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LAS INDIAS

LA MUJER EN EL TEMPLO

LAS CRIOLLAS

Oviedo

"F -Por qué no admitís a las mugeres que entren en vuesll05 templos?

Y.-Porque nuestros antiguos assi lo ordenaron. F.-Las mugeres trabaxan en coger paxa ó traer madera ú otra cosa para hucer reparar los templos? V.-Las mugeres en cosa ninguna de ningun gén~­

ro que sea tocante al templo,. no pueden entender, ni son admitidas por ningún caso".

"Fuimos a la Iglesia de Totogalpa donde encon– tramos varias i('ldias con grandes canastas llenas de bellísimas y perfumadas flores haciendo guirnaldas y

rom iIIetes para adornar los santas imágenes y la Igle– sia El amor ti las flores es otro bello rastro de 105

aniiguos indios que sus des\'.endientes no han perdido".

Balt.

EL TRABAJO Y EL HOGAR

Robel ts

"Tienen CCltg o los hombres de proveer la casa pro– pia de la labor del CClmpo é cigricultura é de la ca2:a é

pesquería, y ellas del trclcto é mercaderías; pero antes que el marido salga de CClsa, la ha de dexar barrida y

encendido el fuego, é luego toma sus armas é va al cam po a la labor del, ó á pescar Ó Ca2:Clr o hacer lo que sabe é tiene por exercicio".

Oviedo.

"Ellas van o las ferias y mercados. Ellos barren la casa hacen el fuego y lo demás y aún en Duraca y Co– biorss hilan los hombres"

GómaHi

"(En Granada)., mujGres moreilas atareadas en sus qudlfJcereS domésticos se ve('l alravez ele las puertas abiertas "

Floebel

lil!..ANDERA5 Y TOR11LLERAS

"Bosquecillos de árboles

¡ frutales sombreaban las ca\;lClñ:!s y atravoz ele las puertas veíamos mujeres hilan– do algocl6n con una pequeño rueca ele pedal o aiareaclas en moler tartmos de maíz ... IncliCls de Nindirí desnudas hasta la cin1urf.l sentadas bojo los árboles hilaban ní– veo algodón o ICl fibra de la pita, mientras sus chicos desnudos y bulliciosos volCll1tinaban alegremente sobre el suelo limpio y pisoneado".

Squiel

"Me divertí con una señora en San Carlos que al describir Ic;ls limpias casas de los huatusos. al doctor Seemann y ti mi, señalaba la suya sin barter y el piso de tierra y decía: "Tienen sus casas limpísimas, Iimpísi– más-tan bién limpias como ésta"

Belt

"Entre los mosquitos la mujer no solamente es la cultivadora de 1" tierra, como es entre los sumos, sino también es la acarreadora de cargas cuando llega el coso de transporlar cargas pesadas"

lV!üellel

"(En Juigalpal todo el trabajo lo hacen los muje– res -los hombres mantienen su dignidad haraganean– do todo él día o meciéndose en una hamaca aburridos

de su holgazanería y con aire descontento y triste. Lfe– gamos

1] una cho2:Q india en la falda de la sierra donde creckm unas pocas matas de bananos y un poco de maíz. Mujeres indias desnudas hasta la cintura esta– ban como de costumbre moliendo mClíz que es su tarea desde la mañana hasta la noche, mientras los hombres estaban alrededor holgazaneando".

Belt.

"Entre los sumos los hombres generalmente aca– rrean las cargas pesadas aunque se regocijan de ICI fuer– za de sus muieres, que son capaces de trasladar una pesada cabeza de bananos por ejemplo de la planta– ción r.l 1,. aldcCl".

Müaller

"(En Matogalpa) en materia de trabajo lo único que ví fue unas pocas mujeres lavando en el río o ha– cienclo tortilltlS o puros en los casas Los hombres co– mo ~e costumbre, meciéndose en las hamacas fumando sin tesar"

Eelt

LA DAMA EN EL MOSTRADOR

"La gente principal no considera degradante ocu– parse de las ll1ás humildes tareas del comercio. Los productos de unCl hacienda por ejemplo queso, mantequi– lla y leche eron vendidos al menudeo bajo la inmediata dirección de la esposa (6) del gobernador; la que tam– bién vendín monta gl uesa y otros artículos manufactu" rados en el país"

"Pero lo que más nos sorprendió fue que en las me– jores CaS(lS no era rnro encontrar una tienda en la es– quina o en un cuarto al lado del patio en la que pocas señoras consideraban impropio de su dignidad o con– trmio a la distinción presidir en cualquier oportunidad necesaria. En realidad éstas tiendas eran generalmen– te supervigiladas por la esposa del dueño que se sen– tobo con su costura en la falda en una butaca detrás del mostrador. y aún cuando recibía a sus visitas en la sala, era cosa común que la dama no perdierCl de vista lo que pasaba en la tienda, mirando frecuentemente por una puerta convenientemente abierta".

Squier.

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