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Lo luna estaba pequeñita, apenas se veía entre el mon– tón de nubes

Al rato nos acostamos y nos dormimos . Yo no me acuerdo muy bien que fue lo que pasó ensegui– da, de repente me desperté Dormido había oído al

peso de la noche unas voces, unos gritos, un gemido f(·o yo qué sé que cosas eran

Salí del rancho Afuera estaba bien oscuro Abrí mis ojos hasta donde pude en semejante oscura– na, y por fin me vine dando cuenta, aunque 01 prin– cipio nada de lo que veía lo entendía

Cuando nos serenamos todos, Ruperto me contó lodo lo que había pasado y que era para mí como una pe,;odilla

Lo qu~ sucedió fue que yo me había acostado sin

n[xlgOl el candil Al rato me dormí y como la luz le estorhnbo en los ojos, Ruperto se levantó a apagO! la En cuanta se puso de pie oyó un jcharrás l , ¡cha– rrós' Como de olgunas pisadas, se fijó en los perros

y notó que estaban todos herízos desde las orejas has– ta el ,aba

-Chepé r , Chepé' -dijo llamando al hermano que estaba dormido- huele a tigre, hombré Los indios cogieron sus arpones y se hicieron a un ladito Yo Rupuerto le había visto los bigotes al gato, les puj6 a los perros y los perros se quedaron tensos corno dos arcos El dnimal dio medio vuelto o la ori

110 de la casa husmeó husmeó y husmeó, pero en eso vio o la perra y le peló los dientes y se fue echando, echándose como para írsele encima Esa fue la vainn, el perro se dio cuenta de eso y no pudo más salió chiflado encima del tigre Claro que no se le fue de viaje al frente, reculó y le latió con flll ia El tigre le lanzó un manotón, pero no lo con– siguió porque er perro brincó para atrás En eso Ru– per to se le fue encima con el arpón, pero el tigre le arrebató la vara de un manotón La perra 'le ladró de

un lado y como son tan ligeros esos animales y la pe– rra se había comprometido mucho, el tigre la alcanzó con la uña abriéndole la barriga Chepe tiró el arpón al aire con toda su alma y se lo 1 efundió en los sesos al tigre que ni pujó¡ dio un solo volantín y quedó muer– to como a dos varas de lo pel rita que boqueabo en un charco de sangle

Eran como las dos de la madrugada Ya no nos dio ganas de dormir Estábamos todos sonsos Yo había recibido uno impresión muy fea con todo aque– llo aunqlle para Ruperto y Chepe Méndez eso del tigre no significaba nada, lo que les pesaba en el COrazón era la muerte de la perra /'lturió al ratito.

Nos dolió mucho El per ro estaba tristísimo lloraba y lloraba

Resolvimos echar la perrd al agua yeso fue peor, el perro pmó la noche a la orilla haciendo 10cUf as,

l(lti~ndo, aullando, metiendo las patas en el agua, ol– fatEando, oifclteando y olfateando por todos lados Entonces nos venimos antes de que amaneciera Volvíamos bajo las mismas sombras Ahora ese ruido del canalota sonaba como una danza triste !bamos a medio río y el pensamientd de la pro– fund,dad del agua en lo oscuro nos llevaba azorados L1eaamos al Puerto en lo mañanita Como no era nad;:; bonito contar que a la perra la había mata– do el tigre tontamente, pOlque la gente de allí es muy fregada, entonces llegamos hablando mal de la pe· rra y cuánto nos dolía aquello Yo oí a Ruperto diciendo

-Si no servío la animala, si era pura murriña y oí la dejamos perdida

Pero lo decía con dolor Eran mentiras le dofía, aunque dijera lo que dijera, yo sabía que ese indio quería a su perra como a una mano suya, como a un ojo, como a su alma

EL LAGARTO

•¡E

IH, Chicó Chicóoo!

El viento soplaba fuerte sobre el cañal

-i Eih, Chicó Chicóoo!

El muchacho volviÓ a gritar COn toditas sus fuerzas

El hombre hacía ya rato que se había zambullido en el agua y buceaba entre las piedras, cangrejos de esos coloradotes

El muchacho gritaba porque había divisado un lagarto que venía boyando como una tabla,

Chico, el hombre que estaba en el agua no oía los gritos, y el muchacho afligido se rajaba llamán– dolo

-j Eih, Chicó Chicóoo!

En eso, Dios que es tan grande, el hombre salió

Q cogel aire

-i El lagarta! i El lagarta! -le gritó el mucha–

cho

El hombre volvió la cabeza y vio ai nomasito al

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onirnolota que hasta que tenía lamosa la carroncha ef bruto

De un brinco el hombre agarró una piedra y des– de allí cogió fa orilla

El lagarto sonó las tapas en el aire y se zambulló haciendo un gran remolino de agua

-Qué desgraciado! ---{)ritó C.hico-- casi me har– ta el hijuepuerca.

--Yo desde qué años que te estaba grita, que grita --le dijo el muchacho .

-Qué desgraciado! -dijo Chico--al-)ora ya no sigo, me dejó incómodo, mejor nos vamos No vaya ser que vuelva el caraja

Recogieron todo lo que andaban, hicieron ~na

sarta con los cangrejos que agarraron y se vinieron en el bote para la casa

Ya era de noche, el río había llenado su poquito porque lo corriente estaba fuerte Cuando llegaron a la casa estaba oscuro Un perro latió de largo

--¡ J uaná! ,-{jrito Chico

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