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« Previous Page Table of Contents Next Page »NUESTRA LENGUA y LOS JUDIOS
Hac!l ya m6s de un iustro, Israel brego con verda– dero afém, en las Naciones Unidas, para que el espa– ñol fue·ra aceptado como uno de los idiomas de trelbajo de la Or~anizacion Internacional. En favor de este ob– jetivo hizo oír su palabra y contribuyo con su voto a su crístafi;¡;acion Eran varias las razones y fundqmen– tos qué abonaban la activa posicion de Israel en pro de la sanc'icn de tal iniciativa. Entre ellos, la creciente importancia en la vida internacional de un idioma que es hablado hoy por tantos millones de personas, en diferen– tes regiones del mundo, así como los estrechos vínculos que ddde su advenimiento mismo como Estado, unen a Israel con las naciones iberoamericanas Pero otro de los fqctores enunciados por ISlael, al fundamentar su voto, se refería a la historica relacion con el idioma y la cul– tura hispánica de una de las dos ramas principales del pueblo judío: la de los sefaraditos o sefardíes, gentili–
cio correspondiente a la palabra Sefarad, que según el idioma hebreo significa España.
En España, justamente, acaba de realizarse un sim– posio sobre el "Estado actual del mundo sefardí" en que ese tema tuvo eco Se llevo a cabo en Madrid, or– ganizado por el Instituto de Estudios Sefardíes y patro– cinado por altas instituciones y personalidades y allí trascendio, por boca de los delegados de Israel, la su– pervivencia en Tierra Santa der idioma que sigue vin– culódo a un sector del pueblo judío con la cultura his– pari<;i
. Ese vínculo historico se ha mantenido vivo a través de los siglos, a pesar de todas las vicisitudes y altiba– jos, y se refleja aún en nuestros días en el propio Esta– do de Israel, donde varios cientos de miles de sus ciu– dadanos, de origen sefardí, siguen hablando en las ca– lles de Jerusalén o de otras ciudades y aldeas, el anti– guo idioma ladino o judeoespañol, el mismo que habla– ran sus antepasados en las aljamas o callejones de To– ledo Cardaba o Andalucía Ese vínculo tuvo su apo– geo 'en la época del florecimiento cultural de los judíos en España, se mantuvo hasta su expu)sion y Juego se prolongo en los lugares en que se radicaron
Durante dicho período, los sefardíes crearon una ri– ca literatura así como otros valores que fueron motivo de su prestigio en el mundo de la cultura en general, como de la vida judía en particular. Luego de la des– truccion del Segundo Templo, y aún antes del fin de la soberanía judía en el antiguo Israel, la diáspora estaba diseminada en numerosas regiones con sus respectivas características Los investigadores coinciden en supo– ner que la Península Ibérica tuvo comunidades ludías probablemente desde la llegada de los fenicios a sus costas Se sabe, a ciencia cierta, que habían allí co– munidades judías desde principios del siglo IV Sin embargo, entre los iudíos españoles se sostuvo que sus antepasados fueron traídos a España desterrados por Roma, a raíz de la destruccion de la pequeña nacion hebrea. El nombre Sefarad es mencionado una sola
vez en la Biblia, en el breve escrito del Profeta menor Abdías (1, 20), cuando dice: " ..y los cautivos de Je– rusalén, que están en Sefarad"
En la acepcion estricta del término, los sefordíes son los descendientes de los israelitas iberos, que a por. tir del siglo XIV comenzaron a dispersarse por el mun-
do No deseamos fatigar al lector con extensas nomI– nas de insignes escritores, filosofos, pensadores y hom– bres de ciencia judíos sefardíes que descollaron en la estructuracion de los valores fundamentales de la cul– tura, la literatura, el pensamiento y el arte en el largo período de transicion entre la Edad Media y /a Edad Moderna que culminara en el Renacimiento
Toda esta obra fue hecha, en gran parte, a través del español antiguo que 105 ludíos siguieron conservan– do después de la expulsion de 1492 y llevaron consigo como preciado tesoro. El judeoespañol ha sido el puente cultural, entre aquel pasado luminoso y nuestra época, donde también es dable transitar por días gri. ses morcadós por aguda decadencia De generacion en generacion, como legado espiritual irrenunciable, los se– fordíes fueron trasmitiendo esa preciada lengua en los países de su dispersion, particularmente en la penínsu– la balcánica, en Africa del Norte y en el Medio Oriente, incluyendo la zona palestina que hoy constituye el mo– del no Estado de Israel
Este español antiguo o ladino, denominacion que provendría de "latino" y que se aplicabq por los judíos a la lengua del país pora diferenciarla del hebreo, el cual también produjo en aquel entonces una literatura de fundamental importancia filosOfica y litúrgica, siguio siendo dialecto hasta nuestros días entre los judíos se– fardíes, quienes lo usaban como lengua casera cualquie– ra haya sido el idioma que se hablara en los países donde habitaban
El ladino (judoespañoll se escribio generalmente en caracteres hebreos, de ahí que haya sido influencia– do por gran variedad de temas hebraicos, en tanto que ha sido significativa la influencia de la literatura he– brea en la misma literatura española.
El dialecto judoespañol ha venido acusando inexo· rablemente un progresivo deterioro en riqueza de ex– presiono Por un lado, no ha recibido, como todo idio– ma normal, el sucesivo aporte de múltiples vocablos y de cambios idiomáticos, de giros y construcciones gra– maticales Por el otro, ha absorbido infinidad de ele– mentos lingüísticos extraños recogidos por los judíos en cada uno de los países de su residencia, para denomi– nar obietos y actividades de la vida diaria, con sus con· tinuas mutaciones.
El castellano y el portugués de los siglo XV y XVII fueron las lenguas en que se compuso gran parte de la literatura clásica de los sefardíes; el primero predomi– naba en Levante, el segundo en Occidente. En las co– munidades sefardíes de Amsterdam, Londres, Hambur– go y Liorna, y de otras ciudades del oeste europeo, el español y el portugués, en cuanto vernáculos, no tuvie· ron tiempo de absorber elementos de la lengua del país o del hebreo, formando así un idioma moderno, pues desaparecieron del uso popular, en el rápido proceso de desintegracion del sefaradismo occidental. En cam· bio Oriente, donde el castellano se impuso a expensas del portugués y donde los sefardíes se establecieron so– lidamente, se desarrollo, en el andar del tiempo, un nuevo vernáculo: el judeoespañol, o lac;lino, que se apo· dero también de la literatura Ese idioma a la vez que conservo al castellano de los tiempos de la disperslon, absorbio numerosas voces hebreas, turcas, árc;¡bes, grie·
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