This is a SEO version of RC_1966_09_N72. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »áel 1858
HERMEJVEGII.DO ZEPEDA
Diputado Presidente de la Asamblea
ConsUtuyente de 1858
ausentes del universo en cuonto ero relativo o lo ciencio del Gobierno.
Anudoremos nuestra legislacion con nuestro so– ciedad aborigen? Las asociaciones a que podiomos pertenecer han desaporecido, o más bien nosotros no reconocemos origen ninguno porque somos una mezcla heterogénea de raxa indigeno, africana y europea, y no tenemos con exactitud un punto fijo de partida, y sobre todo, como podremos retroceder contra el impulso irresistible que nos empuja hada delante? Deberemos estacionar? Nada tenemos soiído y no hoy base sobre que' podamos descan– sar. La Nadon ha vivido fluctuando muchos años entre los extremos de voluntades arbitrarias o de uno anorquío deshecho. Volvemos los ojos a los compañeros de nuestras desgracias bajo el sistema colonial o nuestros hermanos por origen, y desde el estrecho de Mogollones hClsta los confines de la nueva España no hallamos !fIuchos ejemplos de imi– tar. Es esto un desconsuelo para el que verdade– ramente amo o su patria y desea su bien, sin poder conocer en donde está el mal poro aplicar su reme– dio.
Amar la patria, amar sus leyes, amar sus ma– gistrados son en último análisis los bases del bien posible; pero si los leyes mismas son un mal, si los magistrados no han podido adquirir la ciencia de gobernar. Como pueden ser amables ni las leyes ni los magistrCldos, ni la patria intensamente? Si no hay un respeto sagrado por la pcitria, por las leyes y por las autoridades, la sociedad es una con– fusion, un abismo, un conflicto singular de hombre a hombre, de cuerpo a cuerpo.
Nosotros hemos creido hallar los elementos del bien es decir del amor °
lo patria, del amor a los leyes, del amor a sus magistrados, en la Constil\!– cion que acabamos de jurar; pero nada más pode– mos decir, siempre debemos desconfiar de nuestro acierto aun cuando podamos sustraernos de cual– quier interpretacion siniestra; porque suponiendo
7
que la Constitui:íon fUllse el máximo de la bondad como una obra de Dios, podriamos decirnos lo que el Pacificador de Cundinamarca al Congreso de An– gostura. "No todos los cora1:ones están formados para amar a todas las beldades, ni todos los ojos son capaces de soportar la IU1: celestial de la per– feccion. El libro de los Apostoles, la moral de Je– sús, la obra divina que nos ha enviado la Provi– dencia para mejorar a 105 hombres, t(m sublime tan sonIa, es un fuego devor~dor en Constantinopla y
el Asia enlera ardería en vivas llamas si este libro de paz se le impusiese repentinamente por Codigo de religion de leyes y de costumbres"
El tiempo será el único juez de nuestros errores o de nuestros aciertos; pero si hemos dado en el hito y hemos tenido la dicha de atinar en el cargo que nos fue confiado por los pueblos, a vos Sr. Pre– sidente, os está también encoméndado otro gran parte de nuestras tareas Si la constlhicion es bue– na, necesita p(lra hacer el bien, de una yoluntod decidida y perseverante, de Ip concurrencia de otras muchas voluntades también enérgicas y constantes, de un lacto fino y delicado, de una inteligencia perspicaz, en una palabra, de hacerla amable, de rodearla de prestigio y todos los elementos, toda esta fuerza depende de vuestra capacidad y están' en vuestras manos.
No: dispensad mi equivocaclon, vos nada po– déis, todo depende de aquél que tiene contado has– ta el último cabello de nuestras cabezas; del que puso por dique indestructible al mar una arena mo– vediza; del que por expiacion de las maldades del género humano ofrecio en holocóusto a su propio Hijo; de este Ser misericordioso, poderoso y sabio por esencia, es de quien depende todo el bien y to– do acierto. El es el que puede remover nuestros errores; a él debemos ocurrir. Escuchad lo que dice un sabio y un ~anto: Remotio caesiatis humani intui· tls ut cuncta prospiciat nos est neque esse potest ab homine sed a Deo ad quem c1amabat Augustinus: Coruscasli et splenduisti et fugasti a necaesitatem meam
This is a SEO version of RC_1966_09_N72. Click here to view full version
« Previous Page Table of Contents Next Page »