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« Previous Page Table of Contents Next Page »CASTELLANAS DE NICARAGUA
"En las ciudacles grandes de Nicaragua y en las grandes hQci:muas vivían familias que conservaban Itls costumbres y tradiciones aristocráticas de sus ante¡:¡asCl– dos espoiiol:Js Poseían riqueza y vivían con lujo Fre– CIJl)lltern<)nte sus hijos e hijas se edumban en los uni· velsidad:;¡s y conven(cs de EUro[lCl, y Cl~í, eslCI socicdcld
exciusivis~tl de Nicmogu~, l~ll'\llt!Jnkl uno elegcmcia y unCl
brillanto;!, Ul1Cl deiicode::o y Uil ¡afinamiento, que encon– traba su eXIll0s1,:,n cabcd <m el cr.ccmto de sus mujeres y en lo galantería de sus l10mbles Era notable que las ¿cImas de sangre castellClllCl Clan más hermosas y blan– cas y a menudo más otradivos que sus compañeras más more m s Vmias veC8S al dirigilme a una de estas hijas de Castilla tomándole por crioUe!, instantóneamente, pro– testaba ella con illdignación: "SO}" castellano pura!"
Jnmison
LA ESPOSA DEI. GRAL. MUÍ'ÍOZ
"LrJ señoro de MuÍloz era un rClro "espccimen" de belleza nicaragüense y lo mismo su nermona ... Lo señora ele Muñoz y su hermana son 1(15 clamas más hermosas que he visto en el país y sin embargo no podría señalar mucha diferencia en sus rCi~90s con los de otras que he–
bía conocido Había más inteligencia en sus cincelCldas facciones, más decisión en el ojo, en el apaciguaclo aUIl–
que nnturol tono de voz uno suavidad ele e)(presión y ICJ solemnidod tle la dose cenicnle, una raro apretiatión de
los clementos exlrcmjeros y finc¡!monte un positivo cono– cimiento ele la verdadera posición de su país La sefio–
r~l ele MuílOZ ceoml>artía con él su c!mor a la Clventura y
des<:ClIJCl ser hllmbre para clyuclar C1 su mericJo a reali– lur sus planes de emcmd¡:ICJción, y aunque esbelta y Clparenternenle frágil, sin embargo, su ojo de un color profundo, brillanclo con intenso fervor, desmentilÍa la
apen ente debilidad de su constitución"
StouL
RETRATO DE LA MUJER DEL SIGLO XIX
"LCls mujeres de pura sangre españolo son muy hermoscls, y tienen el embonpoint característico de su
S~y.o en el trópico Sus vestidos, excepto en los raros casos en que los tiesos trajes ele nuestro país se han
adoptado, eran muy sueltos y flotantes y deiaban el cuello y los brazos desnudos. Todo el vestido era ge– nelCllmente blanco, pero casi siempre la falda o nagua
el a de cligúl1 gúnero floreado y en este caso el güipil
5<: ustlba bfcmco, prOflJSClmel1te adornado ele enwjes.
ZClpCl~H1as ele sntífl, unr;¡ bcmcla roja o momc!(l ceñida flojl1l1lenle alrededor ele la cintura y un rosario con uno
'.nJ(i!\ iln ele oro, y en fin uno delgadt:1 cinto dorada o
UIKI ~m~Cl de perles atada sobre lo frente y sor,~enienclo
el pelo qur;¡ wío a menuelo en onclas lujuriantes sobre las hombros, CCl1lple~t1bon un atavío ian novedoso co–
m() grClcioso y pintoresco. A todo esto, aí'iódanse los m.9jores atractivos de un rostro ovalado, rasgos regula– res, grandes y lustrosos ojos negros, boca pequeña, per– [uclos diel1tes blancos, y diminutas mcmos y pies y acle– méls una voz SUClVe pero clara, y el leclor tendrá un re– trato de uno dama centroCll1lericcma de rozo puro. Mu– cht:s de Ic:s mujeres tienen, sin embargo, una mezcla de otl·elS familias y reZCIS, desde lo SClnacena hosia la i;:diCl V In negro, en todos 105 grados de la combina– ción, y como hay diferencia da gustos también puede haber cle opiniones !leerce de si el tinte moreno o través del cuol brilla la semgre con un esplendor de durazno
e¡l el cutis de la muchacha, que puede seguir la pista de su Iintlje hasta 105 caciques por una parte, y hasta les orgullosos grctncles de Andalucía y Sevilla por la
c>h·ü, superada como generalmente lo es por una mayor
fleldbiliclcrd }' finura ele cuerpo y mayor animación del roslto -·es o no eJe belleza mós reol que la de la clara
y m';s 1(!ln~luida señora cuyo piel blanca y casi trans–
prll"n~'<l Hl'lob une¡ Q';\ccndendtl m¿.. pmo. Ni la mu–
c!mdlCl indi., de formas torneadas y ondulantes, de (ar–
gos y (us lr~s"s cabellos, de ojos vivos y maliciosos que
ando ree!., como un granuc.loro bojo la pesada carga de su cémtClro ele clgua y la que os stlluc\a con una voz mu–
siwi casi il1solen~e cuando pClsélis- ni lo mucl10cha india debe CJu<luClr fumet de este peregrino contraste del bello seno en esta gloriosa tierra d.!!1 sol".
Squier
UNA MUJER EN EL RIO
"Uno mujer vestida de blanco, atravesó el corredor, se detuvo un instante para mirarnos, y desapareció de– tr6s de un bosquecillo".
Belly
AMORES Y MATRIMONiO
"Sus matrimonios son de muchas maneras é hay bien que decir en ellos é comunmente cada uno tiene una sola mujer, é pocos son los que tienen más, ex– cepto los principales ó el que puede dar de comer á
más mugeras; é los caciques qucmlas quieren".
Oviedo
"Todos toman muchas mujeres, empero una es la legítima, y aquella con la ceremonia siguiente: ase un sacerdote los novios por los declos meñiqu3s, mételos en una camarilla que tiene fuego, háceles ciertas amo– nestaciones, y en muriéndose la lumbre quedan casados. Si la lomó por virgen y la halla corrompida, deséchala, más no de otra manero. Muchos las daban a los ca-
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ciques que las rompiesen, por honrarse més o por quitar– se de sospechas y (lfcín. No duermen con ellos estando con su costumbre, ni en tiempo de las sementeras y
cIYunos.. Destierran al que casa dos ceremonialmente,
y clan lel hacienda a la primera mujer. Si cometen adulterío, repúdicmlos, volviéndoles su dote y herencia,
y no se pueden más casar. Dcm palos V no muerte, 01 adúltero. Les parientes de ellas son los aftoenl'ados
'1 los que vengan los cuernos. A la mujer que se va con otro no la busca su marido, si no la ql,fiere mucho, ni recibe de ello pena ni afrenta. Consiéntenlas echar con otros en cierh:Js fiestas del a.Ílo. Antes de casor son comúnmclI'!le maltls, y casadas, 'buenas. Pueblos de be– hetría hoy donde los doncellCls escogen marido entre
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