Page 11 - RC_1966_10_N73

This is a SEO version of RC_1966_10_N73. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »

noS colecCionistas, no estaban en mpdo alguno intere– sados en fa publicación de sus paperes viejos, sino al contrario, procuraban guardarlos celosamente como rarezas o curiosidades de su exclusiva propiedad El curioso venía a Ser una variante centroamericana del anticuario Aunque también se acostumbraba ha– cerlo, no era lo propio, sin embargo, llamar curiosos a los que recogían documentos con la intención de pu– blicarlos, porque precisamente eran lo contraria, hom– bres con una auténtica vocación para la historia, como Gámez Pero si era difícil encontrar documentos, no lo era menos publicarlos Los escritores nicaragüen– ses han carecido siempre de medios para editar cual– quier clase de libros, ya no se diga colecciones de do– cumentos, para las cuales nunca ha habido demanda entre nosotros, y por lo mismo se hace imposible sacar siquiera los gastos de la edición. Por el carácter mis– mo de nuestra economía casi toda nuestra literatura, empezando por la política, ha sido de folletos La producción de libros ha estado siempre por encima de nuestra vida económico Tampoco ha habido en Ni– caragua ningún mecenas, ni ricos cultos o estudiosos capaces de publicar libros propios o ajenos Nuestros ricos, en tiempo de Gámez, ya no tenían otra vocación que la de hacerse cada vez más ricos Sin el apoyo del gobierno, es poco menos que imposible publicar documentos en Nicaragua No lo puedo decir con certeza, porque no me dedico o la investigación histó– rica en fas fuentes, ni me es posible consultar otros do– cumentos que los más accesibles al lector ordinario, pela me inclino a creer que, fuera del tomo de Gámez,

Archivo Histórico de la República de Nicaragua, im– preso en la Tipografía Nacional en 1896, sólo empe– zaron a publicarse documentos históricos con apoyo oficial, en relación con la cuestión de límites con Hon– duras, cuando ésta fue removida por don Diego Ma– nuel Chamarra Ese propósito tan limitado, tan ajeno al auténtico interés por la historia, sólo dio, al parecer, para un tomo de documentos -aunque pudo, está claro, dar para más- pero no sé por qué razón, un hombre como Gámez, cuyo propósito era naturalmente mucho más amplio, no aprovechó su influencia en el Gobierno de Zelaya para sacar más tomos de su im– portante Archivo Histórico Don Sofonías Salvatierra, otro nicaragüense con decidido vocación de historia– dor, en buena parte tuvo que sacrificarla por otros menesteres, a causa, me imagino, de la falta de me– dios necesarios o de apoyo oficial suficiente, y sola– mente por una corta temporada -de Mayo a Octubre de 1934- puro realizar investigaciones en el Archivo de Indias de Sevilla, al que fue enviado por el gobierno del Dr Juan Bautista Sacasa, más bien para alejarlo de Nicaragua en momentos difíciles que para utilizarlo en lo que podía ser de veras útil Don Sofonías opi– naba que hay que "atenerse a los documentos antes que a las tradiciones" y es muy posible que él haya si– do, como creía, el primer nicaragüense que realizó investigaciones en el Archivo de Indias De esas lec– turas de documentos sacó la serie de "Monografías Documentales" que cinco años después reunió en los dos tomos de su obra "Contribución a fa Historia de Centroamérica", editada por él en su propia Tipogra– fía t-unque cinco años es más bien poco en nuestras

5

circunstancias para escribir y publicar un libro de ese volumen, no dejan, sin embargo, de ser indicio de las dificultades con que su autor tuvo que tropezar, pero no es menos significativo el hecho de que, exceptuan– do los manuales destinados a servir de texto, cuyo consumo está generalmente asegurado de antemano, la mayoría de las historias aparecidas en Nicaragua -después de las insustituídas de Ayón y Gámez, pu– blicadas por el Estado-- probablemente las debamos a que fueron escritas yola vez editadas por historiado– res que también eran dueños de imprenta, o mejor dicho, por dueños de imprenta que eran también histo– riadores, como don Sofonías Salvatierra y el Dr. Pedro Joaquín Chamarra Aleccionado por la experiencia, don Sofonías opinaba, además, que los gobiernos cen– troamericanos deberían ponerse de acuerdo para apo– yar "una consulta permanente" en los archivos de las cinco repúblicas y en los del extranjero donde se en– cuentren documentos relativos a lo historio de Centro– américa De ahí, naturalmente derivaría la necesi– dad de establecer un organismo centroamericano que haga posible la publicación de colecciones documenta– les y cualquier otra clase de obras históricas

Mientras tengamos que atenernos sólo a los do– cumentos hasta aquí publicados, no es posible saber, me parece, más historia de Nicaragua que la poca que puede aprenderse en las Historias de Ayón y Gámez -las cuales datan del siglo pasado-- y en las biogra– fías y monografías de don Sofonías Salvatierra y del Dr Pedro Joaquín Chamarra Aun así casi todo nues– tro modesto saber histórico es más tradicional que do– cumental Si no tuviéramos narradores de tradicio– nes, como Pérez y Arancibia, o los historiadores mencionados no utilizaran también ellos la tradición, ni se fundaran en sus narradores poro suplir lo falta de información documental, nuestra historia estaría aun más llena de lagunas y sería aun más sucinta de lo que suele serlo en los textos escolares Es necesario reconocer que en el estado actual de la investigación histórica, ni los historiadores más documentados, ni los más exigentes en cuanto a prueba documental, podrán escribir nada que t~mga sentido acerca de cual– quiera de los períodos de la historia de Nicaragua, desde la independencia hasta el principio de Jos Treinta Años, si no han leído a Pérez y Arancibia, o lo que viene a ser lo mismo, si no se atienen en muchas cosaS únicamente a la tradición No deja por eso mismo de ser una lástima que en Nicaragua no hayo habido más que esos dos cronistas, que aunque bas– tante bien situados -especialmente Pérez- y desde luego no incapaces, hayan sido personas de importan– cia más bien secundaria y de capacidades no sobre– salientes

Lo que no hemos tenido son propiamente memo– rialistas Por motivos o causas que sin dudo valdría ia pena escudriñar, los protagonistas nicaragüenses de nuestra historia, salvo en dos importantes casos re– cientes, no han dejado memorias escritas o narracio– nes de los hechos en que tomaron parte, como en cambio lo hicieron algunos de los hombres de la Fe– deración Hay que pensar lo que sería para lo inteli-

Page 11 - RC_1966_10_N73

This is a SEO version of RC_1966_10_N73. Click here to view full version

« Previous Page Table of Contents Next Page »