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« Previous Page Table of Contents Next Page »tales o en la extensión soleada de los campos de algo– dón, recibiendo los requieblos de ros capataces y de los mozoS, cantando unas veces, conversando otras, cam– biando chisrnes y sintiendo la emoción secreta de un nuevo amor Por la noche, a la orilla de la fogata de los campamentos habrá oportunidad de lucir sus cuali– dades de cantora o de bailarina, y más noche u otra noche, el c1imax de la tempolada: la fuga con el elegi– do, y la concepción del nuevo hijo la población de Ni– caragua aumenta en Septiemble y Octubre
No participa nuestra campesina en las laboles pe– sadas del campo, como el desmonte, la siembra y la des– yerba Ni en la ganadería la ve'mos ejecutar nada co– mo no sea ocasionalmente ordeñar una vaca Pero la vemos en la pequeña huelta dedicarse con esmero a cuidar sus hortalizas y su jardín Para completar el cua– dro de la mujer campesina debel íamos mencionar otros tres prototipos: la cocinera de la finca, generalmente la mujer del mandadol, personaje importante en la me– moria de todo ciudadano que haya pasado en su niñez vacaciones en una hacienda Rubén la pinta haciéndo– le una gran taza de chocolate. El otro es la campesina que llega a la ciudad a vendel vegetales o frutas, pre– gonando sus pr oductos con una melodía inconfundible El tercero es la que manufactura, enseñada por una tra– dición familiOl de siglos, los objetos de la civilización precolombina: artesanía de barro, de madera, de fibra
y de paja. En los lugares donde aún "la raza se re– cuesta como una pálida sombra envejecida y contrecha" es la mujer la depositaria de los secretos de fa técnica Es ella la que enseña al niño o a la niña Es la abue· la la consultada y la que dirá la ú1t'lma palabra Pela todas estas actividades reseñadas que en lo que se refiere a trabajo participa la mujer campesil,a, son vistas por ellas únicamente como un acéesorio para ayudarse a la supervivencia S.u razón de vivil, su ano helo es la de formar una familia y vivir por entero pa– re/ ella
DESARROLLO FI51CO
Habitualmente por ra,;ones clim&tiéas lIag.a temo prdno a la pubertaCl: 11 años. A los 14 comlenta a ser disputada por sus pretendientes y una noche cuan· do menos se piense desoporeéerá del hogclI. la madre casi siempre sabe con quien se fue. No puede conde· narla porque ella a su vez hizo lo mismo a su tiempo, pero se hará la "blava" por decoro y por costumbre. Luego, ellas volverán y a su tiempo la abuela recibirá en su papel de comadrona al nieto, que luego mostra· rá olgullosa
De una fertilidad pasmosa, continúa procreando hi– íos casi todos los años, resignándose a perder por lo Inenos la mitad de ellos al nacer o en su primer infancia
A lel cuarta década de la vida ya se ha convertido a su Vez en abuela y sus órganos femeninos se encuentran dislocados y deteriorados Su "hombre" sin embargo le es generalmente fiel y envejece junto con ella Se ha acostumbrado a sus maneras y ella se le ha hecho in· dispensable, siguiéndole sus gustos y tolerándole ine/uso algunas infidelidades
SU TOLERANCIA
En esto de tolerar la infidelidad masculina están bastante parejas todas las capas sociales. A una cam– pesina no le importará más que "su hombre" tenga otra mujer embardzada al mismo tiempo que ella, por
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el hecho en sí que por la posibilidad de que el suyo sea una niña y el de la otra un varón. Si al final el de erla fue el varón, nada importalá más En provincias, aún ras clases adineradas tolerarán a los maridos aún a sabiendas de la producción por éste, a veces en can. tidades fabulosas, de hijos naturales A ninguna se le ocurre divorciarse por ello
Se ha dado, con frecuencia, el caso de hijos natu– rales que han sido creados por la legítima esposa al lado de sus hermanos y obtenido la misma educación Esta actitud de filosofía práctica ante este vició de 'Ios pueblos era inevitable por lo difundido lo más que podían esperal Iqs esposas era que el suyo fuela de los menos Pero la tolerancia "ad vitam" no significa que ellas se sometan sin resistencia Algunas hacen gestos dramáticos de abandona del hogar y vuelta a casa, de los padres Otras se conforman con una actitud de "resistencia pacífica" dentro del hogOl y en la alcoba En las últimas décadas este fenómeno ha declinado fa– vorablemente
LA VIRGINIDAD
La virginidad ha sido una virtud muy apreciada pOI los nicdlagüenses a tal punto de considelOr tonto al hombre que se casa y no "devuelve" a la novia si és– to no era doncella Por su propia defensa y por un ti adicional sentido de honor, en los estlatos svperiores, desde la clase media arriba la mvjer permanece virgen,
y se asume que es virgen Aún en estos tiempos, para la mayoría, el matrimonio civil no es autorizadón sufoi– tiente para recibir al marido por la ley Es necesario esperar el moti imonio religioso, el cuol continúa siendo el verdadero, el que le da la seguridad eterna de estar casada Con el aumenlo de la población, y los me· dios de difusión se ha liberalizado más nuestra mujer y ya hay más divorcios, mós por falta de amor del es– poso, por incompl1ltibilidad de caracteres o por manifies– ta irresponsabiliderd ante los problemas domésticos, que por. las .éausa~ Clpe se n:enci.onan en <:tros países.. la l'nu¡er nlc¡jraguel'~e se divorCia poco Clun en la capItal la muc:hachq pi ovinciana de las clases eleVádas, educada en los colegios del extranjero o de las ciuda– des grandes, lleva al regresar a su pueblo la cultura adquirida, pero siguen habituáll'liente las tradiciones lo– cales. Pelmanece vil gen, se Casa joven (por la Iglesia por supuesto), es ordinariamente fecunda y procrea mu– chos hijos Después de fas 25 años comienza el engor· dar hasta llegar a la menopausia habitualmente obesa No traba¡a fuero de la casa, es decir, como dicen los notar ios, es de oficios domésticos Se ven muy raros casos de infidelidad femenina, aún cuando su contra– parte, el marido es, prócticamente hablando, siempre infiel
DEPOSITARIA DEL FOLKLORE
Conserva fielmente el folklore de la localidad en sus aspectos de artesanía, danzas, canciones y leyendas, que amorosamente cuenta a sus hijos por las noches Algunas emigran hacia la capital y ahí se destacan en las sociedades culturales °
en la vida pública, con la misma facilidad que si hubieran sido capitalinas. la capital ha sido la antena de recoger las palpi– taciones del mundo exterior y sus habitantes caen siem– pre en el complejo de rectores del resto del país la mujel capitalina no es en esto unll eXCepción.
ALGUNAS E5TADISTICAS
Hay en Nicaragua actl.Jalmente 360.000 mujeres de
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