Page 36 - RC_1966_09_N72

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se aJ frente de los suyos WCllker se c9nvencio c;le que como lo decía Crocker era por desgracia cierto qué no se les pqdía hacer avanzar Al mismo tiempo el coro· nel ArgüetlQ; que acababa de llegar con fuerzas de San Juan del Sur, abriO un fuego nutrido sobre el flanco ji:~

quierdo de los americanos Estos se concentraron en– tonces en lino casa grande de adobes situada cerca de la colina de $anta Ursula y en al,gunas casitas del ofro lado de la cáJle; se <Jesempaquetar~>n donde eJ a pos;: ble, a fin de tener un respÍlo antés 'de entrar ,de nuevo en acci9n", " , 'Al ver que Romíl ez no

SE) apresu'l aba a venir en auxi. lio, de .los 'americ<;\l"\os, el enemigo se colo por entre los dos cual pos, y Madre, (3il, como llamaban al c.orom~1

leonés, se fué con cesí toda su tropa para la frontera de C;osta RiCa, creyendo sin ,duda que la Falange iba a ser aniquilada Por su lado los legitimistas, al notar la desapOl icion de Ramírez, se pusieron a apretar a los ame¡iCanos por todas partes, dando a ,las casas vario,s asaltos en que los rifles americqnos hicieron estragos, Los ca~áYeres de los d!l las cintas blancas yacían amon– tonados en las' calles, y los amel ican!?s tuvieron vados muelt<;>S!lf heridos ,al principio del combate; pero no decayo su ánimo hasta que supieron la muerte de Crac– ker y luego ia de; Kewen Sin embargo, aun después de esto se consiguio que la tropa diese una carga pa" ra desalojar al enemigo de un ~añan viejo de a cuatro

qU~ trataba de apuntar. contra las casas ocupadas por los qrriericanos Lo carga tuvo buen éxito y el enemigo no pudo hacer uso de la pieza durante el combate En seguida intentaron los legitimistl;ls dar fuego a las ca" sos defendidas por los democratas y solamente pudie– ron quemar el techo de una de ellas En aquel mo– mento pasaqctn de. quince los americanos muertos o he– ridos, no, quec;kxndo rriá,s de treinta y cinco en aptitud ele pelear El combate empezo a las doce del día y ,eran cerca de las cuatro de la tarde cuando se dio la orden de prepalqrse para' la retirada Era forzoso dejar a va· rios heridos¡ pero a todos los que no estaban enterc¡o Inente imposibilitados para andar se les c;omunico el proposito de abandonar las casos, a fin dé, que estu– viesen listos para salir cuando se diese ,la orden de ha· cerlo Protegidos por la tupida l1laleza, los enemigos, en número bastante grande, habían llegado hasta muy

cerca ,de las casas cuando se ordeno la salida Los ameriCanos dieron un grito en el momenlo de echarse fuera¡ los enemigos más prClxím,os vqlvielon las esp,al– 'das, huyendo el'1 confusion y el grueso de \0 fuerza le– gitimista palalizqdo por decir así, ante e.l aspt;:cto of(!n– sivo del movimiento de fas americanos, se quedo por fodas partes en espera de un ataque; y así fué ;como escapo la Falange de la difícil situacion en que estabq, a costa de solo un muerto.

Cuando los americanos atacaron a Rivas, es proba. ble que los legitimistas tuviesen quinientos hombres en la ciudad, y poco después de iniciado el combate fueron reforzados por Argüello que mandaba unos Setenta y cinco u ochenta más Según los informes más verídicos, murielon por lo menos setenta fegitimistas y

otros tantos quedaron heridos Los americanos tuvieron seis muer– tos y doce heridos; de éstos, los seis que se dejaron fue– Ion bárbaramente asesinados por el enemigo, el cllal quemo los cadáveres Después de semejante ;ornac!a, los. legitimistas no tenían muchas ganas de perseguir a los que acababan de darles la primera leccion de .como se maneja un rifle. , ; , , :

