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hizo baicH su gente en balsas hasta la boca del Sara– piquí Además de la fuerza que ataco' a Thompson el 23', una tropa numerosa marcho al río de San corlos a las' or<;lenes del general José Joaquín Mota, hi;!tmahO del presidente Juan Rafael Mora comandante en' jefe del eiército costarricense Ld marcha' resulto muy difí– cil por las condiciones del terreno que fué necesario atravesar, porque la region comprendida entre Saq :Jo– sé y el San Carlos está enteramente desierta y carece en" absoluto de rTlE;ldios de subsistencia El cal"T\ino se– guido por Mora no era más que un sendero y sus sol– dados tenían a veces que abrirse paso con los machetes

pOI dentro del monte muy espeso El ,re.sultado de la marcha dependía totalmente del buen eXlto de los es– fuerzos de Spencer para apoderarse del río San Juan y de los barcos que viajaban en él; y, como ya se ha vis– to, Spencer debio su primer triunfo y el más importan– te al burdo y criminal descuido de Thompson en el Sa– rClpiquí

Después de la sorpresa de Thompson, Spencer vol– vio a sus balsas y se fué a San Juan del Norte, llegan– do por la noche del 23; en la mañana del 24 tenkl ya en su poder todos los vapores del río fondeados en Punta Arenas. 1 El agente comercial de los Estados Unidos en San Juan del Norte hizo una visita al co–

mandante de las fuerzas inglesas que estaban en el puerto, para pedirle que protegiese I?s intereses am~r~­

carias contra los soldados de Costa RICO A esta soliCI– tud el capitán Erskine del Orio/Í contesto que "había to– mado medidas desembarcando un destacamento de ma– rinos de uno de los barcos de Su Majestad, para pro– teger las personas y los bienes particulares del capitán Joseph Scott, de su familia y de todos los ciudadanos de los Estados Unidos de América"; pero en lo tocante a la captura de los vapores añadía:

"Sin embargo y para evitar toda mala inteligencia, creo de mi deber manifestar que como los vapores y otros bienes pertenecientes a la Compañía Accesoria del Tránsito están actualmente en disputa entre dos compa– ñías, cuyos representantes se hallan presentes, autori– zando uno de ellos la captura, no me juzgo facultado para tomar medidas que pudieran afectar los intereses de' cualquiera de las partes Respecto de la participa– don de una fuerza de Costa Rica en el apresamiento y traspaso de los vapores mencionados, debo observar que como estos vapores se hcin estado usando duran– te algunos meses para embarcar hombres y municiones de guerra en esté puerto y llevarlos a la parte con la cual Costa Rica está en guerra, resulta que en mi ca, rácter de neutral el derecho de gentes me prohibe im–

pedi~ G\la \lno de los beligerantes realice dicnas opero–

ciones",

. De parte de un oficial británico era por supuesto un

s~mple acto de cortesía proteger las propiedades ame– ncanas en Punta Arenas; pero la sutileza del distingo

entr~ la propiedad disputada y la no disputada, era un '.nvento de conveniencia para el caso. Si el capitán Eí skJne deseaba proteger las propiedades americanas, c aro está que debía amparar a los que las estaban po– seyendo En cuanto a la cuestion de saber si a Costa Ri·

c~ le. aSistía el' derecho de capturar los vapores, ésta se f

antea mejor preguntando por qué no tenían los Es– odas Unidos en San Juan del Norte una fuerza naval en aquel' entonces -

1 La punta de Castilla. N; del T.

Habiénaose apoderado Spencer de los vapores del río que. estaban en el puerto de San Juan, se fué a la boca del San Carlos y comunico el feliz resultado de las operaciones pi general Mora, el cual se hallaba en El Eli1barcadero: algunas millas aguas arriba del mis– mo río Al acercarse el vaporcito que Spencer mando por el San Carlos a un piquete costarricense montado en una balsa, los soldados, atemorizados por el aspec– to y el ruido de una embarcacion nunca vista por ellos, se tiraron al agÍJi;l y perecieron ahogados, bregando por llegar a \0 orilla 1 Según intorme~ costarricenses, Mo– ra tenía en El Muelle 800 hombres y aguardaba 300

más qUE;l debían llegar de un momento a otro 2 Para abastecer a esta fuerza, 600 hombres se ocupaban en llevar provisiones desde 1.0 capital hasta el río Gran parte del transporte entre estos dos puntos se hacía a hombros, porque la vereda es mala hasta para las mu– las

los costarricenses ocuparon inmediatamente el Cas– tillo, y habiendo tomado Spencer el vapor que atravie– sa el raudal del Toro logro fácilmente, ocultando su gente, apoderarse del vapor del lago, La Virgen, a la sazon anclado en la boca del río Sábalos en espera de que Rogers regresase de San Juan del Norte. Siguiendo luego para el fuerte de San Carlos, hizo venir a bordo del vapor con engaños al comandante, capitán Kruger. El primer teniente de Kruger había sido enviado al cuar– tel general para asuntos relativos a la guarnicion de San Carlos, y a su segundo teniente, Tayloe, lo mata– ron en Granada al marchar con Watets como vol unta–

r'IO en auxilio de Henningsen. De modo que después de la captura de Kruger por Spencer el fuerte quedo a cargo de un sargento, y Kruger se olvido de sus deberes hasta el punto' de dejarse arrancar por Spencer, con amenazas de muerte, una orden para que el sargento entregase el fUerte al enemigo El sargento, tomado por sorpresa, es menos culpable por haber obedecido la orden que su capitán por haberla filmado.

Así se adueñaron los costarricenses del río de San Juan, desde el fuerte de San Carlos hasta el mar; tam– bién tenían en su pocler el más pequeño de los vapo– reS del lago, La Virgen, en el cual tomaron algunas ar– mas y municiones destinadas al ejército de Nicaragua Pero la ocupacion del río y la toma del vapor eran re– lativamente inútiles para ellos y sin perjuicio para Waf– ker, si no capturaban el San Carlos. la pérdida del río habría podido repararse fácilmente con las fuerzas que estaban en Rivas; pero la del dominio del lago era mu– cho más seria Spencer sabía bien que no le era posi· ble arriesgarse a salir al lago en el vapor La Virgen

mientras estu'IIiese en poder de \os americanos el San Carlos, más grande y más rápido; por lo tanto persua– dio a Mora de que no moviese a sus costarricenses has– ta que el San Corlos entrase en el río con pasajeros de California para los Estados del Atlántico.

Temprano de la tarde del 2 de enero de 1857, arri– bo el Sierra Nevada a San Juan de) Sur procedente de San Francisco Pocos horas después sus pasajeros es– taban a bordo del Se," Carlos, listo para atrdveSc:lr el lago En Rivas había habido alguna inquietud, P?r el

1. Alude Walkel' JI, los 60 costarricens~s que a las' ólde– nes del capitán Ezequiel Pi bajaban en botes y balsas por el Safl Carlos, CUllndo se encontraron con el vaporcito 'BId. wer. C1 eyendo que en él venían filibustel'os, huyeron a tie– rra y seis murieron ahogados. N del T.

2. El general Moro. sólo llevaba 600 hombres. N. del T.

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