electoras y elegibles, contaban a principios de ésta década, para representadas en el Senado y lo Cámara de Diputados trece mujeres sobre un total de 859 diputados y sena– dores

CONCLUSION

A través de los libros, los encuestas, los reIVin–

dicaciones planteadas de antiguo, las consultas de opinjón¡ ¿qué idea cabe hacerse de lo que es lo france– sa de hoy?

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Aspirando siempre al amor y generalmente al matrimonio con una seguridad confiada, lo mujer asu– me¡ de su cuento y riesgo cuando joven soltera, Uno liLJertad amatoria también ilusoria en una sociedad sin control de nacimientos Una vez casada, desearía limitar el número de sus hijos a dos o tres Divorcio poco y se encuentra en quiebrú si permanece sola en un mundo en que la parejo consti(-u~'a la norma Lo mujer independiente que descuella por sus triunfos profesionales es generalmente uno mujer sola y Un coso excepcional un prototipo quizá para la francesa del día de moñona Pela al lado de las parejos mo– dernos, de los mujeres independientes muy evolucio– nadas, existen todavía, maltratadas, temblorosas ante el esposo, mujel es que deben hacer frente o mil difi– cultades de orden social y profesional, así como ¡óvenes aun sometidas a una severa autoridad paterno La pi oporción de mujeres de obreros que traba– jan va disminuyendo en comparación con las burgue– sas¡ que pueden hacerse ayudor en los quehaceres domésticos

Todavía postergada por el 110mb. e en el plano socio plOfesional, la francesa se ve afectada asimismo en el plano jur ídico y cívico, en los que se observa también un ret roceso Sin embargo¡ el avance de lino nueva falanje de mujeres en las carreras liberales contribuye a mantener la idea aceptada de la eman– cipación femenino

Si bien no ha conquistado 10 igualdad con el hom– bre en el trabajo¡ la mujer ha llegado por lo menos o ser, a instancia suya, la igual del hombre en las preo– cupaciones profesionales, aunque sin haber podido re– nunciar a las preocupaciones domésticas. Puesto que son ya raros 105 casos en que dispone de una dote o es mantenida, ¿acaso no tiene derecho a preguntar– se, demasiado tarde quizá, si el trabajo de la mujer no significo más que nada la liberación paro el padre y para el marido? (Ora Suzanne Blum, abogada)

Ante este balance¡ que no parece del todo muy desacertado la emancipación de las francesas no es aun, un hecho consumado¡ esta emancipación no ha hecho más que iniciarse Si hubiera de permanecer tal cual, no pasaría de ser¡ como ha dicho Suzanne Blum, "un mito y la libertad de la mujer una i1usión ll

En esta ilusión siguen viviendo actualmente

Pero, consecuencia imprevista de tal embaimien– to, los francesas, que estiman haber llegado a ser ulibres ll adoptan imperceptiblemente los actitudes y el com~ortamiento de uno persono Y ésta es la cla– ve de su emancipación verdadera A pesar del vene– no cotidiano de la prenso, a pesar de una democracia que -asemejóndose en esto a los campesinos conser– vadores- sólo concede a la mujer los signos aparentes de la emancipación, se estó produciendo un cambio pi ofundo la francesa se está convirtiendo realmente

en una persona adulta Empieza o comprender que¡ ante todo, debe valerse por sí misma para llegar a libe– rarse A estas horas, los mós evolucionados saben que la francesa debe integrarse en un mundo en trans– formación para existir totalmente, y que, si quiere alcanzar lo igualdad, la encontrará, no imitando 01

hombre, sino afirmándose por sí misma, tal cual ;es

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