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LA MICA

BIEN contento se puso Cherna Pomares cuan– do me vio

-Te acordás de la Mica -fue lo primero que le dije

-¡Je, ¡Je! -se rió o mi lodo una mujercita

-i Ehé! Adiós MaUlde, si no te había cono-cido -Le dije alegre de verlo

La mujercita me abrazó duro y me fijé que ha– bio envejecido bastante

-iSi 50S la misma Matilde! -le dije riéndome -jJe!, ¡Je! -se rió e\la- Pero qué grande que se ha guelto usté -me dijo

-¿Deme razón de lo familia? -re preguntó Pomares

-Están todos bien, muchas gracias -Que me alegro, y la Nío Lolita? -También

--y don Chico?

-Todos están bien -le dije

Yo me senté en una banquito Había allí otros hombres que estaban comiendo, con los cuales me hice amigo muy pronto y despllés estuvimos platicando hasta ya noche

-Es que yo estuve de cuidador en la finca de don Chico, el papá dél -les explicó Pomares a los otros

-¡Ajá! -le dijo un viejo que estaba sentado Q

mi lodo y que se llamaba Miguel

-Bueno -siguió Pomares, entre cerrando sus ojos como tratando de recordar- casi no había (una

-y nosotros habíamos llegado esa tarde -le agregué yo

-¡Ah, sí Yo me acuerdo! -afjrmó Pomarés -Bueno pues -siguió- yo me había recostado

cn la hamaca y como el perro comenzó a neciar, ve a ver qués, le grité a fa Matilde

-Es que le ha cogido tema al gato -me contestó la Malilde

Así fue que ya no me volví a preocupar más Al rClto, el perro sigue, ent~1nces lo chiflé y ya se quedó echado bajo lel hamaca, Pasó un buen rato, yo me estaba acomodando cuando en eso oigo que de un palo de mamón que está en mitad del patio, la cantadera

de las gallinas que se volaban asustadas y el perro en un solo aullido

-¿Qués eso? -grité otra vez

-Ha de ser zorro -me contestó la mujer que también se había dcspertado

Entonces COI ro a traer lo escopeta y me salgo afuera a ver

Así que yo que veía para arriba del palo, cuando

en eso oigo

-·-¡Cuas! ¡Cuas!

Ni más ni menos como una Mica Me vuelvo a un lado y la veo clorita a la animala que me bailaba Ni se que se me vino a la imaginación Vengo,

le apunto pues y fuá! le dejo ir el tiro amigo, y

se capea el allimal, da un brinco y con las manos su bidas me vuelve a hacer -¡Cuas! ¡Cuas!

Quiebro la escopeta entonces y le meto el otro COI tucho y la busco

Se me habíc¡ pel dido en Jo oscuro, yo quedito lo

estaba buscando por unos troncos, cuando me llora a

mi espalda

-¡Cuas! ¡Cuas!

Me lo voltello y entonces ya estaba otra vuelta atrás de mí

-¡Cuas! ¡Cuas!

Amigo ya me puse incómodo, le jocho el perro y

lo noto que estaba en un sofo temblido

-No hoy como en esa horo -dijo el viejo Mi– guel- que decir tres veces "Que la sangre de Cristo me valga" vella eso es ya

-Bueno que me lo haiga dicho -cabeceó Po– mares- Pues, entonces y como le iba diciendo,

cuando diviso de nuevo al animal le dejo ir el otro

-y le distes? -le volvió a preguntar el viejo Miguel

--Qué va! Si no ve que era cosa mala? A mí me entró helazón en el cuerpo y todo me gedía a co– mején Pues bueno amigo, al fogonazo el animal se agacha y ni la quemo y sale encarrera para una hor– taliza

-Sí, es cierto -.-me metí yo en la conversa· ción- me acuerdo cuando se echó al suelo poro pasar el cerco de alambre que hasta dejó el rastril!azo

-y es verdad que así fue

LOS HUNGAROS

E

L río se veía bien calmo y el cielo limpio sobre la montaña

Una loncha se divisaba avanzando despacio en medio río Una garzo se levantó del zacatal y salió volando

La loncha viró cogiendo altura sobre lo corriente y se fUe acercando Una planota traían remolcada y

los pasajeros se veían apiñados, entre los equipajes 'i

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los sacos Un marinero metió la palanca a Ja orilla para no pegar de costado y la lancha se fue ladeando hasta entrar al embarcadero Enseguida echaron un viejo tablón hasta tierra y los pasajeros salieron con si.JS valijas

El puerto todo se veía embullado, ET) las ventQ~

nas de los cosos ·viejas los vecinos estaban asomados viendo pasar la gente que había llegado