una palabra: "Ometepe" Para él aquella vista erq familiar; para los americanos una vision encantadora Allí estaba el lago dI;) NicOlagua en toda ~u grandeza, y surgiendo de él, como VenI,Js del mar, el gracioso y

alto cono del Omelepe La ob.scura selva tropic!=ll cu– bría las faldas del volcán, que pare!=ía reposar pajo; la influencia de los suaves layas qel sol que lo bañaban, Su forma refería su histol ia como si' estuviese escrita en un libro, y su aspecto era a tal punto el de ,~na perso– na durmiendo la siesta, que el espectador no se habría sorprendido de verlo despertar de pronto arrojando la– va de sus entrañas ardientes. A la primera mirada casi nos quedamos sin resuello, y apenas se había repuesto la Falange de la impresion tecibida, se le or, deno hacer olto frente a una casa de campo situada a unos pocos centenOles de yardas de Rivas, a fin de que se, plepalase pala atacar la ciudad

A una milla más o menos de Rivas, Walker se ha· bía metido por el camino que conduce a Granada, pa– ra poder, entrar por el norte Tomo este rumbo con el objeto de apoderarse de una de las haciendas de Ma– liana o de, Santa Ursula, dos finCas de !=acao situadas en los linderos de la ciudad, que eran buenas posicio– nes pata el ataque o la defensa de la misma Walkel mando hacer alto a mel'10s de medid milla de las pri– meras casas, reunio a sus plincipales .oficiales, ameli· canos y del país, para explicarles su plan de ataque,

y a cada uno de ellos indico Jo que debía, hacer por separado A Kewen y Crocker ordeno barrel al ene– migo de las calles, si era posible, haciendo avanzar de prisa a los americanos, hasta lIegl:lI a la plaZa, en tan– to que Ramírez con su gentl'l debía seguirlos de cerca, protegiendo lo melor que pudiese los flancos y la re– taguardia Para dar estas ordenes bastaron algunos

momentos y todos dijeron haber entendido perfectamen– te qué puestos se les habían señalado Kewen y Crocker dieron en seguida a su gente la orden de avanzar Cuan· do llegaron a un punto desde el cual se veícm las pri– meras casas, una tropa enemiga rompia el fuego; la respuesta de los rifles fué aguda y mortífera, y el grito q\Je dieron los americanos, al lanzarse al ataque, clela-to su avidez de pefear los legitimistas retrocedieron rápidamente hacia la plaza; la Falange tomo la colina de Santa Ursula, y los soldados; hundiendo las pueltas a cul9tazos, planto se apoderaron de las, casas situa– das en la cima Walker paso por allí a caballo en el momento preciso en que penetraban en las casas, y

al ver a Crocker, el cual se hetbía adelantado un poco, lo llamo poro preguntarle hasta donde había avam;a· do fa tropa en direccion de ,la plaza Ci ocker estaba sin resuello por la excitadon; fe salía sangl e' de Id bar– ba a cdusa del refllon de una bola, un brazo le col· gaba inerte de un balazo que se lo atraveso cerca .del hombro, en ,la otra mano tenía el revolver de reglamen-to del ejército con la mitad de los cañones descarga· dos; pero se encontraba poseído de la rabia de comba– tir, y sin cuidarse de sus heridas se esforzaba en hacer avanzar su tropa contra el enemigo Desde que vio a su jefe contuvo la voz y le dijo en tono bajo: -Mi, coronel, la gente vacila; no puedo hacerla avanzar.

j Mirando enfonces a retaguardia, Walker n9to que la tropa de Ramírez no estaba toc:lavía a Ja vista . Las mulas y los caballos de carga que traían las municiones venían caminando despacio, y un poco a la dere~ha es– taba Méndez con alguno~ solpados dl11 paí~ Al pone!-

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