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« Previous Page Table of Contents Next Page »recían de asistencia médica y qUlrurgica, lo han sido con el proposito de seducir a una opinion pública en– fermiza y disculpar las faltas y los crímenes de los que desertaron de las filas de sus compatriotas en Centro Amélica Los cuarteles eran comedos, la áliinentácion variada y abundante y el ánimo de la tropa. alegre y placentero
Las noticias relativas al enemigo tendían igualmen– te a robustecer la confianza de los americanos. Des– pués de que Henningsen .se retiro de Granada,de ~o.do
tan triunfante como lo hJ:¡~o, Belloso se repl~go ahc~lIdo
a Masaya, donde estuvo tratando de reunir los restos de las destrozadas fuerzas que intentaron cortar la re– tirada a las tropas encargadas de la destruccion <;lel baluarte legitimista; pero los otros generales aliqdos ya no querían seguir peleando a las ordenes de Belloso Habiendo sido derrotados en sus esfuerzos para acabqr con Henningsen, los jefes del ejército aliado propendían naturalmente a echar la culpa de su derrota al general salvadoleño Acusaban a Belloso, no solo de falta qe competencia, sino también de valor, y decían' que la precipitacion de su retirada a Masoya, poco después eje llegar Waters a la iglesia de Guadalupe, obedecio a un exceso de inquietud por su seguridad personal Las disensiones que a consecuencia de esto surgieron en. el campo de los Aliados, prometían disolver todo el eiérci– to en breve tiempo, y de los cargos que entonces se hicieron a Belloso conocio más tarde una cómision mi· litar en el Estado de San Salvador, de donde ero na– tural
Estos disensiones las agravaba el desaliento que a los oficiales aliados causaron [os muchas bajas que tu· vieron en la campaña contra los americanos. Es difí· cil calcular el número de hombres traídos por los Alia· dos al campo de operaciones antes de lo retirada de Granada; pero no es ciertamente exagerado decir qúe desde principios de octubre hasta mediados de diciem– bre habían empleado 7000 hombres 1 Además de las baias que tuvieron en Granada el 12 y el 13 de octubre, en el camino del Tránsito durante los combates del 11 y 12 de noviembre y en Masaya en los días de luch9 que allí hubo, los Aliados deben haber perdido dos mil hombres en su ataque contra Henningsen Los infor– mes recibidos concueldan en que Belloso no tenía 2000
hombres a sus ordenes cuando se retiro a Masaya De suerte que aun calculando los desertores en 500 "':""'y es preciso hacel a este respecto un cálculo alto por el carácter obligatorio que tiene en Centro América el servicio militar-, el enemigo debe haber tenido 3.500
bo.io.s ent(e mue(tos 'f neridos du(anfe las diez: prime· fas semanas posteriores a su salida de Leon 2
Tampo~o se libro Belloso enteramente del colera después de llegar a Masaya Así fué que el miedo' a la plaga y a los ritles mortíferos de los americanos fo– mento la desercion entre los Aliados Tan desorgani.
~adas llegaron a estar las fuerzas de Belloso, que los lefes de los diversos contingentes discutieron la conve-
1. ~uede afirmarse, con datoS oficiales de la época, que los Ahados no tuvieron nunca mucho más de 3 000 hombres er la; guenoa contra Walker, quien siempre plOcura aumentar del,*melO de sus' enemigos y lebajar el de sus gentes. N.
I 2. Af"alkm exagera de tal modo las bajas sufridas por i 08 lados que las hace llegar a una cifla más Q menos
~~!1al al total de las fuerzas cenh oamericanas reunidas en "IC8rRglla. N. del T, ,
niencia de una retirada a leon; las tr9P9~ salvadoreños se mostraban particularmente dispuestas a retirarse de la lucha Según parece, el gobierno salvadoreño no estaba contento por las censuras de algunos generales de los otros Estados contra el comandante en jefe, y gran parte del partido liberal de aquel país, no deján. dose llevar por las pasiones que arrastraron a los ámi– gas de Cabañas a vengarse de los americanos por no haber querido volver a poner a éste en la presidencia de Honduras, se negaba a apoyar la guerra contra los nicaragüenses naturalizados
Tal era de modo general el estado en que se en· contraban respectivamente los beligerantes el 2 de ene· ro de 1857, cuando el vapor San Carlos atraveso el la– go con los pasajeros que de California se dirigían a los Estados del Atlántico, según se ha dicho ya El parte de la moñana del 3 dará una ideo exacta de las fuerzas americanas en aquel entonces. El total, inclu– yendo a los empleados de las diversas oficinas, alcan– zaba a 919 hombres De éstos, 25 eran empleados del servicio de municiones, 15 de la intendencia, 20 de la proveeduría y 12 de la banda de música; quedaban, pues, en las filas, 847 De este número, 8 pertenecían al estado mayor de plaza y de camp9¡ 1 capitán y 29 soldados se encontraban destacados en comision¡ 3 ca· pitones, 3 tenientes y 2 soldados con licencia y 2 sol· dados ausentes sin permiso De suerte que el total de los presentes quedaba reducido a 788, de los cuales ha· bía 60 en servicio extraordinario y 197 enfermos. El número de los combatientes era de 518, entre oficiales y soldados; pero muchos de \05 que figuraban como en– fermos no tenían más que niguas en los pies y estaban en aptitud completa de ayudar a la defensa de la ciu– dad La pereza y una tendencia a eludir las obliga– ciones del servicio, hacían apareter en el rol de los en– fermos a muchos de los que en caso de emergencia habrían figurado entre los mejores combatientes de la guarnicion
Henningsen fué ascendido a mayor general y San· dera a brigadier; de modo que a O'Neal se le dio el mando del primero de rifleros, del que se nombro a Leonard teniente coronel y a Dolan mayor; a su vez Jaquess mandaba la infantería y Lewis el segundo de rifleros La artillería y los batidores se habían reduci– do mucho a causa de los duros servicios que acababan de prestar; el coronel Schwartz, cuya salud era mala, obtuvo licem;ia para irse a California poco después de llegar a Rivas El coronel Waters conservo el mando de las pequeñas compañías de b<;itidores y estaba cons– tantemente a caballo a cazo de provisiones y noticias {'ocos días después de haber salido de La Virgen el San Carlos con los pasajeros, hubo inquietud por· que no llegabc;m los vapores que habían ido al río Su demora podía' atribuirse a varias causas, siendo una de ellas la mala inteligencia entre los dos agentes de la compañía, Scott y Macdonald Por' otra parte, era tan sumamente improbable la caída de todos los vapo– res en manos de los costarricenses, que en caso de apa– recer el enemigo en el río suponíase que prohto llega– rían a Rivas algunas no.ticias del suceso Pasaron mu– chos días y al fin se tlejaron ver los vapores en el la· go; pero sus movimientos inc:licaban que habian pasa. do a manos de los Aliados. Entretanto el vapor Sierra Nevada, que había estado <;tguardando a los pasajeros en San Juan del Sur, zarpo para Panamá; y no fué sino a su regreso, el 24 de enero, cuando Walker suoo con
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