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Don Chico sacó la botella de un cofre, se la dio a tener 01 compadre y se fue a sacar agua al tinajón -Sírvase pues mi amigo -le dijo pasándole agua al compadre Lupe

-Ah! Bueno -dijo el compadre Lupe, levantan– do la botella para empinársela Tragó y luego se enjuagó Después bebió el viejo Marco y enseguida la cogió don Chico

-Salud, pues --les dijo

-Salud -le contestó el compadre

-Que le aproveche -le agregó el viejo Marco Don Chico se hizo o un ladito para escupir -Para comenzar está bueno, verdad don Marco? -Ah! Sí -afirmó el viejo cabeceando -Ah! pues, va el otro! -les dijo -Bah! pues! -dijeron.

Así que le dio viaje el compadre, lo siguió el viejo Marco y también don Chico Narvaiz y así estuvieron su rato hasta que bajaron fa botella a menos de mitad -Tenemos que ir a la ermita antes que nos agarre la noche -les dijo el viejo Marco; recordándo– les.

-ChabeI6!! -gritó a la mujer que andaba allá adentro- munós -le dijo

-Ai voy -.le contestó la mujer

La casa de dan Chico Narvaiz ya estaqa llenán– dose de gente que llegaba a verlo El viejo se fue a acompañarlos hasta la puerta

-Entonces ai venimos pues -dijo don Marco. -Lo espero -les contestó don Chico-- no se vayan a tardar

-Como no -dijeron

La ermita quedaba al final de la calle, allá se divisaba entre unos caimita1es

Bastante gente iba y ven ío Todos llevaban sus

presentes al Santo

El Santo era el Señor de Esquipulas, chiquito y negrito como un panecillo, metido entre grandes co– pos de madroños A la entrada están los Mayordo– mos vendiendo los milagros Allí uno escogía si lo quería de plata, de plomo o fierro Si era una ma– nita, una canilla, un pie, un chanchito, una casita, una carreta, un niño

Abajo en el suelo todos iban a depositar su carga que regalaban al Santo Allí había gallinas manea– das, pollos, chompipes, piñas, pipianes grandes, cala– bazas sazonas, puños de frijoles, medios de maíz, botellas de miel, parejas de palomas, guacales de hue– vos, etc

-Está bueno esto compadré _.-le dijo el viejo Marco

-Mejor que el otro año -aseguró el compadre En fa ermita se estuvieron su rato hasta que ya oscureció y rezaron sus oraciones y prendieron sus candelas Entonces hicieron viaje de vuelta a la caSa de don Chico Cuando llegaron donde don Chico ya les tenía lista la mesa que la había jalado allí afuera y estaba guindando un candil de un clavo de la puerta

Don Chico los convidó a sentarse a la mesa y

llamó adentro para que fueran poniendo la cena De donde estaban sentados comiendo veían po-

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sor a la gente que iba para el baile que había donde los Cantillonos.

No había luna y la gente iba con sus candiles De largo se divisaba uno gran claridad, y era la lám– para de gasolina que habían guindado de la ceja de la puerta de donde los Cantillonos

-No quiere nada más? -le preguntó don Chico a don Marco

Don Marco cabeceó porque en ese momentito tenía la boca llena

y usted? -le preguntó don Chico al com– padre

Ya estamos llenos -le contestó el compadre– muchas gracias

Un chavala se le acercó al viejo para avisarle que ya habían llegado los marimberos donde los Cantilla– nos Entonces se levantaron de la mesa y se fueron alistar para ir a echar la paseadito.

Ya cuando llegaron había bastante gente. En cuanto no mas entraron los salió a topar el viejo Can– tillano que se abrazó con don Chico y después les dio

la mano a los otros

Al ratito les pasaron una mesita a los recién lle– gados y unos taburetes

Los marimberos comenzaron a darle duro a las reglas y ya habían salido sus parejas

Una muchacha trajo a la mesa una botella de guaro y otra de chibola que se la posó a la Chabela

El baile ya estaba en 10 fino y los hombres en cada recordada se metían su trago

Muchos estaban bailando pera había otros que estaban viendo no más, allí arrimados en la puerta Al rato uno de esos que por cierto andaba una camisa rayadita, se vino para donde estaban los hombres y le pidió una pieza a la Chabela La mujer no lo quiso despreciar. Estuvieron bailando su rato y cuando ter– minó la música lo Chabela se vino a sentar soplándose del cafor que hacía

Al ratito tocaron otro y el mismo hombre volvió

a sacar a lo Chabela

Ya casi todos estaban picados y comenzaron a gritar y bailar sueltos

El viejo Marco estaba matrero y no le quitaba el ojo a la Chabela

En una de esas, cuando estaban bailando, en

una vuelta del suelto, muy seguro que el hombre aga– rró a la mujer quien sabe cómo, la seña está que am no más se vino ella

Detrás se de jó venir el de la camisa rayada y la quiso juerciar

-Apartate diay! -le gritó el viejo, parándose -No te metás vos, viejo culeco -le dijo el hom-bre dándole un valón

El viejo no esperó un tontito, sino que dejó irle un revés que ni cornada de novillo, que hizo al hom– bre caer patas arriba

La gente se arremolinó gritando y otros salieron

en carrera

El hombrecito se paró a un lado y echando chis– pas por los ojos se le tiró encima al viejo de un brinco como gato, y en cuanto lo agarró le pegó los dientes en el pescuezo El viejo Marco dio un berrido

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