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En la noche del 12 el campamento estaba de nue– vo en la margen del Ochomogo; Se mando al coro– nel Natzmer que se adelantase hasta Granada, con or– den de hacer venir a Nandaime todos los caballos y mulas disponibles, así como algunas provisiones, y a

eso del mediodía del 13 la fuerza llego a este pueblo, donde el ayudante general dio el primer informe sobre las bajas habidas en Rivas Según este informe oficial hubo 58 muertos, 62 heridos y 13 desaparecidos La mayor parte de los últimos regreso; de suerte que la pérdida total puede calcularse en 120 hombres 2 Los oficiales muertos y heridos fueron muchos en propor– cion Entre los primeros estaban los capitanes Huston, Clinton, Horrell y Untan; los tenientes Morgan, Sto11 , Gay, Doyle, Gillis y Winters; entre los últimos, los capi– tanes Cook, Caycee y Anderson; los tenientes Gist, Jo– nes, Jamieson, Leonal d, Potter, Ayers, latimer, Dolan y Anderson. Es difícil determinar las bajas del enemigo, porque los cehtroamericanos nunca las declaran con exactitud ni a sus mismas jefes; pero es probable que quedaran cerca de seiscientos costarricenses fuera de combate: doscientos muertos y cuatrocientos heridos Al empezar la lucha eran más de tres mil y sus bajas pue– den calcularse por el húmero !;le los heridos que des– pués se llevaron de Nicaragua

De Nandaime a Grcmada la marcha fué 100ga y fatigosa a pesar de los nuevos medios de transporte De modo que cuando fas destrozadas fuélzas de la Re– pública entrqron en la capital el a ya más de la media– noche Sin embargo, los amigos del gobiel no en Gra– nada estaban levantados para recibir a las tropas con toda dase de dem9straciones de lespeto y confianza.

Las campanqs repicalon alegremente, se dispararon co– hetes y todos se mostraban agradecidos por los servi– cios que el ejército acababa (;le preslar al país Aun

c~ahdo los af'r.1éricanos no ,lograron sacar a IQs costa" rnCenses .de. Rlvas, les hablan asestado un golpe que los paralizaba. A Mora le sorprendio lo súbito y fuerte del ataque, y la vista de los hospitales de Rivas, reple– tos de heridos, abatio el ónit'r\o de sus soldados hovi" CÍos en los quebrantos y sufri~ientos de la guerra. Los habitantes d~1 departamento Meridional, as! tomo los del Orientol, ·\(i~m9Q que los dmericanos no se intimi. daban con el numero de las tropas traídas contra ellos, recobraron la confianza ya un tanto perdida desde el desastre de Santa Rosa.

.. A la vez que Mora penetro en er departamento Me– ndlonal, una columna de 250 costarricenses fué enviada k'

río Sarap,iquí para cortar las comunicaciones de Wal-er ~or el tlO de San Juan E.I capitón Baldwin, oficial aCUCIOSO e inteligente, se hallqba en la punta de Hipp cuando supo que el enemigo estaba abriendo Un cami– no p~ra salir al río No espero su llegada, sino que se fUe aguas arriba del Sarapiquí y ataco vigorosamen– te a los costarricenses que venían abriendo el camino

y los rechazo, causándoles muchas bajas y poniéndolos

~n .sumo desorden. En cuanto a él tuvo un muerto, el

e~lente R~kestraw, y dos hi;lridos. El enemigo dejo ll1as de vemte mUertos en el campo Este combate del --

ke 2 Hay buenas razones pina creer qUe las bajas de Wal. di¿a s~perarl'~ al nútn,elo de 120 consignado aquí. El mismo

lliónior flda dI? de Granada. con. 55Ó hpill.bres y, según testi~

del T. e ¡guós de la epoca, regreso con sólo 300. N.

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Sarapiquí fué ellO de abril y los costarricen~es en de– rrota no pararon en su fuga hasta San José II

Tan pronto como llego a Granada, el general en jefe envio al presidente, que estaba en Leon, Un porté circunstanciado del combate de Rivas, y uno 9 dos días después mando a Mr Fabens con cartas para D Pa– tricio, insinuándole el nombramiento del padre Vigil para ministlo en los Estados Unidos A lo carta reld· tiva al combate con los costarricenses contesto el pre– sidente dando los gracias al ejército, en nombre de la República, por el valor y buen comportamiento que ha, bia mostrado en el ataque contra los invasores de Ni– cO/agua; y Mr Fabens trajo a SU regleso las credencia– les e instrucciones del pddre Vigil como ministro Este se alisto en el acto para irse a San Juan del Norte con Mr John P Heiss El sacerdote consintio en dejar su • comoda casa de los tropicos para ir a explicar debida– mente al gabinete de Washington la índole de los su– cesos que estabon ocun iendo en Centro América. Mientras ,el grueso del ejército andaba en ro expa– dicion a Rivas, Schlessinger había quedado en Grana– da bajo SU palabra Tuvo la oportunidad de recon– quistar hasta cierto punto su perdida reputacion, mar– chando voluntariamente con los americanos contra el enemigo; pero no la quiso aprovechar; al coptrario, se quedo para cubrirse de mayor infamia, si era posible, añadiendo el crimen de desercion a los que ya había cometido El consejo de guerra lo dedo ro clJlpabfe de todos los calgos que le hicielon y fué conden~do amo– rír fusilac:lo con publicacion de la sentencia qn todo él mundo civilizado Mós tarde ingreso en un cuerpo de legitimistas que peleaba contra Jos americanos y en el seno de semejante sociedad zozobro, perrnitiéndo q.ue le tlatasen con mayor desplecio que al último salgado, aun de 10$ de un ejército centroamericano. Ahora ha caído tan baj¿¡ que sería un acto indigno ejecutar en él la sentencio de un tribunal honorable.

Despu~s del regreso de los americanos á Granada, un enemigo más cruel y maligno que Jos costatricenses empezo a hacer estrqgos en sus filas debilitadas. la fiebre que ya se hdbía lIevgdo a muchos, reaparecio con carácter más grave aún. El mayor Brewster fué una de sus primeras víctimas y poéas pérdidas podían ser tan lamentables como la suya. Poseía esa bravura ti anquila que no se altera ante ningún peligro, y en los momentos de I=lrueba y de infortunio era cUdndo podía

saberse todo lo que valía. La pérdida de oficiales que morían precisamente cuando empezaban a fQrmarse y a dar a conoter su carácter y sus méritos, fmpidio a la fuerza americana adquirir la disciplina y solida vir– tud que pudo haber alcanzado Tanto a principios co– mo a fines de la guerra de Nicaragua, los oficiales que ambicionaban aprender SlJ profesion, los acuciosoS en el cumplimiento de su deber, elan los más inclinados a buscar el peligro y por consiguiente los más expues– tos a sucumbir bajo las balas del enemi!il0; y a veces

1. Walker alude aquí al comb.ate del Sardinal, ,en que según el parte firmado el mismo +0 de ablil ·de 1856 en El

Muelle de Salapiquí por el teniente cOlOnel D Rafael OIOZ–

CO, tuvo la fuelza costarl'ieense un solo muerto y 10 heridos,

lUlO de los cuales j'ué el genelal D.FIorentirio Alfilro que la J:I1andaba. Los filibustelo6 se i'etii:aron a ll!- puntil. Hipp, 4)

La Trinidad, y los costarricenses 111 Muelle dé Sai'ilpiquí. El encilentl'o del Sardinal fue de POCl!o jill¡iortancia. y ambos M.

versados se atribuyeron la. victoria. N. del T.

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