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L,A IIU JE R LATINOA~fERICANA

SITUACION ECONOMICA, SOCIAL y CULTURAi.

SITUACION ECONOMICA

La mujer indrgena

La ocupación exclusiva de la población indígena es la agricultura El indio es campesino Le gusta y pre– fiere vivir en el campo La niayor parte de los indios trabaja eil tierras que no le pertenecen La hacienda, que es un descendiente dilecto d~ la enc~';1ienda colo– nial, no es solamente la tielra, SinO tamblen la pobla-. ción indígena que en ella vive Los indios que viven en tierras de hacienda trabajan, por lo general, a cam-' bio de una pequeña parcela que se les entrega para su usufructo Como el sistema de trabajo que se emplea más comúnmente en las haciendas es el destajo o por tareas, el jefe de familia necesita la ayuda de su mu– jer y de sus hijos para terminar temprano y pod:r dedi– carse al cultivo de su parcela y a otros pequenos tra– bajos que suplementan en algo sus pobres ingresos P~r

esta razón, es muy corriente encontrar a toda la fami– lia indígena ocupada en la siembra, en la cosecha y (ln otras tantas faenas agrícolas La mujer indígena tra– baja éh casi todas las tareas en que se ocupa el hom– bre En veldad, son muchas las tareas realizadas ordi– nariamente por la mujel, y que no Son realizadas por los hombres, que las tareas que ejecutaT\ ordinariamente los hombres y que no son ejecutadas por ,Jos mujeles La mujer indígena es, pues, agricultora Es, además, pas– tora . Desde muy temprand edad se le encomienda el cuidado de las ovejas y de los puercos de ,la familia o de Id hacienda Se dedica tarnbién al comerció, sdlien· do a los pueblos a vender pequeñas cantidades. de sus produétos oglÍcolas o los sencillos artículos que 'confec– ciona",en su hogar, porque la mujer indí.gena c0n.0ce tumbién algunas altes manu<;iles, como el bordado a manoiy la costura a mano, la celámica, la c,estelía y, en algunos tasos el tejido Cuando es necesario y se pre– senta la oportunidad, la mujer indígena sale a trabajar en IdS obras p60licas o en la construcción de edificios

en cplidad de peón Finalillente, et1 los pueblos cerca– nos a Ids comunidddes inJfgenas, la mayor parte de las sirvientas son mujeres indias

Lo niña indígena, desde muy pequeñita, se viste como su madre y la acompaña en todas sus actividades Aprende todo lo que sabe su madre observando y co– piando fielmente sus movimientos, sus tácticas La ma– dre alienta a su hija en estos esfuerzos y con mucha paciencia le permite realizar parte de sus tareas Así, ayudando a su madre en todas las actividades diarias y bajo su supervisión constante y bondadosa, la niña indí– gena aprende todo lo que le hará falta sabel más tarde Por esta raz6n, una niñd es la réplica de su mddre, y es así c6mo se perpetúan las costumbres y se vuelven tradición Desde la más temprana edad, la niña indí– gena ya conoce todas las habilidades que necesitará durante el resto de su vida

La mujer de clase baja

Existen ciertas diferencias en lo que se refiere a su situaci6n econ6mica, de acuerdo con la zona rural o

27,

AMIBA!. BUITIRON

Antropólogo ecuatOliano de la Universidad de Chicago. Miembro del Centro de Educación Fundamental de Pátzcuaro, en México.

urbana que habita. En las zonas rurales, la mujer de

\0 clase baja se enCuen'ra en una sihJOción muy similar, en cietros aspectos, a la de la mujer indígena Sus ocu– paciones, la educaci6n que reciben los niños, etcétera, son prácticamente Jos mismas Pero mientras el flabajo indígena nace del usufructo de una parc!"la, el de la cla– se baja es a cambio de un jornal en dinero, Y es que, por lo general, estas familias no viven en tierra's de ha· cienda, sino en las suyas propias Además, Ids muje' les de esta clase se dedican más activamente, y en ma· yor escala que las mujeres indígenas, al Comercio Los individuos de esta clase no prodUCeh' más, peró sí con– sumen, seguramente, más que los indios. Su economía no es ya de mera subsistencia, pOI lo menos no en' la extensión que lo eS en la población indígena Circula más dinero, se compra y se vende más

En la zona urbana, la mujer de esta clase se ocu– pa principalmente en el servicio doméstico Pero, a di– ferencia de la mujer indígena que trabaja a cambio de la alimentaci6n, el vestido y la vivienda, la mujer de la clase baja trabaja usualmente a cambio de un s~e.ldo

y puede vivir () no en 'la casa donde presta sus servICIOS Un alto pOlcentaje de las familias de la clase media tienen pOI lo menos una sirvienta, mientras que la ma· yor parte de las familias de la clase alta tienen más de una las cocineras, sirvientas de mesa, camal eras, la– vanderas, planchadoras y barrehdel'as de hoteles y casas de huéspedes, exceptuando quizás únicamente los de más alta categoría, son también mujeres de este glupo OtlO porcentaje considerable 'de estas mujeres trabaja en calidad de obreras en las fábricas, especialmente en las de tejidos Casi todas las vendedoras de artículos alimenticios ell los melcados públicos sOn también mu– jeres de esta clase Finalmente, algunas de estas muje– reS son costureras, bordadoras, parteras prácticas, cu– randeras, y las que acaban de llegar del campo no es raro que comiencen trabajando como peones. A más de todas estas ocupaciones, estas mujeres, al igual que las indígenas, tienen qué cuidar y atender sus hogares preparando los alimentos, lavando la ropa, criando a los niños, etc

La mujer de la c1C/se media

Vive de preferencia en la ciudad Sus ocupaciones comprenden una gran variedad de actividades, desde aquellas que no necesitan de ninguna preparación for– mal, hasta las que requieren un glado ma'y0r o menor de especializaci6n En el primer caso esta non compren– didas las mujeres que trabajan de vendedolas en los a Imacenes; las cajeras; las telefonistas; recepcionistas, taquilleras, etc, y en el segundo grupo, las costureras y bordadoras (más especializadas, con clientela más se– lecta o dueñas de talleres), mecanógrafas, enfermeras, taquígrafas, trabajadoras sociales, parteras profesiona– les, profesoras de escuelas primarias, secundarias, de ar– tes y oficios y de bellas artes, médicas, dentistas, far– macéuticas, abogados, etcétera

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