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« Previous Page Table of Contents Next Page »TROMPETAS y LUCEROS
OCTAV10 V1LLEGAS
Diplomático y periodista ~olombiano
En las colinas que en oiro tiempo soporlaron los templos, en un frono de naranjales y viñedos, reposa la Ciudad Sanfa, la señora de las gemes La ley ha dispuesto que todas sus edificaciones sean de piedra, cavada en el propio terreno Unas veces la corla y la pule la máquina; otras. la mano de hombres. Nada más alejado de la Inaternidad que la piedra, hosca y estéril. En Jerusalén se Inulfiplica y en– gendra. Vino la luna llena y vimos brillar sus mu– ros COInO los describió el apósfol, igual que una joya que las congregase a todas, zafiro, calcedonia, eSIne– ralda, fopacio, jacinfo y amatisfa. En la noche se– rena, por la terrazas y los patios corre presurosa la miel de los azahares
Frente a nosotros, el Inonfe de Sion se abre COInO un capüulo de medifaciones Hace fres mil años David retornó vicforioso después de vencer a los InO– habitas, y proInetió construir una ciudad en honor de Dios Pero el profeta Nafán le hizo saber que el cielo vetaba su proyecto, porque tenía las manos manchadas de sangre. David se echó a tierra, llo· rando: y tornó a hablar el profefa para decirle que Dios le oforgaba el perIniso de construir la ciudad, en premio de su lucha por Israel. De un salfo se
puso de pie y acoInpañándose con el arpa, hizo co– rrer el río de los salInOS Pero el templo 10 debía construir Salomón, que jamás empuñó la espada vengadora.
En esta Jerusalén tan lejana geográficamente, entre el Asia y el Africs, se esfá más cerca de la América Latina que en Europa, hecha excepción de España El idioma español se ha conservado en las familias de los sefarditas, expulsados hace cinco si– glos de la Península Ibérica Las Inujeres son las encargadas de custodiar ese divino fesoro. En fodos los silios alguien se entiende con nosotros. Inclusive la Cancillería acepta las nofas en español y la mayo– ría de sus funcionarios lo habla.
Es viernes y nos sorprende escribiendo el toque desfeñido de una frompefa. Salimos a la ventana para mirar. Un viejo rabí, de barbas rizadas, anun– cia la llegada del "Shabaf" o día sanfo. Son las cinco de la tarde y todas las actividades se paralizan de un solo golpe Los buses y los taxis ya han desa– parecido y las gentes se refugian en la sinagoga. Las calles quedan solitarias Sólo el sábado tornará a fluir la vida, cuando dé su señal el primer lucero vespertino.
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