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« Previous Page Table of Contents Next Page »parecía que la enfermedad se cebara tdmbién en ellos con mayor saña que eh otros a quien~s tlOtabo me;or Pero empezaron a llegar otros para sustituir a los que se llevaba la guerra o la enfermedad En la ma– ñanCI del 21 de abril arribo el vapo(
(1 Granada con unos doscientos hombres a cargo del 'general Hornsby, que había ido a negocios a los Estados Unidos Como los americanos habían sido reorganizados después del 13 eri dos batallones, uno de rifleros y otro de infante– ría ligera, se formo con los nuevos reclutas un segundo batallon de infantería, del cual leonidas Mclntosh era el mayor y James Walker y James Mullen, capitanes. Más de veinte hombres habían venido de su propia cuenta a Granada; se tes enrolo por cuatro meses y se les puso en el cuerpo de batidores mandado por el cd– pit6n Davenpórt Este refuerzo reoniino por supuesto a los veteranos; porque algun06 de ellos, si se consideran los servicios que habían prestado ya, podían llamarse con iusticia osI; y después de la llegado de los reclutas, todos estaban tan ansiosos como nunca de marchar contra el eheJ11igo que se encontraba en Rivas
y al paso que aumentabó \a fuerza nicaragüense, la de Costa Rica se consumía rápidamente, minada por los dos cánceres del colerd y de la deserdon.
Cuando los americanos se letiraron de Rivas, los costarricenses, a quienes estorbaba el gran número de sus muertos, en vez de enterrarlos, los ech<!ron en los pozos de la dudad 1 Su servicio sanitario era defi– Ciente/ y como los hospitales estaban atestados y mal regido$, las heridas enconadas de los pacientes habrían causado alglina plaga, auh sin la apatlcion del calero. la epidemia qlJe empezo a brotar en su campo, pocó después del 11 de abril, era probablemente el mismo
colerín que dtaco a los democratas en San Juan del Sur el año anterior y él los americanos en la Virgen. los calambres producidos por la dolencia en esta forma no son tan violenfos como los del colera asiático, ni el pa– ciente sucumbe con tanta rapidez. Sus mortales efec– t!'s eran maY.ores €!n el campo costorric(lnse por el abo– timi¡¡ntó general que reinaba en los oficiales y fa tro– pa, al ver los resultados del primer con~licto éon el ene– migo que habían venido a expulsar de Centro América con fóciles marchas y la sola fuerza d~1 número, como se lo imaginaron.
Pronto supo Walker por las gentes de San JOt ge la situacion del campo costan icense lejos de recibir reclutas nicaragüenses, todos huían de la ciudad apes· toda. Tan plonto como se retiraron los americanos, Mora se puso o hacer trincheras, y solo esto denuncia– ba el temor de otro ataque; pero al sol;lrevenir el co\ela
y la deserCion el invasor perdio la esperanza de man– tenerse en sus posiciones, aún al amparo de los ado– bes de Rivas Tampoco podían los Qficiales costarri– censes ocultar a sus soldados el hecho de que los ame– ricanos estaban reCibiendo refuerzos 'El temor de un ataque vino a aumentar el desaliento y cada día las víctimas de la peste eran para ésta una presa más fá– cil También corrían vagos rumores de movimientos en Costa Rico contra el gobierno de los Moras El pue– blo, empezando a sentir el peso de la, glJerra, pregun-
1. Lo que Walker dice aquí no sólo es falso, sino exacta· merité lo contrario de lo que sucedió Ló~ filibusteros fue– Ton quienes écharon los éadávell~S de sus compañelos en los pozos de Rivas El ejército d~ Costa Rica quedó dueño del campo de: blltalla; y enterró lÓB BUyOS el 12 de abril. N.
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taba por qué se hacía, y al partido que dUlante años habían mantenido proscripto de los asuntos públicos, se le ayo levantar la voz contra la guerra injusta que un presidente ambicioso estaba haciendo poro aumen– tar su poder personal Don Juan Rafael Mora vio que tenía que salir de Rivas y volver a San José Por esta razon puso a su cuñado el general José Mal ía Cañas al frente del eiército, con orden de hacerlo regresar a Costa Rica, y el atribulado presidente monto a caba– llo y se fué por el caminó del Guanacaste casi solo No entraba en el plan del general nicaragüense malgastar sus fuerzas contra un eiército que otras cau– sas estaban destruyendo eficazmente Por lo tanto no se movio de Granada hasta no saber que los costarri– CenSeS se preparaban para abandonar a Rivas Enton– ces puso los batallones de t Hieros y de infantería li–
gera a bordo del vapor del lago y se fué con ellos a la Virgen Desembarcaron éstos ton de prisa como lo permitio el estado ruinoso y carbonizado del muelle, y
se les dio la orden de avanzar por el CC1mino del Tránsi– te hacia San Juan del Sur; pero la tropa no había cami– nado una legua cuando llego a caballo un mensaiero sin resuello con la noticia de que Cañas iba ya mar– chando rápida y desordenadamente hacia el río de \0
Flor Al propio tiempo traía una carta dirigido a "Wi– lIiam Walker, general en jefe del ejército nkaragüense", firmada por "José María Cañas, general en jefe del ejército costarricense", y concebida en los siguientes tér– minos:
"Forzado a abandonar {a plaza de Rívas por la aparicion del colela en la forma mas alarmante, me veo en la ,necesidad de dejar aquí enfermos que no pueden
~er tránspoltados sin poner sus vidas en peligro Es– pero de lo generosidad de usted que serán tratados con, todos (as atenciones y el cuidado que su situacion exige Invoco las leyes de la humanidad en favor de
~$tos desgraciados, víctimas de una espantosa calami–
4ad, y tengo la honra de proponerle canjearlos, cuan– do se restablezcan, por más de veinte prisioneros que están en poder nuestro y cuyos nombres le enviaré en ulio lista detallada para hacer el canje Creyendo que esta proposicion seló aceptada, de acuerdo con las le· yes de la guerra, tengo el honor de suscribirme, con 'sentimientos de la más alta considerocion, su atento ser· vidor"
Está por demás decir que los cirujanos recibieron inmediatamente la orden de hacerse cargo de los en– fermos del enemigo dondequiera que se encontrasen Así fué como telmino el primer acto de la gueno de exlerminio Si el ¡efe nicaragüense hubiera sido un hombre orgulloso o capaz de gozarse en la humillacion de un enemigo, se le habría podido perdonar que sin– tiese algún deleite al recibir la carta de Cañas El ene– migo que no hacía dos meses había declarado la gue– rra a los "filibusteros", ordenando que todos los que se tomasen con las armas en las manos fueran fusila– dos/ venía ahora a suplicar al comandante en jefe del
ejército nicaragüense que perdonase la vida a los sol· dados enfelmos que quedaban en Rivas las vícfimas del consejo de guerra asesino de Santa Rosa, los bayo– netazos dados o fas prisioneros heridos que se encon– traron cerca del altar mayor de la iglesia de Rivas, los insultos hechos a los cadáveres de los que el 11 de
a~ril ofrendaron sus vidas en oras de. un pdís que solo por adopCión era
su patria, debían - ser vengados pe;--
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