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LA MUJER NICARAGüENSE

El adelantada don Pascual de Andagoya nos ha dejaqo en su relación de la conquista de Tiel ro Firme, olgunos datos CUI josas de las costumbres aborígenes del Siglo XVI De estos datas extraeremos el siguiente pá–

TI áfo en qlle hablo, y quizás sea el pI imer ¡uicio escrito, sobre la muíer nicara9úense: "Había muchas mujeres hermosas y tenían por costumbres ros padres, cuando eran ya doncellas para casar, de enviarlos a ganar pa– ra su casamiento y así andaban por la ti el ro ganando públicaniente y desde que tenían ya aiuar para su

casa y palO poder tener algún trato, volvíanse a casa de sus padres y casábanlas, y los maridos les eran tan sujetos que si ellas se enojaban los echaban de casa, y aún ponían las manos en ellas: hacían les servir y hacer tona lo que a UII mozo podrán mandar y el que se iba a los vecinos a rogarles que viniesen a rogar a su mujer que les recibiese y no hubiese enoja Esto no era genelOlmente sino los que

110 tenían lo que habían meneSl'er"

DOMINIO DE LA MUJER

Parece que algo similar ocurría en la Madre Patria por esos tiempos, es decir en lo que al dominio de la mujer en el moti imonio se refiere, ya que vemos resal– tar uno serie de figuras femeninasedipsando a sus cón– yuges, siendo la mejor conocida de todas, pocos lus– tros antes de que Andagoya escribiera estas líneas, la de Doña Isabel la Católica, madrina y patrocinadora del Descubrimiento de estas tierras Los conquistadores y colonizudores descendientes de esa estil pe de mujel es españolas había de fusionol se con las indígenas cuyos hábitos acabamos de ver descl itos

. Sea esto oblo de la casualidad o de que al fin y

al cabo todas las mujeres del mundo son iguales, el he– cho es de que la mujer manda en su casa y que ésto lo tiene ella tan seguro que vive las primeras décadas de su vida preparándose para ello, vale decir, para con– quistar al marido y montar su propio reino En este empeño wenta generalmente con un gran aliado: su propia madre, la cual es entusiasta casamentera, Isal– va obvias desventajas, malas cualidades del navío) la cual no ve como obstáculos la juventud, inmadurez in– telectual o la incertidumbre económica

OTRAS ARMAS

Tiene' fa mujer nlcoragúense otra arma formidable: Es, en un gran porcentaje hermosa, como lo diio el Ade– lantado de Tierra Firme En las clases altas la estatu– ra es mediana o más bien alta, mós baja en las cam– pesinas doncle la sangre indígena se ha, conservado más pUlá De cala agradable {no con la Jinura bonita que se encuentra en las costarricenses ni con el tipo más in– dígena del Norte de Centro Américal, con buen busto la que hace que sean buenas nodrizas, ancha de' cade– ras, lo que les hace dar a luz fáCilmente y hace que to– dos los hombres la sigan con la mirada y uno de ellos la siga hasta el fin de sus días, y panton i1las bien pro– porcionadas, otro punto en el cual se le compara favo– rablemente con las vecinos del sur

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EDMUNIlJO MENDIETA

Ex-Plesidente del Colegio de Médicos y

CiI ujanos de Niclllugua y de la Sociedad Niclllagüense de Obstehicia y Ginecología

la influencia andaluza en Granada se irradió por todo el país, contribuyendo a \el formación de un ca– rácter jocoso y chispeante, apasionada a la vez que tierna, fácil por consiguiente de contrarialse y entonces Oios nos lible! pero también dispuesta al perdón si se le pide debidamente

INFLUENCIAS CLlMATICAS

Tanto en la formación anatómica como en la emo–

cional es probable que hayan intelvenido ciertas in– fluencias climáticas En las zonas baios del Pacífico, donde se aglutina la mayor parte de nuestrcl población y donde hist6ricamente se ha forjado nuestra nacionali– dad, el clima cálido y las fáciles comunicaciones han ucentuado las características En las zonas montañQsas y flÍas del Norte, de comunidades más pequeñas y de vías de comunicación más difíciles, fa mujer ha podido mantener m6s lel pi apio personalidad, que no es otra que la CQf(lcterística provinciana de la mujer latina (fran– cesa, española o latinoamericana) y no el descrita para

la mujer "de los trópicos"

La selva tropical ha puesto un muro aún no salvado, con la regi6n caribe de Nicaragua, donde la raza de color plácticamente se ha impvesto sobre las razas abo– rígenes lmiskitos\ El modo de ser de éstas, mulatas o negrus es el mismo en todo el ámbito del Caribe Existe sinembOlgo un inielto de color en la casIo del Pacífico, región de Nandaime, que es difelente en costumbws y cultura a los antillanos, aunque racial– mente sean similares Estos como descendientes de los esclavos africanos traídos pOI los encomenderos y colo– nizadores, al sel liberados, se concentraron en esa po– blaci6n y mezclándose con indios y blancos adaptaron las costumbres de tocia la región Tienen fama de ser excelentes cocineros

A pocos kilómetros de Nanclaime está el pueblo de Santa Teresa, famoso par el tipo de sus mujeres: altas, blancas, ojos azules o verdes, pelo ensortijado pero ro–

jo, con fama de ser temperamentales, capaces de batirse a duelo con sus rívales

LA MUJER EN LA ECONOMIA

En un país donde el 60"10 de la población es con; siderada lural, y donde la relaci6n hombre-mujer esta equilibrada a 500{. por cada uno, es de esperarse de ella una contribución importante en la producción global de la nación cuyos ingresos principales están basados en la agricultura Y ciertamente que contribuy~, pero únicamente presta su contribución en la recolección de las c.osechas, lab<;lr ésta de la agricultura que puede de– sempeñar con facilidad y que incluso es un aliciente de aventura Bien conocidas son las angustias de las amas de casa cuando se acel ca la época de las "cortes': e,n ras zonas cafetaleras y algodoneras, porque eso signI– fica un éxodo del servicia doméstico hacia el campo, No

importan' ni las promesas de aumento de salario, ni el que trate de asustarla con los piquetes de culebras, ara–

ñas, mayas y todas Jas alimañas del campo Nada Ips detiene del placer de sentirse en el frescor de los cofe-

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