Page 47 - RC_1966_08_N71

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gláfica, legltlalán los CUlSOS de los líos y establecerán ellos mismos sus hogares. Su labor creará, inevitablemente po– sibilidades de comelcio¡ el comercio hará surgir melcados, y los me, cados atraerán nuevos inmigrantes hacia el país, Todos llegarán por pi opia voluntad, por propia cuenta y riesgo. El tIabajo que invertimos en la tierIa hnce subir el valO1 de la misma Los judíos no ta,darán en darse cuen– tata de que se ha abierto ante ellos un campo nuevo y du– rade,o, donde pueden desplega, SU espÍlitu emprended01 que hasta entonces habia sido odiado y despI eciado.

Ahora bien: si se quiere fundar hoy día Una nación,

no hay que hacerlo de la numera que hace mil años fuera la única posible SelÍa una insensatez Iegresal a estaclos de cultnta ya supe! ados, cosa que queuían algunos sionistas. Por ejemplo, si tuvié,amos que extermina, a lall fie,all en dete, minado país, no lo haríamos a la manera de los euro– peos del siglo V. No atacaríamos aisladamente a los osos, armados de jabalinas y lanzas, sino que organizalÍamos una l,'"lande y ale~rc cacería, dando batida a las bestias hasta te– llerlas reunidas y entonces les anojalíamos una bomba de melinita.

Si queremos edificar no consh uiremos unas desoladas habitaciones lacushes, sino que edificalemoll de la manera que se estila actualmente. Levantal cmos construcciones más ab evidas y más confortables que las conocidas hasta ahO! a. Porque disponemos de medios que todavia no han existido en la histOl ia.

Nuestras capas económicamente inferiorell selán segui– das a aquella tierra por las inmediatas superiores Los que se hallan más celca de la desesperación irán primero. Sus conductOles sClán nuelltlos intelectuales medios, que son pelseguidos ell todas partes y que producimos en exceso Este escrito tiene por finalidad someter el problema de la migración de los judios a una discusión genera'1. Pero es– to no quim e decil que habría de Sel 1 esuelto por medio de una votación De proceder así, el asunto estaría perdido de antemano. El que no quim e adherhse a nuesho movi– miento puede queda, donde está. La oposición individual nos es indifel ente

El que quiera marchar con nosotros, que jme nuesha banllera y luche pOl ella por medio de la palabra, hablada o esc, ita, y mediante la acción

Los judíos que aceptan nuestra idea del Estado se aglupan en torno de la Socicty of Jews. Esta obtiene, de tal modo, la autol idad necesalÍa para hablar y negociar ante los gobiernos en nombre de los judíos. La Society será 'e– conocida -para decirlo con una analogía tomada del dere– cho internacional- como autoridad capaz de constituÍl un Estado. Y al dcelalsr esto, el Estado )'a cstaría constituí– do

Entonces, si los gobiernos se muestran dispuestos a conceder al pueblo judío la soberania de algún territorio neutral, la Society entablará discusión soble el territorio que ha de sel tornado en posesión Dos países tienen que se, tomados en cuenta: Palelltina y la A,geutina. En ambos países se han hecho notables tentativas de colonización, ba– sadas en el priucipio equivocado de la infiltración paulatiua de los judíos La infiltración tiene que acabar siemple mal, pues llega iuevil ablemente el instante en que el gobierno, bajo la presión ejel cida pOl la población que se siente ame– nazada, prohibe la inmigración de judíos Por consiguiente, la emig¡ ación sólo tiene sentido cuando su base es nuestra soberanía ga,antizada

La Society of JewB entablará negociaciones con las ac– tuales autolidades supremas del país. y bajo el protectorado de las potencias europeas si a éstas les parece plausible el asuuto Podemos prop01cionar enOlmes beneficios al actual gobielno, cargando con una parte de las deudas públicas, conshuyendo vías de comunicación, que nosobos núsmos precisamos. y muchas cosas más. Pero el sólo nacimiento del Estado judío result81á pl(wechoso pala los países veci– nos, puesto que, en grande como en pequeño, la cultura de una. región eleva el valor de las regionell que la ,odean

PAL$TINA O LA ARGENTINA?

¿ A cuál de las dos hay que dar prefe, encia? La Socie–

ty tomará lo que se le dé y hacia lo cual se inclíne la opio nión general del pueblo judío. La Society averiguará am– bas cosas.

