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zos para sus campos, una gran deuda que na puesto en apuros a su tesoro público y la perspectiva de con– mociones civiles que vendrán a perturbar sus labores.

Mora también está cosechando en el destierro los frutos de Sil política; pero pasemos frente a Mora proscripto, como ante Ugolino en el infierno: de lejos y en silencio

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LA INVAsrON COSTARRICENSe

El 1 9 de mdrzo de 1856 la tropa regular america– na al servicio de Nicaragua se componía de unos seis– cientos hombres distlibuidos en dos botollones, el de rifleros y el de infantería ligera El primero lo manda– ba el coronel M B Skelrett con el teniente coronel E J. Sanders y el mayor A S Brewstel El de infantelÍa eS– taba a 105 ordenes del coronel B D Fry y del mayor J

B. Markham. Casi todas las compañías del de rifleros se encontraban acanlonados en leon; una sola, mando– do por el capitán Rudler, estaba en Rivas; el mayor Brewster era el comandante de esta plaza El batallan de infantería ligera se hallaba en Granada Desde que se nombro al coronel P R Thompson ayudante general,

d principios de feblero, la organizacion del ejército se había estado haciendo con meior sistema y más orden El cuerpo de sanidad estaba bien dirigido por el Dr Ma– ses; el coronel Thomas PFisher e¡erda el c¡:lrgo de co– misario ordenador W K Rogers había sido nombrado recientemente comisario general auxiliar, con el grado

de mayor, y se encontraba al flente de la proveedul ía El coronel Bruno van Natzmer era el, inspector general; pero residía en Leon con facultades generales e indefini· das para reglamentar la administracion de la ciudad y

ver que se atendiese debidamente a las necesidades de fa fuerza americana Prestaba valiosos seNidos For el conocimiento que tenía de las gentes del departa– mento Occidental, tanto más cuanto que corrían cons– tantes rumoles de disturbios y difiéultades de parte de los hijos del país residentes en LeDn. " Durante los cuatro nieses transcurridos desde el es· tablecimiento del gobierno provisional, la mayor parte de fas americanos habían estado de guarnídon en Gra– nada; peró a causa de la plaga reinante en este lugar, así como por la necesidad que" veces había de fuerzas militares en otras partes fué menester enviar pequeños cuerpos en distintas direcciones de la República, acos– tumbrando así a las gentes de los distritos remotos q

ver a los americanos, y a éstos a conocer los caminos

y las preocupaciones locales de 165 habitantes El co– ronel Fl y hobía estado varias semanas con un destaca. mento de batidores en las cercanías de Matágalpa, lIe. gando hasta Juigalpa pala sofocar ciertos disturbins que los legitimistas estaban promoviendo entre los in– dios Para la disciplina y el estado de ánimo de las tropas, habría sido mejor que éstas hubiesen permane– cido menos tiempo en Granada y en menor número; pe–

lO como allí estaban conforme al tratado, el deposito de armas y el asiento del gobierno, la actitud de 105

legitimistas de la ciudad obligaba a mantener en ella

u~a fuelte guarnicion la abundancia de licor y la ali'

~io~ de muchos de los ~~iciares d beberlo, no solo per– \udlcaban la salud del elercito sino que eran muy gran– des obstáculos para el desenvolvimiento de sus virtudes militares

Además de la fuerza regulen compuesta de ame\ i–

conos, había más de qujnientos hombres optos para

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empuñar (as almas ocupados en negocios civiles en Granada o a lo lalgo de la linea del Tlánsito ~n la c;apital vivían bastantes americanos que desempeña– ban cargos civiles, además de los obleros que estaban constluyendo un mueHe en el antiguo fuerte; y en la Virgen y San Juan del Sur tenía la Compañía del TI án– sito muchos individuos ocuparlos en !ces obras que es– taba eiecutando en ambos lugOles Algunos de ellos estaban 01 ganizados en compañías de voluntarios; en La Virgen había una bien uniformada y a las ordenes de George McMunay, con cerca de cincuenta plazas Muchos creían que en caso de trastornos se podía te– ner en estos voluntal jos tanta confianza como en la tro– pa regular, y por consiguiente se calculaba que si ocu– rría una invasion era posible contar con unos mil dos– cientos qmel iconos para la defensa de NicalOgua Pocos días después, el 9 de marzo, la tropa regu. lar iecibio un gran refuelzo con el arribo a Granada de más de doscientos cincuenta hombres bajo la direc– cion de don Domingo de GoicoulÍa En la noche ante– rior a la llegada de estos redutas, un correo de gabine. te del gobiel no de San Salvador, el coronel Padilla, ha.

bía entrado en Granada, y por la mañana del 9, vis– tiendo un uniforme estrafalario y llevando en la cabe– :z;a un sombrero ele tres picos que trajo desde Cojutepe– que al través de las montañas, se lanzo a la calle para hocer una visita al general en ¡efe los nuevos redu– t¡:lS awbaban de llegar a la plaza principal y estaban fqrmodos de moclo que pareciesen lo más numerosos que fuera posible, éuando Padilla penetro en la residencia del general La sorpresa del salvadol'eño al ver tantos hombres de aspecto raro fué tan grande como el asom– bro que a los ameliconos causo su larga y flaca huma· nidad metida en unos pantalones demasiado cortos, con los brazos y el pecho estrechamente embutidos en un pequeño levitín militar abotonado hasta el cuello y que se empeñaba en deslizar la extremidad de sus fai–

dones más arriba de la boca del estomago. Como Pa– dilla había traído despachos del ministro de relaciones exteriores de Cojutepeque, señor Hoyos, en que éste preguntaba por qué se estaban introduciendo america– nos en Nicaragua, la llegada de Goicouría y sus reclu– tas no era inopOltuna

Entre tanto Schlessinger había reglesado de Costa Rica, contando como lo habícm tratado por allá Ma– nuel Argüello, por quien se fué Selva del gabinete, se quedo al lado de Mora con sus amigos legitimistas, y su conducta era un eiemplo del modo que tenía de por· tarse la antigua faccion glanadina Por consiguiente,

el 11 se organizo con los nuevos reclutas un batallen de cinco compañías al mando de Schlessinger; el capi– tán J O'Nea! fué ascendido a mayor e incorporado o esta tropa El mismo día lanzo el general en jefe una proclama que terminaba ordenando al ejército adoptar y llevar la cinta roja El objeto de esta proclama era

obtener la coláboracion entusiasta de los democratas

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