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earios-. qU~i movidos. en lo general, por intereses ais– lados y aspiraciones personales, jamás pueden mar– char al unísono, :temiendo cada cual que un paso dado en el progreso de la revolución, desfruya su pensamiento y la pretensión personal que le llevó a tomar Un puesto de combate en aquel bando. Aun !'In los últimos tiempos en que se ha hecho sentir \ln poco la influencia de la civilización del siglo, y por 19 tanto se ha ido acentuando también la divergencia de principios políticos, se nota ese fu– nesto desconcierto que hace que el liberalismo sea un foco de desorden y anarquía. Oigamos 10 que a este' ~especfo nO$ dice el tantas veces citado señor Guzmán en el mencionado periódico "La Prensa", después de haber echo el fatídico diagnóstico del Partido' Conservador. Dice así:

"Como habíamos previsto, el enfermo moribun– do no~ colmó de vituperios al escuchar nuestro diag– nóstico. Quiera Dios que el liberalismo nicaragüen– se sea menos irritable y que sólo encuentre en estas líneas motivo de seria meditación porque, a nues– tro juicio. 'hay notable diferencia entre el uno y la otra.

"La oposición de Nicaragua émerecerá el nom– bre de partido polífico? No.

"Es la agrupación de varios pequeños círculos, algunos de los cuales han tenido hasta hoy intereses

y tendencias opuestas.

"Cabe organización y disciplina entre pandillas políticas empeñadas, no en el triunfo de un princi– pio, sino en conquistar por sus respectivos jefes la exclusiva supremacía ... ?"

"Siempre las mismas disidencias, siempre la confusión y la anarquía en nuestras filas. "El des– concertado Partido Liberal", dice El P'oll'Venir en su número 32, hablando de nosotros. La calificación del semanario de Managua es perfectamente exaC±a. "No somos una legión: somos un puñado de vo– 1uni¡:lrios insurreC±os. Cada uno dispara por su la– do; sin orden ni concierto, exponiéndose con fre– cuencia a herir a sus propios amigos.

"Y entre tanto el conservatismo dominante, se burla de nuestras divisiones y las aprovecha; azuza un círculo contra otro; procura mantener vivo el re– cuerdo de antiguas rencillas entre las diversas par– cialidades que forman la oposición, y como en nin– Qún partido falfan infames capaces de venderle el alma a Satanás, por las treinta monedas de Judas, los conservadores hallan a cada paso, en el anar– quizado hogar del liberalismo, espías y soplones, odiosos sicarios de machete y asquerosos esbirros de pluma!'.

He aquí un cuadro verdaderamente sombrío, pe– ro de una rigurosa exac±itud. Esto se explica. El li– beralismo ha tenido un núcleo de hombres quizá más enérgicos e ilustrados que sus antagonistas; pe– ro q'Ll,e, a diferencia de éstos, no han tenido unidad de pensamiento. En lo único en que han estado de acuerdo es en destruir el núcleo contrario, para lo cual han hecho un llamamiento general a todas las pasiones, a todqs los intereses que le son contrarios. Todo disgusto .personal o de familia, todo resenti– miento, todo encono, todo despecho, toda preten– sión aislada, ha encontrado franca hospitalidad en el liberalismo, dando con esto lugar a las más curio-

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sas extravagancias, tales como: manifestaciones libe–

I'o·clerica!l.~s y democR'acias borbónicas; y de este consorcio heterogéneo de sentimientos y aspiracio– nes se ha form.ado el grueso del ejército destinado a librar la batalla conira los intereses de la generali– dad. A este núcleo, que ha llegado a veces a adqui– rir un grado considerable de respetabilidad, se han agregado muchos hombres de buena fé, eniusiasias por todo pensamiento grande o fascinados por la idea de ser conducidos, como por vía de encanta– miento, al apogeo de la dicha y de 1,a prosperidad. Los mismos, los mismísin1.os elementos concu– rren a formar el Panido Conservador; pero en éste, el elementó de buena fe e impersonal, figura en más alta escala, tanto en el núcleo, como en los afiliados. También en este partido ha habido, hay y habrá por mucho tiempo, mientras no se definan con cla– ridad los principios políticos, pasiones personales y aspiraciones aisladas. Muchas veces han figurado en él hombres que no han fenido otra razón para ser conservadores que el hallarse sus enemigos o rivales en las filas contrarias: muchos ha habido cuyos prin– cipales alicien.l:es han sido las mayores probabilida– des de llegar con el apoyo del partido, a ciertas posiciones o de conservarse en ellas. Así es que des– pués del conflicto entre las dos parcialidades, se ve– rifican cambios estupendos que causan admiración a los que no se han tomado el :l:rabajo de investi– gar las razones que han de.l:enuínado la ac.l:itud de ciertos hombres en circunslancias dadas.

Nada más cambiante que el calor político de los individuos; y muy poco conocimiento de la ín– dole del país revela el que cree en la firme y sin– cera adhesión del correligionario a la causa que es– tá sos.l:eniendo. La frase aquella: "nadie puede con– tar con el día de mañana", en nada ha fenido me– jor aplicación que tratándose de asuntos políticos; y en efeC±o nada, hay tan común como ver a los ami– gos de ayer figurando en las filas contrarias y vice– versa. Regularmente en el confUdo se exaltan las pasiones y los sentÍlnien±os y se ponen de manifies– to las miras que predominan en uno y airo bando. Los incauios abren los ojos; los entusias.l:as pierden sus ilusiones; y estos elementos sanos desengaña– dos, vienen a engrosar las filas del conservatismo, en donde, a despecho de sentimientos y aspiraciones personales, triunfan los principios más vitales para la sociedad, tales como: la paz, el orden, la libertad y las garantías de propiedad y vida. La sociedad vuelve a asentarse sobre sus quicios: a cada cual se le señala su puesto y enlonces viene a su turno la desmembración de las filas conservadoras: el fun– cionario que fue repuesto en su empleo por otro ciu– dadano, va ¡ps'o 2¡;nclo, a formar en las filas del li– beralismo: el que no coronó una aspiración perso– nal o de círculo, se conviene desde luego en apóstol de las ideas liberales: el que no obtuvo la protecci6n que se prometía de los hombres principales de su partido, el candidato chasqueado, el comerciante fa– llido, el general retirado, son arras tantos elementos que van a engrosar las filas del liberalismo y a em– prender la tarea de explotar la sencillez de los hom– bres para descarriar el sentimiento público. Este fe– n6meno, que no debe ser exclusivo de Nicaragua, inspir6 sin duda a un ilustrado escritor sudamerica.

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