La Argentina es por naturaleza uno de 10ll países más

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licos de la tierIa, de inmensa supe,ficie. población escasa y clima templado. La República A,gentina tendría el mayO} intelés en cedernos una porción de tierra. La actual infil– tración de los judíos ha provocado disgusto: habría que ex– plical a la Argentina la difelencia radical de la nueva emi– glación judía

Palestina es nuesha inolvidable pabia histórica El sólo oírla nombrar es para uuesho pueblo un llamamiento podelosamente conmovedor. Si Su Majestad el Sultán nos diera Palestina, nos comprometeríamos a sanear las finan– zas de Tu,quía. Para Europa fOlmalíamos allí parte inte– grante del balual te contra el Asia: constituhíamos la van– guardia de la cultm a en su lucba coutra la barbarie Co– mo Estado neutral mantendlÍamos l elaciones con toda Euro– pa que, a su vez tendría que galantizar nuestra existencia En cuanto a los Santos Lugares de la clistiandad, se podría encontI ar una forma de extlatelritoriaJidad, de acuerdo al derecho internacional Montaríamos una guardia de hono' ahededo, de los Santos Lugares, respondiendo con nuesha existencia del cumplimiento de este deber. Tal gumdia de honor sería el gl an llímbolo de la solución del pi oblema ju– dío, después de dieciocho siglos llenos de llufl imientos pal a nosobos

NECESIDAD. ORGANO y COMUNICACIONES

En el penúltimo capítulo decía yo: "La ,Jewish Com– pany organiza en el nuevo país la vida económica". Cleo necesaIÍo intelcalar alguuas aclalaciones a este respecto Un proyecto como el plesente está arnenaz(ldo en sus principios mismos cuando las gentes "prácticas" se de– claran contralÍas a él Ahora bien; las gentes prácticas son las que hacen las callas por me, a práctica, pOI rutina, v son incapaces de salir de un estl echo cíl culo de nociones anti– cuadas. PelO su oposición es de impol tancia y puede 1 esul· tar muy perjudicial a lo nuevo, al menos mient18s lo nuevo no sea bastante fuerte para desechar los caducos conceptos de las gentes prácticas.

Cuando en Elllopa Be empe7.a'on a constrUÍl los feno– carlÍles, hubo gentes plácticas que calificaban de locura la construcción de ciel tas lineas "porque en aquellas regiones ni siquie,a la diligencia tenía hastantes pasajeros". Por aquel entonces no se conocía aún la veldad que hoy nos re· sulta dt! una sencillez infantil: que no son los viajmos los que hacen sU\ gir el felrocarril. sino que, por el contral io, es el fenocarril el que hace surgir a los viajeros, presupo. niéndose, claro está, la necesidad latente

De la misma especie de objeciones de orden práctico que las formuladas conha la construcción de felrocarriles, serán las de muchos que no pueden imaginarse cómo ha de organizarse la .vida económica de los recién llegados al llue– vo país. que aún está por conQllistar y por cultivar. Tal hombre "práctico" diria lo siguiente:

"Admítimos que la situación actual de los judíos en muchall partes es insostenible y que se tOrna cada vez peor; admitimos que va llUl giendo el deseo de emigrar; y llega– mos a admiti, que los judíos emigran, efectivamente, al nuevo país; ¿cómo y qué ganaráll allí? ¿De quó vivirán? La vida económica. las comunicaciones, las relaciones entre tantos individuos no pueden establecerse artificialmente. de la noche a la mañana".

A esto lespondo: No se trata en manera alguna de establecer lelaciones artificiales. y mucho menos Re bata de hacerlo de la noche a la mañana Pero, aunque no Se puedan establecer relacionell, se puede, sin embargo, ini– ciarlas ¿ Cómo? Mediante el órgano de una necesídad. La necesidad ha de se, reconocida; el órgano debe ser creado; y las relaciones se establecerán por sí mismall

Si la necesidad de los judios de mcjola, su condición es veldadera y p,ofundamente sentida; si el órgano que ha de ser cuado para satisfacer esta necesidad, es decir, la

J e\vish Company, es suficientemente poderoso, hab~á forzo– samente en el nuevo país una vida económica activa y gIan animación en las comunicaciones y lelaciones de toda clase. Naturalmente que todo esto será en el futuro, lo mismo que el desarrollo del tráfico ferroviario se realizaría en el fu– turo para los hombres del año 1830. Con todo, los ferroca– rriles fueron construídos. Afortunadamente, se hizo caso omiso de las objeciones de las gentes prácticas que defen– dían la diligencia.

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