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Hablaron de esto y de lo otro, que aquí y que ollá, hosta que Chico buscó con modito en la conver– sación, convidar a Luis Ponay paro ir esa misma tarde a coger unos cangrejos al bajadero Luis Ponay te dijo que bueno

Luis Ponay no le tenía miedo, Luis Ponay era

hombre duro

Chico alistó el bote temprano y le dijo al mucha– cho que se trojero sus trapos porque ya na volvían El muchacho no dijo nada

Los dos hombres y el muchacho salieron como a los lres de la tarde Ambos hombres llevaban una cara rara, perecían dos perros El sol estaba todavía bien fuere '1 los hombres iban sudando

Chico era distinto en el río, esa gente así es, co– mo que se cambian en el aguo, como si lo espesa y verde montaña y el silencio enorme del río les pusiera

el Clima en otra parte

Los hombres anduvieron baslante rato

Ya de tardecita llegaron al bajadero Se oía el golpe del agua en la orilla y las chicharras en las ro– mas

Todo aquello le extrañaba mucho al muchacho Chico se le acerCó y le dijo que no dijera ni una pala-bra El muchacho entendió y sintió miedo

Los hombres se apearon del bote, lo amarraron en Lino roma, se desnudaron y fueron entrando al agua pace a poco

Luis Ponay no tenía miedo, conocía el río como

'i>U'i> monos y se refundió c.on confionz:a

Comenzaron a sacar cangrejos, ya tenían bastan– tes y entonces Chico se salió afuera y le dijo al mu– chacho que fuera adentro del monte a cortar unos

bejucos pora engarc.har los cangrejos El muchacho cogió el cotillo y se metió en la montaña

El río estaba bien serenito había un gran silencio Se oía el agua pegar contra las piedras y las zambullidas de los hombres

La claridad era muy poca pero el río reflejaba

todavía bastante

Chico de repente se puso listo, ya había divisado lo que esperaba el lagarto

El animalote venía quedito, orillado entre unas graneles gamalotes, venía que hasta que echaba pOp'l– tos no hacía ruido Luis Ponay estaba de espal– das

El animal se quedó parado a lo orilla de un tronco, Chico lo estaba viendo y se hacía el que buscaba can– grejos entle los cacastes de piedras Luis Ponay salió a coger aire

-Aquí tengo una pareja de mueludos -le gritó a Chico

-Aquí tengo yo otra -le contestó Chico El lagarto se había refundido y había pasado debajo del tronco Luis Ponay volvió a sacar la nariz pala coger juelgo y se volvió a meter

Chico sintió al muchacho que venia El lagarto ya estaba cerquita Chico se salió encarrera, el mu– chacho había visto el lagarto y antes que gritara, Chico le tapó la boca con sus manos

Se oyó el grito horroroso del hombre, Chico alcan– zó a ver al hombre todavía entre las tapas del lagarto mientras una mancha de sangre quedaba encima del agua

La noche había entrado Oscuro estaba el río y la luna chiquita

EL ARUÑO

LINO PEREZ venía de Romero, por Santa Cruz, cruzándose la montaña por una vieja abra que deja– ron unos huleros

Don Lino venía acompañado por dos perritos, la Golondrina y el Pinto Trala cargado su saco hulado con ropa en el hombro y en la otra mano su machete

y un palo que lo traía de bqstón

Venía pasando por unos bejucales, cuando de pronto siente que se le espantan los perros y en eso el animal que le cae encima desde arriba de las ramOS de un guaba seco El animal le cayó encima del hu– lado y el viejo dio el brinco sobre unos espinales con un gran susto, que sintió que tenía parado el corazón

y que no podía respirar El animal se le sentó en frente violinando el espinazo y con los enormes dientes El viejo jochó a los perros mientras le asestaba un va– razo en la nariz El animal casi le quita el palo, los perros le latieron a la orillita, quiso el tigre coger a un perro, pero el perro se le zafó, el tigre se puso nervio– so, el viejo le volvió a zampar, un perrito se le fue por delante, jai, ¡ai, mientras el otro por detrás le latía

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también, el viejo le tiró otro varazo, el tigre le voló su manotón, el perrito le volvió a latir orillado y el animal se volteó, mientras el viejo re metió un jincón con el machete en el pescuezo y el animal bramó y se fue para atrás El viejo a cada movimiento le iba sal– lando la boca al saco hulado, hasta que en una de esas, cogiendo el viejo de una punta el saco, le echó al animal la ropa encima y con el machete 10 jincó duro, cogiéndolo bien, el anima! hasta se mió, el viejo le dio de filo en la coronita, el perrito le mordió la cola,

el (mimo! le ti~ó su manotón al viejo y él se sacó el tiro

con el palo, pero lo atrasó un tronco y la uña de la pezuña lo cogió apenitas, por el hombro derecho, ha– ciéndole una herida sobre el pellejo hasta el otro lado, pasándole por la barriga con todo y camisa

El animal se ladeó bramando y el viejo le dio otro machetazo y el animal bufó estirándose pesado sobre el suelo

El viejo todavía lo acabó de matar y los perros no dejaban de latir Llegó el viejo ya de tardecita a "El Castillo" y le curaron el aruño

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