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« Previous Page Table of Contents Next Page »mentarista marginal del panorama Norteamericano o expresm a su modo sus protestas contra él
Sexo perdido
Esto no quiere decir que la mujer norteamericana pertenece, como han afirmado varios escritores, al "sexo perdido" Ella no se siente nada más perdida que su marido o su hermano, sino que siente que le es más difícil ejecutar todas sus variadas funciones so– ciales sin sentir la presión enorme de las contradiccio– nes culturales que hacen impacto sobre ella Al igual que el hombre, ella ha experimentado pérdida de funcionamiento al faltarle el lugar productivo que tll– vo en un tiempo en la época de la frontera y las casas hacienda, ni tampoco ha podido reemplazmlo con una sensación de dominio sobre el ambiente como lo han podido hacer l~ mayoría de los hombres Per o sería equívoco hacerse la impresión de que ella se encuen– tra sufriendo gravemente por falta del ejercicio de sus funciones
Al contrario, se encuentra atormentada por de–
masiadas funciones Ella desempeña, simultánea– mente, una multiplicidad de cargos, a saber, cónyuge, madre, administradora del hogar, anfitriona, enferme– ra, compl adora, personalidad glamorosa, supervisora de la educación, diversiones y excursiones de los niños, agente divulgador y receptor de cultura, miembro de difelentes clubes y a menudo empleada o profesional De los dos sexos, es el hombre quien se especializa en ganarse la vida y en dedicarse de lleno a un cargo lucrativo, la mujer, carente de. espe¡;;iolización, se con– vierte en el blancó de todas [os exigencias de lo cultu– ra La irribgen que generalrrente se tiene de_ella en' el extranjero, y que lo representa como holgazana; despilfarradora, y mimada, ~s \..!nq imagen en la, cual ella misma no se idel1tificada •Si ha perdido algo de la vitalidad de su, un poco místka, abuela pion.~rq,
ha tenido que tomar trobajqs y respo\1sabilidades qi;¡e sus antepasados nunca se soñaron Ella es oprecfaqa
y homenajeada como nunca antes, está má~ Iipre !'jue, nunCa de un marido tirano, es igual q él ante la ley, se han PL1esto a su disposición una gran variedad de !'le– tividades y oportunidades que ninguno civilización anterior le había ofrecido
El núcleo del problema nO está en la incapacidad biológica o económica de la mujer, sino en lo sensación de sentirse atrapada entre el mundo del hombre, al cual no tiene verdadero interés en dominar, y su mun– do propio en el cual encuentra difícil realizor sus ideales Así', vemos que las famosas caricaturas de Thurber sobre la "guerra entre los sexos" (dónde sino en Norteamérica habría podido una idea ton inculto, expresada de una manera tan frenética, producir tan hondo reacción?) no penetra hasta ese núcleo trágico, que es la lucha interno dentro del corazón mismo de la mujer Cuando Walt Whitman exortó a la mujer
"0 que dejara o un lodo los juguetes y las fantasías y se lanzara, igual que hacen los hombres, en medio de una vida real, independiente y tempestuoso", estaba pensando -al igual que muchos de sus contemporá– neos- en un tipo de igualdad erróneo.
¡¡Eres feliz?"
La mujer hizo io que se le pedía, con la creencia de que lo hacía para demostrar al mundo que era ton capaz como el hombre El movimiento de la igual– dad de derechos y oportunidades de trabajo dio bue– nos resultados en el sentido que la mujer obtuvo un nuevo grado de libertad de acción para ella misma y para toda la estructura familiar Sin embargo, el cabello corto y estilizado, la llave de la casa, el ciga– rrillo, el coctel, el ballet, y el sueldo no han sido otra cosa que símbolos de una búsqueda no tonto de igual– dad como de identidad Y se le ha impedido encon– trar su propio identidad principalmente porque todas las circunstancias culturales -en el marco de lo eco– nomía e igualdad Norteamericana- han estado diri. gidas a competir con el hombre y 01 mismo tiempo a influir en él artificiosamente A medido que va creciendo, se prepara para encontrar al hombi e ade– cuado y casarse con él antes que disminuyan sus atrac– tivos Los valores positivos con que ella contribuya al malrimonio dependen del caso dado El deber de los padres es enseñar o sus hijas lo que una muchacha debe y no debe hacer, vestirlas de acuerdo con los medios con que cuentan (y a veces sobrepasando los medios), dándoles conocimientos y educación, y casán– dolas bien Y respecto a lo que sucederá después del mal rimonio, se asume que lo suma de su inteligencia será tener sus hiios (no m\1chos) y cuidarlos, mantener una cosa o apartamento, conservar su apariencia y su figura personal, cremse un círculo de amistades, y evitar que el interés de su marido se desvíe demasia– do Lo pregunta "Eres feliz?" es dirigida más a menudo a la mujer que al hombre, y ha llegado a te– ner un sigJ1ific.ado casi técnico én el contenido. ~ultural
Norl~ame.ri¿i:iiio q199· así c;ort¡o pnrl:i decir "Estas so· ti$fecho con las <;:c?hdiciones doméstico.s, y te va biel'l con tu ,!1ar'idq y Jos niños?"
De. mQnera qLI6< io qlle llega a ser la mujer es lo ql,le de ellci se elipera. que llegue a ser de acuerdo, con las' normas de nuestra culturo en Id que el hombre es lo presa y !a- mujer la afortunada p desafortunada ca– zadora Lo más desastroso pOlo la mujer es no poder conseguir marido, pero el infortunio de fa solterona es menos preocupación para la sociedad Norteamericana qLle el infortunio de lo casada
"La muier exp\osi'Ja"
La esposa desdichada se ha convertido en un prototipo característico en la cultura Norteamericano Fila puede vivir con la sensación de que lo que su ma– rido espera de ello es trivial y carece de importancia En los grupos de escasos recursos dedica toda su ener– gía al papel de la heroina de la moderación y frugali– dad en los gastos, pero no siempre con la sensación de que su heroismo conduzca o algo Entre fos grupos de altos ingresos a menudo se ve obligado a volver al mundo falso y erótico de los dramas, cines y novelos, al sicoanálisis, y aún a la astrología, espiritismo y las mil cosas a que recurre una mujer para expresar su descontento en el otoño de su vida Aunque no pue·
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