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« Previous Page Table of Contents Next Page »COCINERA CON ZAPATOS DE SATIN
" ...La cotinera-una belleza marchita, con frescas flores amarillas en su pelo negro, sus pies dasnudo5 en un par de sucios zapgtos de satín blanco borda– dos de oro, el rebozo terciodo en un hombro izquierdo
y un puro en la boca, llevando un plato en cCido mano, sostenidos a la alturo de la cabeza en línea horizontal con las orejas".
FLOebel
LINDAS VENDEDORAS
"Los vendedoras de dulces, generalmente ahoyen– tes muchachas inelias, ataviadas con trajes coloridos, con una batea cubierta con unet limpísima servilleto blanca y tentadoramente extendida van diariamente de casa en casa; y es dífícil a veces y siempre poco galante negarse a comprar algo, aunque sea una insignificancia de su mercancía, El "mil gracias, señor", en la más argenti– na de las voces, vale siempre el dinero que se paga y
de ese modo 105 dulces salen gratis".
Squier
"La señorita con su piel morena oliva bien lavada para lo ocasión, en fina camisa que no le llega a la cintura, y con falda independiente y sin contacto con la cClO1isa, fuma su cig!lrrita y se ríe con un cdmprador, mientras sus chispeantes ojos observan al inocente ex– tranlero que compra
(J prGcios exhorbitantes. ~as sevi– llanas de ojos negros y las muchCichas de Nicaragua
de un color moreno de nuez, tienen el mismo origen; su hablar será algo distinto, pero SU!i espíritus, sus al– Inas son idénticas, y aquel que se para un momento junto Cl la vendedorcita: le comprará. Sus somisas tie– nen un común origen, y son muy dulces las que dibu– jan los carnosos 'abios de las hijas de Nicaragua capa– ces de hechizar a cualquier pobre diablo que, por pri– mera vez, se detenga a su lado.
StOtlt
"En el desembarcadoro, (de la Virgen) muchachas especuladoras de rostros morenos y negros ojos, habían instalado sus chinamos para lo venta de chocolates, ca– fé, limonada, licores, naranjas, piñas y otras frutas del país".
Frocbel
"Muchas vendedoras del mercado (cuando la bQtCl– lIa de Rivas) fueron encontradas al volver con sus ca– nastas vacíQS, y como la disciplina estaba relajada por– que nos sentíamo!i seguros de que el enemigo se man– tendría al otro lado de las barricadas, se permiti6 a los hombres requebrar e interrogar a las mujeres como qui– sieran, y ellas no se mostraron renuentes a un intercam– bio de corles/as
lt.
Doubleday.
LAVANDERAS
"La playa (de Granada) al amanecer está cubierta de ropa. He visto a menudo cien o doscientas muieres y muchachas levantando ropa en la mañana, de Ola· nera que ya sea de tarde o en la mañana un paseo al lago es una alegre dIversión".
Robelts.
12
"Balo los muros, y entre las sombras del fuerte
y los árboles que creían en las cercanías, las indias de Granada estaban lavando prendos de vestir de todos colores ond30ban al viento colgando de los arbustos floro secarse; ICl5 mujel es vCldetlbem con SU$ cántaros, pC1stmdo más filió de lels rompientes para obtener el tlgua limpia de arena: 105 hombres estaban nadando,
y los criados conducíon a 105 caballos a beber, y totio el conjunto formaban un hermoso y animado cuadro.."
Stephens.
"(En Juan del Norte) el sendero llevaba a una her. mosa laguna rodeadtl de una orilla cubierta de verdu– ra donde estaban varias mujeres desnudas hasta la cln. turo.... esttlban lavando, operaci6n muy distinta a la que se uso en nuestro país, y que consistía en remojar los vestidos en el agua, ponerlos en el fondo de un vi8~
jo bote y golpearlos violentamente con garrotes".
Sqllicl'
"Muieres tostadas, siempre de buen humor, con ca– nastas llenas ele lopa sobre sus cabezas, bajan en fila en la mañana y regresan en ICI tarde".
"Una extensión de más de media milla sobre la playa es ocupada por ellas, y aJli medio desnudas y de rodillas, con el aguel hasta la cinturCl, golpean la ropa sobre las piedras, la friegan y la 'Qvan, o bien yendo de aquí para allá, la tienden sobre la limpia are– na de la playa, donde se seca instClntáneamente, con el calor del suelo y 105 potentes rayos do un sol perpen– dicular
Froebel.
"Los muros grises (del fuerte de Granada) y la garita del centinela, que en otro tiempo resonaron con músicas marciales, estén ahora desiertas, solvo en el lu– gar donde 1(1 cantal'Ína lavell'ldera cuelga los estandartes de su afielo-una call1isCl o prendas semelcmteJ- so–
bra las l7Iur",IIc/s, (1 sacarse on e' so,. Estas dam~s oler. titan um2 YClStCl taro" de aporreo. Vuestros vestidos son enviadQs CI lavarse digamos a selenio y cinto ceno tavos la docena, debe t;ldvertirse, claramente, que se incluye 01 qlmidol1ado y el pianthado porque sino ha– brél extras ~n lel cuenta.
1.1;1$ lavanderas llevan la ropQ a la playa, 11"1 colocan entre dos grandes piedras (se. mejcmles a un lavandero), la friegan con jabonallo, y
luego la golpean hasta formar espumas, 'uego la enjua– gan Gil el lago: la enjabonan de nuevo y a golpear otra vez sobre In piedra de manera tan vigorosa que solo pueele ser apreciada por el pobre dueño que está mirando y preguntándose donde conseguirá botones pa– ra reemplazar los que saltan ahora y quien le haré! el zurcido .....
Stout.
"En el c«mino de la bahla de la Virgen vimos las medio desnudas lavanderas de San Juan (del Sur) en grupos pintorescos, fumando sus cigarritos y bromean– do con 105 caminantes mientras descansaban de lavar".
DQubleday.
"Encontramos al llegar (a la ploya de San Jorge), unas treinta mujeres en cuclillas sobrG la orilla ocupa– das en lavar su ropa La mayor parle de ellas estoban desnudas hasta la cintura.. las más jóvenes se cubri.· ron el pecho con un pañuelo, las otras miraron palar
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