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seis levemente. ligeras brisas; me dirigí al puerto" 1

Lo sencillez de la narracion revela un rasgo del carácter de su autor; pero a fin de que se le aprecie en todo lo que vale, es necesario hqcer comentarios sobre el tamaño de la gole1a, su tripulación y armamento La

Granada tenía unas Setenta y cinco toneladas de capa– cidad y llevaba a bordo, durante el combate con el On–

e::- ele Abril, veintiocho personas por todo, entre Jas cua– les un muchacho y cuatro ciudadanos de San Juan Te–

nía dos COI ronadas de seis libras y solo 180 tiros de bala rasa y de metralla No es extraño, por lo tanto, que las gentes que estaban en tierra supusieran que después de un combate de dos homs a corta distancia ¡porque sabían, según diíeron, que Fayssoux se arrima– ría al bergantín) la Granada se hallaba tan fuela de combate que su comandante se había resuelto a hacer– la volar

La destrucción del bergantín la motivó una de las balas disparadas por fa goleta, que probablemente fué

a pegar contra un pedazo de hierro o en algunos fui. minantes en la santabárbara; pero los costarricenses y

las gentes de Nicaragua se imaginaron que se debía a un nuevo proyectil inventado por los ame,;canos 2

Muchos de los prisioneros tenían grandes quemaduras y

se mostlaron agradecidos y algo extrañados de las aten– ciones de los ciruianos El estado del capitán era gra– ve, pela al cabo de algún tiempo sus quemaduras sa– naron y se le dio un pasaje en el vapor poro Panamá 3

los plisionelos que podían andor se pusieron pronto en libertad, dóndoles pasaportes paro Costa Rica Cuan– do llegaron a su país, sus informes contribuyeron mu– cho a borrar las prevenciones que habían suscitado fas Moras contra los americanos, y, por último, los prisio– neros libertados tuvieron que caflar de orden del gobier– no; pero nunca se pudo obligar a ninguno de ellos a volver a NicOl agua

Al día siguiente del combate con el Once de Abril, Fa'yssoux fué ascendido al gl<ldo de capitán y se le do– no la hacienda del Rosario, cerca de Rivas, por los seña– lados servicios prestados a la República El resultado de este primer combate naval con el enemigo, fa desi– gualdad en el número de los tripulantes y de los ca– ñones, así como el carácter decisivo del conflicto, die– Ion nuevo ánimo a las tropas que estaban en Lo Vir–

gen Hasta las viviendas miserables y las raciones mez– quinas de la aldea se echaron un roto en olvido para celebrar la nueva gloria que la GranClda había conquis– tado a la bandera nicaragüense de la estrella roja Y

cuando por la tarde del 24 se recibio la noticia de que Henningsen había sido atacado en Granada, no se in– ten umpió el regocijo por el triunfo de la goleta en San Juan

Hacia las tres de la tarde del 24 los Aliados ata– caron

(J Henningsen por tres puntos y casi al mismo tiempo 4 Una columna enemigo aparecio en Jalteva,

1. Esta lelación de Fayssoux palece escrita a posteríod. Desde luego es muy extlaño el elrOl lespecto de la fecha del combate. Llama también la atención que diga que el Once de Abril voló a las B de la noche, cuando esto fué a las

10 N del T

2. La voladuta del Once de Abrí! fué causada por el in– cendio que se declaló a bordo después de una hOla de comba– te y llegó a la santabál bala a las diez de la noche N. del T 3 Las quemadUlas de capitán Vallelliestra taldalon dos años en san81 del todo. N del T

4 Los incidentes qUe hubo en Glanada entIa el 24 de noviembl e y el 12 de diciembre, los conoce el autor pI inci-

otro por el lado de la iglesia de Son Francisco y lo fer– cera ataco la de Guadalupe por la calle que va de la plaza mayor a la playa del lago El mayor Swingle hizo desaparecer en breve la fuerza que estaba en Jal– teva, disparándole algunos cañonazos, a la vez que O'Neal contuvo el avance del enemigo por el lado de San r-rancisco; pero los Aliados tuvieron mejor éxito en la iglesia de Guadalupe No solo se apoderaron de ella, sino también de la de Esquipulas, situada en– tle la de Guodalupe y la plaza mayor De suerte que uno pequeña tropel que estaba en el fuerte y en el mue–

lle, ocupada en mandar la carga a bordo de los vapo– res, quedó enteramente incomunkada con Henningsen y el grueso de la fuerza americana

Poco después de haber aparecido el enemigo en

torno de Granada cayó el teniente 5 O'Neol, y su her– mano Calvin, medio loco a causa de su muerte, se fué

Cl ver a Henningsen para pedirle que le permitiese caro gar contra el enemigo que estaba formándose cerca de la iglesia de San Francisco, Los Aliados eran quinien– tos o seiscientos; pero en su furia O'Nea! no pensaba en el número; su dolor por la muerte de su hermano ahogaba en él cualquier otro sentimiento En un mo– mento oportuno el general le dió 32 rifleros escogidos y

carta blanca para con el enemigo O'Neo!, descalzo y en mangas de camisa, salto sobre su caballo y llaman–

do

el sus rifleros para que le siguiesen se precipito en medio de los Aliados que se formaban cerca de la víe–

jo iglesia Los soldados, enardecidos por el arrebolo de su iefo, )0 siguieron corriendo con igual furia y sem– brando la muerte y la destrucción en los enemigos lle– nos de tel ror Los Aliados estaban enteramente des– prevenidos pma una carga tan súbita y atrevida como la de O'Neal y se sintielon como viajeros desvalidos ante el simún la matanza que hicieron los 32 rifleros fué espantoso y tan lejos fUeron a para O'Neai y los suyos, an ostra dos por la "furia del combate", que a Henningsen le costo trabajo hacerlos volver a la plaza mayol Al regreso pasaron por calles casi obstruídas por los cadáveres de los guatemaltecos que habían mo– tado Esto carga ceno bien fa pelea el primer día del ataque

El 25, al amanecer, Henningsen había cOl\centrado yo su fuerza y pudo cerciolarse del número exacto a

que alcanzaba No tenía mós que 227 hombres aptos para empuñar las qrmas y una impedimenta de 73 he– ridos y 70 mujeres, niños y enfermos Veintisiete hom– bres quedaron aislados en el muelle; el capitán Hesse y otros veintidós habían sido muertos o hechos prisio– neros en la iglesia de Guadalupe Henníngsen dispo– nía también de siete cañones y cuatro martelos; pero las municiones eran tan pocas que éstos estaban lejos de tene) la utilidad que pudieron haber tenido Du–

rante la noche del 24 se reconcentró esta fuerza cerca de lo plazo mayor, ocupando las casas de adobes si– tuadas en ambos 'ados de la calle principal que va de dicho plazo al lago, pasando por las iglesias de Esqui– pulas y Guadalupe Se construyó un parapeto desde

5. Así en el texto inglés; pero es de suporier que quiso

decir teníente cOlOnel, pOlque ailteliormente apalece O'Neal con el glado de mayor. N del T.

palmente POl los RECUERDOS DE NICARAGUA por el ge– nelal e F .Henningsen, autor de los RECUERDOS DE RU– SIA y de DOCE MESES DE CAMPANA EN ESPA~A_ – N. del A.

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