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« Previous Page Table of Contents Next Page »arreglos para la entrada de mercaderías por el Realejo,
y pudiera ser que los intereses del ministro fuesen al– gunas veces opuestos a los del gobierno a quien servía. Con el ministro de hacienda trotaba también D. Tomás _como llamaban a Manning- cuando éste tenía la bondad dI! prestar alg' n dinerito al tipo del uno y me– dio o del dos por ciento al mes Y como Carva¡al fué el ministro que refrendó la primera contrata de Caste– Ilon con Cale y fUéra de él y el director nadie tuvo conocimiento de su contenidó, es probable que se mos– trara lo bastante complaciente para de¡ar caer Una copia allí donde pudiera encontrarla D. Tomós. Como quiera que sea, Manning supo de la contrata de COle poco después de haber sido firmada e inmediatamente hizo amonestaciones a Castellón acerca de la política que estaba siguiendo; pero el director había ido a Inglate– rra a negociar, én nombre de Nicaragua, tocante a fa Costa de Mosquitos y fué bastante sagaz para ver el derrotero de la política britónica y lo sujeción en que aspiraba a mantener a su país. Por cOhsiguiente, lós amonestaciones de Manning sirvieron de poco
Es probpble, pues, que el gabinete británic;o estu– viese desde el principio bien informado del movimien– to americano en Nicaragua. En tanto que el gobiérno de los Estados Unidos no tuvo de los sucesos de aquel país, antes de la sorpreso de Granada, más informes que los publicados en los periodicos, es indidudable que lorel Clarendon recibía de fuente ofició1 noticias mi– nuciosas y detalladas De consiguiente, al enterarnos de los acontecimientos, nO extrañamos ver a lord Cla– rendon profundamente interesado en los sucesos de Cen– tro América e instando a Costa Rica, de hecho y de pa– labra, pdra que hiciese lo guerra el los americanos de Nicaragua
Las fuentes de informacion sobre esté asunto son exclusivamente costan icenses, y los únicOs heéhos pu– blicados son los contenIdos en ciertas cartas que se to– maron en Id valija de correos inglesa destinada a San José, en el mes de marzo de 1856 Entre ló corres– pondencia interceptáda estabó la copia de una nota del
subs~crétario, de Estado en el despacho de relaciones ex– teriores Mr E Hammond para E. Wallel steín, consul ge– neral de Costa Rica eh Londres la hota está fechada en el Fore!gn Office, el 9 de febrel'o dé 1856, Y haée saber al consul general que lord Clárendon ha Sido in–
formad~ por el departamento de la guerra de que "dos m¡J fusiles IWitton) de cañoli liso, no tan finos como los del modelo de 1842 para la infantería de línea; pueden s.er sumini~trados" al gobierno de Costa Rica, "por 1
libra e.sterll~a. y 3 chelines cada uno, o si se prefieren dos ,mil fusIles del modelo de 1842 para la infantería
cl~ Imea, pueden darse a razon de 56 chelines y 8 pe. nlques cada uno" Había también una carta de Wa-'
lIerst~in para D Joaquín Bernardo Calvo, ministro de relaCiones exteriores de Costa Rica, en que di enterarle del ofrecimiento de lord Clarendon, le dice: "He escrito u,na carta particular dI secretario, rogándole que me en–
~'e un? orden para eXaminar las dos clases .(de fusiles) espues de que los vea, consideraré todavía si es co–
rrect~ tomarlos sin instrucciones positivas de S E el
~resld?nte; pero entretanto estoy persuadido de que S. h vera e~ la prontitud con que el gobierno de S M B. / atendido mi peticion, unaglan prueba. de su simpa– lal buen? voluntad. por la República., Verdad es qué
I)~ aSe dl:e ~~ la fecha e,n que deberá. haéerse el pa. 9. Esto significó que al gobierno de usted tOCél. resól-
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ver este punto" Y al escribir oficialmente a su jefe en el gabinete, Mr. Wallerstein no se olvido de enviar una carta particular para su estimado amigo D Juan Rafael Mora Después de manifestar al presidente que "tan grande fué el placer que sentí al recibir las cartas de Mr Hammohd que no pu<;le dormir en toda la noche", el placentero consul generol sigue diciendo: "Tengo car– tas de Guatemala y San Salvador en que me ruegan solicitar de este gobierno ayuda y socorro; pero ¿qué puede hacerse en favor de repúblicas o pueblos que no pueden ayudarse a sí misrnos? CUándo referí a lord Clcirendon que Costa Rica tenía ya un eiército de ocho– cientos hombres en la fronterd, se mostro muy contento y di¡o que se había dado un buen paso; y estoy con· vencido de que por habei hecho yo esta insinuacion se nos han dado los fusiles".
Al través de estas cartas podemos notar la pruden. cia, pero a la vez la decisión con que obró el gobierno británico respecto del de Rivas. En su conducto no hay dudas ni vacilaciones, porque sus actos se ajustan a una política tradicional Inglaterra nO quiere que en Centro Aniérica hayo gobiernos fuertes y estables, por– que de ser así sus mercaderes tendrían que conformar· se con los ganancias ordinarias del comercio legítimo; se Opone sobre todo al establecimiento de gobiernos de estó clase mediante influencids americands, por te· mor de que a los mercados de aquellos países se lle– ven géneros de comercio que no sean los suyos Así fué que a instancias 'CIe la Gran Bretaña y tá– citamente alentada por los Estados Unidos, Costa Rica declaro la guerrd a los americanos que estaban al ser· vicio de Nicaragua Mord tuvo el cuidado de indicar clara y terminantemente su proposito No declaro la guerra a la República de Nicaragua, sino a ciertas pero sanas que estaban al servicio de ésta Y así como la forma en que se declaro la guerra era contraria a las restricciones impuestas por el derecho internacional, el modo de haéerla no se amoldo a las reglas adoptadas por las naciones cristianas El mismo díd en que fué declarada lo guerra se publico un decreto ordenando que todos los prisioneros que se tomaran con las armas en las mdnos fuesen fusilados Sin embargo ha habido cristianos bastante exentos de rubor para encomiar la política de Juan Rafael Mora; y, cegados por la pos ion de partido, americanos no han tenido vergüenza de apo– yar al hombre que proclamo claramente el principio de que ellos debían ser excluídos de Centro América, y de que si sé aventuraban a llegar allí contra la voluntad de éste serían fusilados
¿Sobre quiénes debe recaer entonces la responsa· bilidad de la guerra que durante más de un año absor– bio los recursos de Nicaragua, convirtiendo sus campos en teatro de mortal conflicto en vez de abundantes co– sechas? Segulamente no sobre los que agotaron los esfuerzos para mantener la paz y resolver mediante una discusion diplomática las cuestiones pendientes, en vez de apelar a las arnias Costa Rica se nego desdeñosa– mente a discutir el derecho que Nicaragua tenía de em– plear americanos para su servicio militar Mora no qui– so escuchar la voz de la razon y en actitud provocante empuño el clarín y toco a guerra Sin embargo, si nos fuera permitido anticipar acontecimientos no narrados aún, si pudiéramos "ver el futuro en el presente", a fin de sacar de él una enseñanza de justicia y de derecho, no estaría tal vez por demás decir que Costa Rica no ha ganado con la guerra, como no sea 1<;1 escasez de bra-
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