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« Previous Page Table of Contents Next Page »la Biblia y la tierra prometida, que nLinca lo habían abandonado, impregnando sus plegarias y sus sueños
y cuando este pueblo volvio a su tierra, sus poetas fu. vieron la impresion, de un día para otro, de no haberla dejado nunca: el paisaje era familiar, los nombres de los valles y las colinas volvieron a, la memoria, las fi· guros bíblicas resucitaban en las calles de Jerusalén y Tel Aviv Como después de una larga noche, como después de las angustias de una pesadilla, todos es· taban allí, reales y vivientes, en el momento del des· pertar: Caín y Ab~\, Moi;és y Mi¡\am, Saú\ y Da~\~
La Biblia no era mas un album de recuerdos, la cronl· ca de un pasado glorioso, sino la imagen viviente de un presente eterno
Aún si han cambiado un poco la voz o la vesti· menta, podrán reconocerlos sin esfuerzo en los poemas que les presentaré a continuacion
La poetisa Rajel, muerta en la juventud a orillas del Mar de Tiberíades, canta en estos versos a la mu– jer de Jacob, con la que se identifica por el alma y el nombre:
RAQUEL
Su sangre corre por mi sangre, su voz en mí canta, ,
Raquel, la pastora del rebaño de Lab6n, Raquel, madre de madres.
Por eso la casa me es estrecha
y \tI l:.iudade)dfaña, porque el viento del desietro con su velo me llama.
Por eso con tal seguridad me pongo en camino,
porque guardan mis píes tantos recuerdos de antiguo; ,de antiguo.
Los hermanos enemigos" el inocente y. el asesino, reviven el instante que precedio al primer ,crimen, cara a cara y teniendo solo a Dios por testigo, en estos dós poemas de Abrahani Shlonsky: .
LABRADOR
Un camello y la arada. El filo de; la reja , que terron y terron separa con fatiga. Nunca fUera el mundo tan \ino.
Toda la eternidad abrazada en un instante.
Aquí, un barrunto de crImen, la reja que se clav.a.
Aquí Caín que hiende la unidad del terron. Nunca fuera tan corta la distancia entre un hombre, un camello
y el cielo.
PASTOR
Esta vastedad que dilata sus narices. Esta altura, anhelosa de ti.
La luz que rebosa blancurá de leche. El olor de la lana. El olor del pan.
y a la vera del rebaño y del hombre, atenta a los bruscos lametones en la acequia, descalza, desnuda en sus cinco sentidos, la mañana que camina al mediodía.
Mañana del Génesis. En los campos los rocios de la hierbas se evaporan. Y la humareda del
(estiércol. De horizonte a horizonte: un hombre y el campo. De horizonte a horizonte: el rebaño y Abel.
El poeta Jayim Guri no se limita a los actos he· roicos descritos en la Biblia, y donde ésta calla, él co– mienza su canto El poeta sabe que Jeal, al matar al general Sísara, permitio al pueblo hebreo la victoria. Lo sabe porque el cántico de la profetisa Débora can· fa el elogio de esta mujer arriesgada Pero el poeta, por un sentimiento de justicia poética y humana, ve a otra muier, ya vieja; la madre de Sísara, esperando el imposible regreso de su hi¡o:
SU MADRE
Hace años, ctl final del c6ntico de Débora,
oí el carro silencioso de Sísara que tardaba en llegar. Vi a la madre de Sisara transparentarse en la ventana, uná mujer con hebras de plotá en el cabello.
"Un botín de colores bordados,
calados polícromos para el cuello de los guerreros", veían las doncellas,
justo cuando el yacía en la tienda adormecido, con manas vacías de todo,
en la barbilla un rastro de leche, mantequilla
(y sangre.
Caballos y carros no rompieron el silencio. Las doncellas se callaron una a una: mi silencio y el suyo se tocaban. Poco después se fúé el crepúsculo.
Cuarent~ años estuvo en paz la tierra.
(Cuarenta años no galoparon 105 caballos, no clavaron los muertos . , (el vidrio de sus ojos. Pero ella rnurio a poco de 1(1 mue,rto del hijo.
La melancolicCl imagen del primer rey de Israel, Saúl, frecuenta desde siempre la imaginacion de poe· tos y pintores, por lo que no es raro el verla resucitar en la pluma de numerosos poetas israelíes Citaremos tres interpretaciones, que evocan bajo diferentes aspec· tos a este rey desventurado, obsesionado hasta la lo– cura, y calmado por momentos bajo la influencia del arpa de David.
En primer lugar, el poema de Dan Paguis:
ULTIMA ORACION DE SAUL
Dios mío, como un buey de labranza fuí fornido entre todas tus piedras.•
y callado bajo ~I yugo (fe fus truenos. Pero se me hizo el silenciCl Sgtarips.•
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