This is a SEO version of RC_1966_12_N75. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »orilla. Pero las mozas no eran fáciles de engañar y 56–
lo se reían con más alboroto y les echaban agua en la cara a los chuscos que se corrícm. Al vernos a nosotros en lugar de corrar Clvel'gonzodos hacia la costa, como el lector podría suponer, bracearon violentamente has~
ta nuestro bote arrastrando sus largos cabellos sobre la superficie de las aguas. Sonrientes nos miraron a la cara por un momento, exclomtmdo: "California" y al punto se zabullelon como patos, y desaparecielon. Nos pare tía al verlas de pié secando sus cabelleras en la costa que ningún escultor podría desear modelos más bellos para su estudio; ningún pintor, un grupo m6s ímpresionante paro El Baño de las Náyades".
S'Iuiel.
CASTIDAD DESNUDA
"Todas las mañanas y las tardes, centenares de personos de ambos sexos y de toda edad se bañan aquí en promiscuidad. Que este no es un lugar propicio a la modestia, tal como la entien– den las naciones civilizadas de una zona m6s fría, es evidente: pero debo agregar que las señoras de la. clases más altas observan mós estrido decoro. Ellas se van muy temprano de la mañanq cuando la playa es menos concurrida y escogen un luaar a ciqrta distan– cia de la publicidad completa. He observado como regla general, en estos baños públicos, que las muje– res jóvenes y bellas guardaban más modestia que otras que no poseícm suficientes encantos para atraer las mi– radas de los hombres, y en algunos
CClSOS de fealdad
repelente, parecla no existir ninguna raz:6n para la mo. destia en la opinión de aquellas a quienes esto parti_ cularmente les concernía. Esta observación, que con. tradice "na opinión de Goethe no carece de cierto Inte– rés moral pero es de justicia añadir que, por poca im. portancia que el pueblo de Nicaragua le dé a la castl. dad y a la modestia exterior, nunca observé ninguno grosería o vulgaridad en las multitudes mixtas de este balneario público para ambos sexos"
Froebel.
"Uno pretendida, a quien le das una serenata, l. improvisas un soneto, o le dedicas un valse o una polka, es tan apenada para un cbrazo amoroso o para un cá– lido, rico y maduro beso, como son algunos de las ru– borosas y bellas hijas de mi pals; pero sin embargo no tienen empacho de andar muy lijeras de ropas y en ba– ñarse contigo".
Stout.
NEREIDAS EN SAN JORGE
"Algunos se bañaban como a cinco o seis pasos m6s adentro sin otro velo que la ola espumosa. Nuestra pre– sencia inesperada no parecía turbarlas en los mós mínl. mo. A lo más, las que estoban de pie se sentaron cuando nos acercamos y continuoron echándose agua sobre los hombros cOn un huacal... Eran en su mayor parte mu– Ieres de sangre mixta, de un color de carne más o me– nos claro, los cabellos negros, 10$ ojos brillantes y las formas vigorosas de la raza indígena".
Belly
LA MUJER EN LA FUENTE
"El descenso (o la laguna de Masaya) era casi pero pendicular, en un lugar por una tosca escalera, y des– pués por medio ele gradas cortadas en la roca. Me vi obligado a detenerme mienlras pasaban quince o vein– le mujeres, la mayor parte do el1Cls jóvenes. Sus cán– taros estaban hechos de lo cáscara de unas grandes ca– labazas redondas, con caprichosas figuras rayadas en la SUIJerficie, y pintadas o lustradas; sostenidos a la es– palda por medio de una tira de cuero cruzada sobre la frente y Clsegurados con una fina malla. Abajo venian el/as charlando alegremente, pero al momento de llegar al punto donde me hl!lIaba, ya iban silenciosas, con movimientos muy pausados, respirando fuertemente y con el rostro cubierto de abundante sudor. Esta era una gran parle del trabajo diario do las muieres del lu-
gar, y sólo de esto modo podlan procurarse el agua
$U–
ficlente para las necesidades domésticas",
Stephens
"Grupos de maliciosas muchachas, balanceando atrevidamente sus rojas porongas sobr~ sus cabezas, ríen y charlan mientras caminan entre vistosas flores y enjambres de espléndidas mariposas",
FroebeI.
"Subiendo (la laguna de Masaya) todo el dio y la
mayor pClrte de la nochll, mujeres y muchachas l/evan
agua en jarra, de barro en forma de odres, que ba– lancean sobre rolletes en sus cabezal, o llevan colga. das en rodes a ICl espalda",
Balto
LA MUJER EN LA CALLE
"Las calles Ide Granada) se veían más animadas
y las casas mejor construídas al acercarnos al centro de la ciudad; las mujeres iban y venían con bateas, verdu– ras, botellos y un centenar de compras sobre la cabeza, y crías en las caderas ... También había señoritas sose– gadas caminando lentamente a lo largo de las aceras, con una gracia y dignidad de movimiento que rara vez
16
o nunca se ven en nuestras ciudades.. , Las calles estaban repletas de muchachos bulliciosos y las señoras y seño– ritas estaban sentadas en las puertas o en los balcones de sus ventanas gozanélo tranquilamente de la fresca brisa del anochecer, que mecía los faroles colgados frente a cada CClsa, lentamente y de Clquí para alió"..
Squ¡er.
This is a SEO version of RC_1966_12_N75. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »