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« Previous Page Table of Contents Next Page »fas y provisiones para dos días en la mochila, de suer– te que avanzaban tan de priset como lo permitía la ca– lidad del suelo, húmedo y fangoso; pero no habían andado más de media milla cuando lompio a llover a
torrent~s Espinosa y su sobrino perdieron después el sendero; el vieio se quejaba de colica y el joven pare– cía temeroso de aventurarse más lejos Se mando ha– cel alto y se despacharon varios soldados a buscar la senda; entretanto la tropa se guarnecio como pudo ba– jo el folla;e de los grandes árboles negros de la selva Per9 pasados algunos mintuos ceso la luvia, fué encono trada let vereda y \0 tropa continuo su marcha En la modlugoda la pequeña fuerza había recobrado un po– co el' blÍo y estaba repuesta de la mojada de ,la noche
ant~1 ior Marchando de prisa por la selvo espesa se evitOlon todas las viviendas para sorprender al enemi– go, si era posible, en la noche del 28 Cerca de las nueve se llego a una casa vieja de adobes deshabita– do y se hizo alto durante val ias horas para tamal el desayuno y un descanso
!Aquella mañana el campamento. parecía entera– mente de gitanos Las alas gachas de los sombreros de fieltro de los de la Falange acusaban los efectos de la lluvia de la noche anterior y I.as bOl b~s pobladas y crecidas daban a la mayor parte un aire tOlva y ame– nazador Tan pronto como se colocaron los centinelas, los americanos se pusieron a hiricOl el dient~ en las ga– lIetos i¡ la carne fría regándolas de vez en cuando con un trago de licor salido de una cantimplora, y los sol– dados del país fueron sacando su provision de queso y
tortillas y un poco de tiste-mezcla de cacdo, azúcar y maíi moti do disuelta en agud-de las jítaras 1 fontás– ticamente labradas que llevaban pendientes de un cor– del que pasaba por un ojal de la chaqueta o de los pantalones Después del desayuno y de varias horas de sueño, la fuerza estaba bien preparada para conti– nuar su marcha; Jos impresiones desagradables de la noche se olvidaron del todo al gozar de los efectos bol· sámicos del aire suave y tenue, que pareda un fluido enteramente distinto de la atmosfera de los climas sep· tentrionales Sentíamos como si una exhalacion de opio liger,a y vaporosa, unas veces calmante y otras estimu– lante, se mezclase a intervalos con los elementos ordi.
norias de la atmosfela; pero al anochecer las nubes co· menzaron a agruparse de nuevo y poco después 1I0vio sintregua El mal tiempo vino a entorpecer de tdl mo– do :10 marcha qUe Walker vio que no podría llegar a Rivas antes de layar el dia, como lo espelaba. Los na– turales del país se quejaron del peso que llevaban o cuestas y fué necesario conseguir caballos de carga pa· ro la tropa Además, muchos de los americanos, can· sados y despeados como estdban, perdieron algo del nervio necesario para el combate
.. : En el pueblo de Tola estaba un pequeño cuerpo de Imetes enviado por el comandante de Rivas para vigi– lar el aVdnée de Walkél', cuya salida del Realeio ya le había sido avisada a COI rol en Granada Se dijo que est? noticia la llevo a los legitimistas un, alemán a qUien Muñoz dio un pasaporte para salir de Leon La cosa. no es improbable y fué confirmada por tal cúmulo de:clrcunstancids, que no es extraño que los americanos
I~?u~ieran por un hecho bien probado Los mismos le–
g~rlmlstas dijeron que la primera noticia les fué dada pf?r el alemán, Lo cierto es que éste paso por Pueblo
i~.
Totuiitás.N. del T.
Nuevo con un pasaporte expedido por el general eri
jefe del ejército democrátieo Al saber que Walker ha, bia solido embarcado del Realejo, Corral despacho 01
cOlonel Bosque con und fuerza a Rivas Habiendo lle– gado a esta ciudad, Bosque Se puso a construir trinche. ras y a enrolar a los vecinos como soldados. Mando jinetes a recorrer el país entre Rivas y la costa, y según los informes que le dieron a Walker algunos democra. tos cerca de Tola, había veinte aloiados en el pueblo· el 28 por Jo noche. A medida que se acercaba Jo fuer– za expedicionario a Tola, iba apretando la lluvia; 10$
caminos se llenaron de agua y a los soldados les fué ya imposible conselvar sus municiones secos Al llegar a media milla del pueblo se envialon adelante unos veinte hombres para atacar y si era posible copar al enemigo que allí estaba, El destacamento avanzo rá· pidamente, siguiéndolo el resto de la tropa a COIto dis– tancia Habiendo llegado a las inmediaciones del pue– blo, Walker oyo, entie dos glandes truenos, la detona~
cion aguda de los rifles americanos; después nada El destacamento había encontrado a los legitimistas en la galería externa de una de las casas principales del pUe" blo, y tan lejos estaban éstos de aguardar al enemigo e.n medía de la tOI menta, qUE;) se encontraban jugando a los naipes sin haber puesto un centinela Varios fue. Ion heridos, entre otros el oficial qUEl los mandaba; los demás huyeron, llevando a Rivas la noticia del avan– ce de los omel iconos Desp!Jés de apoderarse de los caballos de los legitimistas, los demacratas colocarán centinelas e hicieron alto para pasar la noche Se orde– no al ciruiano Dr Jones atender a los Iprisioneros he– ridos, éongran disgusto de algunos de tos oficiales del país, quienes opinaban que debíon ser fusilados A la mañana siguiente, poco después de las ocho, Wolker marcho en direccion de Rivas, situado a unas nueve millas al este de Tola. El día no tardó en poner– se claro y brillante, y la Falange, ávida de pelea, avan– zaba de prisa Habiendo encontrado Ull caballo y qui– tado una lam:d al enemigo, Méndez, ll1·uy fogoso, iba cerca de la cabeza de la columna, instQndo a veces a los de la vanguardia para que le dejaseri tomar la' de· lantera; pero Ramírez se quedaba atrás y hasta conte– nía su tropa cuando se acercaba mucho a .Ios america· nos De vez: en cuándo, placeras que venían de Rivas
con cestos de frutas pUestos en la cabeza, daban una ategle bienvenida a los soldados, saludando familiar– mente con un gesto a sus conocidos entre los natulales del país y maravillándose mucho de las extrañas figu– ras de los hombres de California No se divertían me– nos los americanos con las caras y las cb~as nuevas encontradas en el camino; los que sabían (lIgo de es· pañol prodigabcm a las mozas las palabras de cariño de que podían· hacer alard~, y a éstas parecían gus– tarles los requiebros de los· hombres de la tierra del oro Al llegar la tropa a la cima de un cerro, a unas cuatro millas de Rivas, surgío ante ella un espectáculo lleno de belleza y esplendor que la hizo olvidarse por un rato de todo lo demás, hasta del anhelado conflié· to en que pronto iba a verse empeñada.
Al llegar la vonguardia a una revuelta del cami– no hiz:o alto involuntariamente por un instante, y aun· que la orden era de marchar en silencio, todos los la· bios dejaron escapar una exclamocion de sorpresa y de placer Méndez, el cual iba adelante con su lanza, en uno de cuyos extremós ondeaba la banderola roja descansando el otro en él estribo, tan sol6 pronuncio
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