Page 28 - RC_1966_12_N75

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F.-Qué se hace el cuerpo?

Y.-Lo comen los caciques, é por no meter corne de muger en el templo no come de ello el Padre sa– cerdote que está dentro; pero si es el hombre el socrifi– ((ldo, dúnle su parte 01 socerdote para que la coma ..".

pidiéndose (por aver de hazer un vlale a que estaba emplazado dol cruel Aphuis le dixe la india: "A Podre, qué consolada estoy. En llegando donde están los es. trellos me acordaré de vos": y dentro de poco murió".

Vázquez.

Oviedo.

LA MUJER DE DUELO

IBAN MUI ALEGRES

Hai en estas Provincias Volcanes i es el principal el de Masaia, de que se ho hablado, adonde los Indios llevon a ofrecer Doncellas, que con sus vidas aplacaban aquel fuego, que no abrasase la lierro, i ellas ibon mui alegres".

Henela

"Frecuentemente en medio de lo noche oía o algu– na parienta del mue.rlo comenzar una especíe de aullido o lamento bajo y melancólico, enumerando las cualida. des reales o supuestas del difunto y el dolor de sus ami. gas por su pérdida; las mujeres que lo oían hacían coro a este cúntico doliente que subiendo en altura se exten. dia por todo el caserío y en el silencío de la noche ha– cía una impresión muy lúgubre"

Robelt.~

MUJER POBRE DE NACASCOLO

"A las dos y media llegamos al puerto ele Nacasco– lo. Allí había una sala choza, junto a la cual estaba una mujer lavando maíz, con un niño desnudo cerca de ella en el suelo, con la coro, brozos y cuerpo Ilogodos y flu– yendo pus, imagen de la escuálida pobreza".,

Stephens

"la e~posa o esposas de los mosquitos (la poliga– mia es permitida más no común) se cortan sus largos cabellos (cuando muere su marido) porque tienen la idea

que nadie debe tocar aquello que su señor y dueño se complacía en ocarlciar".

"En caso de muerte los hombres y las mujeres mos– quitos se cortan el cabello, usualmente los hombres o

105 lados, dejando el cenlro en formo de cresta".

Müeller

MUERTe CRISTIANA DE; UNA INDIA

"Había una cruz en un recodo junto o la pota, donde o menudo encontraba colgadas guirnaldas de flores naturales. Me entraba viva curiosidod por saber qué era aquello, y un día me encontré o un niño sentoclo al lado de la crut, le pregunté qué esta– ba haciendo alli Me contesfó que aquella cruz: con– memoraha un espantoso asesinato; que eso era todo lo que él sabia, excepto que la víctimo era mujer"

"¡Ah, Padre, esto es una calavera de mujer, una calavera de niña, estoy seguro!

Squie 1 ,

Squier.

..

-¿Padre, cómo apareció aquí?

El Padre Cortine me la quitó rápidomente de las manos, la miró y luego de un modo abstraído y reflexivo contempló el lugcu que habío ocupado. Tros unos ins– tantes de silencio, habl6, limpiando pensativomente la tierra de los huecos de los ojos con el índice:

-¡Ah, señor! era muy linda esta niña. Era la hija menor de la señora M Dios la tenga en su gloria, Mu– rió del cólera el año 37. iCinco mil personas murieron

en cuatro meses, señor! ¡Lo señorita Inés! ITenía solo diet y seis años, señor; pero ero una mujer, y hermosa, cuán hermosa!". - Squier.

LA CALAVERA DE LA SEliloRITA INES

1UMBA DE LA MUJER DESCONOCIDA "En un rancho estaba la india enferma, muy fatigoda; enrIó a hablarla el religioso 119) con zelo de cotequizarla; halló en ella muy buena disposición y desseo; entre la conversación la preguntó la causa de su enfermedad; ella respondió llanamente, que de aver-se bañado avia enfermodo, y que no era lo que dezía su hermcmo do averla hechizado los indios que los Pa– dres avían sC1cado. Hizo el religioso 1I0mar o Aphuis para que la oyesse; mas como era terco, cruel y supers– ticioso, no quise dosistir de su dictamen, aunque por entonces, sin dar as~enso a lo que la enfernla dezia, tra– taba solamente de que el Padre lo curasse El religio– so, que desseuba oplicarle lo medicina de la salvación en el sacro baptismo, prosiguió en el catecismo, y por juzgarla no estar muy de peligro e quería diferir para el siguiente día el baptizarla. Ella no le permitió, sino que con lágrimas y gemidos pidió al religioso que por aquel Dios que le anunciaba, le pedía la pusiesse en el camino para ir

(1 verle, concluyendo, Clssida fuertemen-te de lo cuerdcl del Padre: "No te has de ir de aquí bas-ta que me eches agua, pues es el camino paro ir a don– de están ICls eslre\las; yo me hallo muy fatigada, no sea que me muera esta noche y vaya al lugar del fuego" Viéndola tan firma en la fe, la btlptizó, y preguntándo-lo el religioso si estaba consolada, respondió la indio: "Parece, Padre, que esta aguo a llegado a mi corcn:ón y me a alegrado mucho". Alegre quanfo no es dezible

el buen religieso, aviendola exortado lo conveniente pa– ra su salvación, y que persuadiesse o su hermano a que no la avía hechizado la gente que el Padre sacó, se des– pidió paro irse a recobrar do los sustos que avia pasa– do aquel día, y ser ya muy tarde de la noche. Otro día volvió a ver ItI llnferma; halló muy cansolodo, y des-

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