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« Previous Page Table of Contents Next Page »Granada y el agua era allí tan profunda que permitla acercarse a tierra. Inmediatamllnte comenzo el desem– barco; al llegar a lo playa el primer bote, un piquete del enemigo hizo una solo descarga y echo o correr Al cabo de unas dos horas toda la fuerza estaba en tie– rra y Waters recibio la orden de ir en auxilio de Hen· ningsen, manteniéndose tan cerca de la playa como le fuera posible, a fin de no perder la posibilidad de co– municarse con el general en jefe, el cual se quedo a bordo del vapor En seguida se retiro éste, volviendo a tondear tan cerca como pudo elel mismo sitio en que estuvo durante el día.
Poco después de haber anclado el vapor cerco del muelle y hacia la medianoche del 12, los largas hileros de fogonazos, seguidos del estruendo de las descargos de fusilería y de la réplica rápida y colérico de los ri– fles, anunciando que había comenzado el conflicto en– tre Waters y el enemigo Luego cesaron los fogonazos
y los estampidos; pero a poco volvieron a verse los unos y a sonar los otros con más claridad y mayor fuer– za todavía, lo que indicaba que el intrépido jefe de los batidores venía empujando al enemigo Durante algu– nos minutos los fogonazos y estallidos fueron aún más fuertes que antes, pero pronto cesaron súbitamente y esto significaba que los americanos seguían avanzan– do A poco de haber sonado las últimas descargas se oVo en el agua un ruido, gritos como pidiendo socorro dados por un mensajero que traía noticias Se bajo un botecito y algunos minutos después se vio trepar una figura f1egruzca por la baranda del vapor Al prin·
d~¡Q Walker 1emio o,ue las noticias procediesen de Wa_ ters, y como estaba obscuro y el mensajero no era un hombre blanco, el general en ¡efe comenzo a interro– garlo en español; pero le respondieron en inglés, en el inglés chapurrado de un muchacho kanaka que había venido a Centro América en el Vesta el año de 1855 Kanaka John estuvo metido en el agua durante varias horas y traía en una botella lacrada una carta de Hen· ningsen con noticias sobre el estado en que se encono traba su fuerza y la indicacion de ciertas señales que debían hacerse, coso de intentar un desembarco Es· tos señales se hicieron tan pronto como se leyo la car– ta, pero no alcanzaron a verlas las personas a quienes estaban destinadas
Después de desembarcar Waters siguio adelante por una faja de tierra angosta, teniendo a la izquierda el lago yola derecha una laguna Al acercarse a un lugar en que esta última llega a treinta o cuarenta yar– das de aquél el enemigo le hizo fuego desde una trino chera construída entre ambos Lo nutrido de las des– cargas indicaba que el enemigo ela más numeroso y hu– bo un momento en que titubearon los americanos Wa· ters había ordenado a leslie asaltar las trincheras con su compañía; pero como su tropa vacilaba y se origino alguna confusion, leslie echo mano de los prirheros que se ofrecieron y poniéndose al frente de ellos desalojo
0,1 enemigo de su posicion Se reanudo la marcha ha· cla Granada; pero al llegar Waters a un sitio llamado "Las Minas de Carbon", lo detuvo de nuevo una gran fuerza de los Aliados El enemigo era más numeroso allí que en la primera trinchera, pero su posicion no era tan buena y pronto fue desorojado mediante una vigo– rosa carga de Higley y su compañía
Al acercarse a la ciudad, Waters cruzo a la dere– cha para tomar el camino de Tipitapa, que corre por terreno más alto que el de la orilla del lago. Hacia el
amane~er había llegado yo a los suburbios de la ciu~
dad y' se iba aproximando a unos ,c:hozas de' cañas cuando rllcibio de nuevo el fuego de los Aliados. El enemigo ~staba metido en fuertes ttlnc:heras¡ pero el ca– pitán Crawford, pasondo con su compañía a un punto en que el terreno iba en ascenso, pudo envolver el flan– co izquierdo de los Aliados Un prisionero tomado en este lugar dio a Waters tales informes,que resolvío se– guir r;¡n el acto para Guadalupe. Llevaba uno impedi– menta de treinta heridos yero preciso llegar a reunirse
con \-\enn\ng'i.en ~in tener má~ baia~ Por con~igu\ente
Leslie fué enviado adelante para dar aviso a Henning. sen de la proxima llegada de Waters Así fueron re– forzados, en la mañana del 13, los americanos de la iglesia de Guadalupe por la tropa desembarcada la no· che anterior
Buena fué para Henningsen la llegada de Waters, porque las existencias de su proveedurío estaban ya ca· si agotadas y una plaga tan espantosa como el calera -la desercion-había empezado a ralear sus filas ya debilitadas. Aun después de hab,er llegado Waters, no eran pocas las dificultades con que 'Henhingsen tenía que luchar; pero la vigorosa pelea, dfil Jos americanos durante la noche hizo formar' a los Aliados una idea exagerada qe sus fuerzas, y Belloso se desalento por la fiereza de los ataques contra sus trincheras. Empezo a creer que ni la madera ni la tierra eran segura pro– teccion contra los soldados que, habían tornado tres po– siciones bien defendidas en el llspacio de casi otras tan· tos horas, y los movimientos de sus fuerzas no tardaron en delatar su debilidad y su irresolucion El fuerte fué abandonado y se dio fuego a los barracas que habían construído en él No es menester decir que tan pronto como hubo visto Henningsen que el enemigo había de· socupado el fuerte, tomo poses ion qe él. De modo que sin más obstáculos se establecio la comunicacion con el barco
Inmediatamente se hicieron los preparativos neceo sarios ,para embarcar toda la fuerza en el vapor La
Virgen.: A causa de los muchos enfermos y heridos, la operacion fué lenta y los soldados que la ejecutaron estaban extenuados, unos por motivo de sus largas "fa– tigas y de la vida a la intemperie, otros por la marcha y Jos combates de la noche anterior De los 419 hom– bres que tenía Henningsen cuando Granada fué asal– tada, 120 murieron del calera y del tifo, 110 fueron matados o heridos, cerca de 40 desertaron y 2 cayeron prisioneros En la tropa de Waters hubo 14 muertos y 30 heridos Por desgracia, leslie recibio un balazo en la cabeza, después de haber llegado a Guadalupe fá· cilmente, porque los servicios que prestaba como explo– rador eran inestimables. El teniente Tayloe, que había dejado su puesto de San Carlos en uso de licencia, ob· tuvo permiso para marchar con Waters y cayo muerto en una de las trincheras situadas fUera de la ciudad. Eran cerca de las dos de lo madrugada del 14 cuando todo estuvo a bordo del vapor Al salir, el ge– neral Henningsen fijo en una lanza un cartel que de– cía: "Aquí fué Granada" 1, palabras bien calculadas para atizar las pasiones de partido, no extinguidas aún en los antiguos legitimistas y democratas En tanto que uno de los partidos se lamentaba y gemía por la pérdida de su querida ciudad capital, el otro no podía contener sus sentimientos de triunfo y alborozo Pero
1. En castellano en el texto.
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