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« Previous Page Table of Contents Next Page »fles y fusiles, de sus posiciones atrincheradas; pero la artillería, al obligar al enemigo a extender sus líneas, impedía 'lue el cerco fuese completo De suerte que pala Walkel 110 fué difícil enviar constantemente co–
rreos, que lo elnn naturales del país, al través de las lí– neas enemigas, pOlO saber las noticias que circulaban Sin embargo, los Aliados tenían bastantes fuerzas poro impedir que los destacamentos troiesen ganado y
otras plOvisiones al campo amel icano desde puntos le– janos El coronel Natzmel, que sel vía el cargo de pro– veedor general desde que Walker ocupo a Rivas en di– ciemb, e, había tI abajado activamente durante los me– ses de enero y febrero para traer a la poblacion aco– pios de provisiones que, dados los medios ele que dis–
ponía, recomendaban su habilidad y competencia Asi– mismo, el ploveedol de fa plaza, capitán J S West, había ayudado a su ¡efe en el cumplimiento de los de– beres eJe la proveeduría, y aún después de que el ene– migo hubo cortado la traída de bastimentos desde pun– tos distantes, West, con su bravura fría y resuelta, hizo mucho en lo de recoger raciones de plátanos en la zona disputada y peligrosa comprendida entre las líneas de los Clmericanos y las de los Aliados; pero el 27 de mar– zo tuvo que hacer matar dos bueyes de la proveeduría, que ligeramente mezclados con carne de mula suminis– traron las raciones de la mañana siguiente Los troPQs comieron la carne ele mufa como si fuese de buey, y al cabo de dos o tres días no se volvieron a servir más raciones que las de esta carne Los muchos caballos y
mulas pertenecientes a los batidores y a la proveeduría, procuiaTon raciones completas a todo el campo duran– te más de un mes, y las hojas de los árboles de man– go que abundan en torno a Rivos sÍivieron de excelen– te ¡aHoje paro los animales A fin de no colocar o Lockridge en una falsa posicion, caso de que lograse llegar a Rivas rlesde el do, Walker estaba resuelto o sostenelse en la ciudad hasta el agotamiento de las plovisiones Además y no obstante que Cañas, a cam– bio del cuidauo que se tuvo con sus enfermos y heri– uos después de su
I etirada en abril de 1856, había wntraído la obligacion de ver que los americanos fue–
sen tratados de la misma manera, Walker no quería de– ¡or sus hospitales a melred de la tierna compasion de los generales aliados, a no sel en el último extremo
El enemigo trajo otro coñón de a 24, emplazándo– lo del lado sur de la ciudad, y durante los últimos días de marzo y los diez pI imeros de abril mantuvo un fue– go irregular con sus glOndes piezas, y de vez en cuan– do hacia descargas de fusiles sin apuntar, viniendo a caer las balas sobre las casas y en las calles. Pocas bajas causó este fuego irregular Dos oficiales, el ca– pitán Mann y el teniente Moore, fueron muertos por \;>0–
las de a 24, y al jefe de día del 29 de marzo, teniente Graves, le rompió el brazo una bala de Minié cuando estaba visitando a caballo diversos puntos en los linde– ros de la ciudad los ayudantes del general en jefe, Hoof y Brady, que pasaban constantemente, de día y de noche, por diferentes sitios de la poblacion expues– tos a las balas, salieron ilesos; yeso que Brady mon– taba un brioso caballo blanco que debía necesariamen–
te llamar la atencion del enemigo De vez en cuando se mandaban fuera de las líneas de defensa pequeñas patrullas de americanos, que acercándose a los pique– tes enemigos los desalojaban, matando e hiriendo casi siempre algunos de los centinelas de los Aliados Por
su lado el enemigo les salía a veces al encuentro a los americanos, cuando éstos se aventuraban a ir en bus– co de plátanos, de lo que se originaban escaramuzas con más o menos bajas de una y otra parte
Pero lo que más daño hacía a los americanos no eran las raciones cortas ni el fuego de los Aliados; lo que más afectaba el ánimo y la fidelidad ae los defen– sores de RivC1S, era la desercion vergonzosa Mientras estuvo limitada principalmente a los naturales de Euro– pa, no desquicio seriamente la confianza recíproca de los soldados; pero cuando la plaga fatal vino a cun– dir entre los americanos, arranco amargas lágrimas de agonía a todos los hombres leales, testigos de la ver– güenza y deshonra de sus compatriotas Algunas ve– ces los desertores partían en grupos de diez o doce, y los centinelas y los piquetes se iban, llevándose el santo y seña de la noche Callemos los nombres de los que tal hicieron, sintiendo pesar por la debilidad de la humano naturaleza, y no manchemos la atmósfera con el relato de sus crímenes y degradaciones Hay en el mundo vergüenza e infamia bastanfes pOla que no sea necesario idas a buscar en campos donde de– biera conquistarse glorio y honor 1
Uno o dos días antes del 10 de abril recibieron Jos Aliados reFuerzos de Guatemala y la quietud en que estuvieron durante ese día hizo presumir que tal
vez. iban a escoger el aniversario del combate de Ri– vas, en abril de 1856, para hacer otro ataque general contra las líneas americanas de defensa Suponían que las fuerzas de RivClS, debilitados por una alimentación de que no tenían costumbre y desalentadas por (<lS de– serciones, cederían pronto ante un asalto Vigoroso y si– multáneo por todos lados; pero al pensctr así menos– preciaban el ánimo de sus advel sarios La verdad es que los nicaragüenses tenían la esperanza de que los Aliados se envalentonasen a atacarlos y estaban oío avizor y bien preparados por la noche del 10 y en 'a mañana del 11
Como se esperaba, el enemigo avanzo el 11 poco antes del amanecer y su primera embestida fué contra una ca~a del cost.odo sur de la plaza y habitada por dos senoras americanas A menudo se les había ad.
veltido lo peligroso de su situacion; pero elfas persis– tielon en quedarse donde estaban, a pesar de las amo– nestaciones de varios oficiales Esta tentativa del ene– migo pard penetrar en la plaza lo hizo una fuerza cos– tal ricense, la cual, guiada por un legitimista llamado Bonilla conocedor del terreno, llego a la casa penetran– do en ella antes de que se diese el alarm~' pero al abril Jo puerta que daba
Q la plaza, con el ~bieto de entrar en la casa siguiente situada a lo derecha y ocu– pada por algur~os hombres de la proveeduría, Sevíer, un artIllero, saco a la carrera un obús de doce a me– nos de treinta yardas de los costarricenses, y co; un bo. te de metralla obligo al enemigo a guarecerse detrás de los adobes De mGdo que el avance °de los Aliados por el sur fué rechazado y la compañía que estaba en la casa frente a la plaza completamente acorralada por los.?e la proveeduna de un lado, Williamson y su como panla del otro, y o retaguardia por Pineda con los ba– tidores de Buchanan Pocos momentos después se pu– so Henningsen a acribillar la casa con balas rasas de seis, y los costarricenses, echodos en el suelo, no so-
l: Uno de los desertQres fué el Dr. Cole, y del 2 al 6 de abnl se presentaron en el campamento aliado 87 hombles de Wa1kel". N. del T.
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