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« Previous Page Table of Contents Next Page »poquito la mecha y después se vino o sentar a su es– critOl io
-Andó Ilamome a Alfonso -le dijo a uno de los muchachos que se había ido a paral a su orilla El muchacho salió en una can era a hacer el mandado,
y 01 rato fue entrando el tal Alfonso con una camisa <Izul y fumando
-y dónde te habías metido? -le preguntó
Y diay pues estaba acostado
-Bueno, bueno, pues entonces andó ir tomando nota
-Como no ---dijo Alfonso y se sentó a la orilla de la mesa En eso estaba cuando entró el Cabo Ra– mílCZ que tloía capturado al hombre de la narizota y le dio un empujón dejándolo enfrente del Coman– dante
El Cómandante muy serio quedó viendo al hom– bre y se rascó la cabeza
-Buena -comenzó hablando el Comandante– esta mujer no quiete seguir con vos, pero vos querés
seguí, con el/a?
-Sí Siñore -dijo el hombre de la nClri:wta, con viveza
-ii Ehé!! -exclamó el Comandante levantán– dose de su asiento- es decir que vos quellf"s mujel a la fuerzo? •
-¡Jo! ¡Jo! -se rieron los que estaban allí oyen– do el asunto
El hombre de la narizota encogió Jo boca y apre– tando las puños le gritó al Comandante "Estu no ser cuenta suya, Siñore Na tené busté que ver j Nada!
¡Nodo!" -le gritó con grandes ademanes
-¡¡So!! -le contestó el Comandante encoleri·
zado- malcriado, pedazo de alcornoque, a la autori– dad no se le contesta así - y parándose reclinado al escritorio hizo gesto de coger una regla rolliza que estaba encima de unos papeles El hombre dio un paso atrás El Comandante se volvió a sentar mal encarado
-Que acaso vos sos casada con éste? -te pre– guntó a la mujercita, señalándole con desprecio al hombre de la narizota
-Nu, nu siñor -le respondió la mujercita toda nerviosa
-Ajá, ajá -dijo el Comandante reclinándose en el espaldar de su asiento- y entonces con qué derecho vos querés exigirle nada a ella, Ah? Ah? Hablá
YOS -le dijo al hombre, pero primero había ogo–
liado la regla rolliza por si acaso el hombre le contes– laba mal, pero el hombre no le dijo ni media palabra -Ve Alfonso -llamó al secretario- ponémele o éste una multa
-"-Por qué? Por qué pongo en el libro -le preguntó el secretaria, mientras iba mojando (a pluma en el tintero
-Alteración del orden -diio- y faltarle a la autoridad -agregó muy serio
El secretario escribió muy lígelO, sin detenerse y enseguida habló al hombre de (a narizota y lllego de platicar con él, el hombre sacó los reales de la__bolsa y se los entregó al secretario que rompió unas boletas
de la punla y se las entregó al hombre
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El Comandante se había levantado de su asiento y se paseaba por la pieza de su oficina cuando de pronto gritó
-Bueno ,y qué es tanto muchachero ¡Afue– ro! ¡Afuera! -y se acercó al escritorio a coger la regla rolliza que tenía, entonces los muchachos salie– ron disparados, unos por la puerta y otros por /0 ven– tana
Anselmo y Manuel se quedaron escondidas entre unos sacos de arroz que allí había para ver en qué paraba todo aquello
El hombre de la narizota después que lo despa– charon y pagó su multa bajó los gradas de (a Coman– dancia hecho uno furia y diciendo cosas en su lengua enredada
Ya fuera, en el quicio de la puerta se quedaran hablando <:)1 Comandante, el hombre de la manito y la mujercita y otros curiosos que estaban todavía allí ve–
lando
-Mi Siñor Comandante -dijo el de )0 mona -Ajá, qués -le contestó el Comandante dis-traído
-Estarles muy agradecidus, agradecidus -De nada hombre, de nado -repitió el Coman-dante turbado- pero yo quiero recomendarles --agre– gó cambiando el tono de lo voz- que ahora no
vuelvan con otro pleito si se encuentran con el otro por allí
-j Ah, no! -le aseguró el hombre
-Oh, mi siñor Comindante -dijo la mujercita, tomándole la mano 01 viejo- yo no querer seguir Phi– lo, favor, siñor, favor
-Hombré Alfonsó -llamó el Comandante al secretorio, desatendiendo por el momento los ruegos de la mujercita- cuándo sale este remolcador? -Ah? Qué fue? Me llamó usted? -preguntó el secretario que no había oído bien
-Qué cuándo sale el remolcador? -le preguntó impaciente
-Ah El remolcador? Pues, yo crea que aho– ra en lo madrugada
-Siñor, siñor -volvió a rogarle la mujercita– yo nu quere seguir Philo, mi pega, mi pega, Siñor -y
se puso a llorar
El Comandante la quedó viendo pensativo y con– movido con (a mujercita
-Siñor, siñor --agregó el otro hombre- y
ello no poder quedarse aquí po mientras sale el remol– cador? Sí? Ella después rinCOl"locer il gasto, sí? -Eso es lo de menos -dijo el viejo- eso es lo de menos -repitió y se rascó fa cabeza pensando– bueno pues -dijo al rato- pues que se quede aquí pues, paro mientras, hasta que pase el otro remolcador que va paro la Barra Allí tal vez se puede acomo– dar en la banca de la oficina
-Mañana pasa el otro que viene de Pocosol _fe aseguró el secretario
, -Ah, bueno -dijo el Comandante
El viejo agarró la lómpara de kerosine y se metió a la pieza paro cerrar la puerta de la Oficina, pero volvió a salir para gritarle al otro hombre que ya se iba
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