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Macaulay explica el origen de los dos grandes parlidos ingleses del modo siguiente. Dice que "'la diferencia entre ellos ha existido siempre, y debe siempre existir, porque tiene su origen en la diver– sidad de temperamentos, inteligencia y de intereses que existen en todas las sociedades, y que existirán hasta que el espíri:l:u humano deje de ser impelido en opuestas direcciones por los encantos del hábito, y por los encantos de la novedad. No solamente en polífica, sino tam.bién en literatura, en arles, en ciencias, en cirujía y mecánica, en navegación y agricultura, y aun en matemáticas, encontramos es– ta distinción. En todas parles hay clases de hom– bres que se aferran con tenacidad a todo lo que es antiguo, y que, aun cuando se les convenza con irre– sistibles razones de que una innovación sería bené– fica, consienten en ella con mucho recelo y con fu– nestos presagios. También encontramos por todas parles otra clase de hombres vehementes y llenos de esperanzas, atrevidos en su proyectos, que empujan siempre hacia ~delante, prontos para descubrir las imperfecciones de todo lo que existe, dispuestos a no tomar en cuenta los riesgos e inconvenientes que traen consigo los adelantos, y listos a probar todo cambio por la razón de ser un adelanto. En los ·sentimientos de ambas clases hay algo que aprobar, pero las mejores muestras de ambas se encontrarán, no lejos, de su línea divisoria. La sección extrema de la una clase se compone de ciegos y apasiona.. dos retrógrados, la extrema sección de la otra se compone de empíricos superficiales e irreflexivos. "'Los parlidos se llamaron después Tories y Whigs, y no hay probabilidades de que estas deno– minaciones lleguen a caer en desuso.
"No sería difícil componer un libelo infamato– rio o un panegírico sobre cualquiera de esos dos fa– mosos bandos, porque ningún hombre que no esté enteramente destituido de juicio y buena fé, podrá negar que hay indelebles manchas en la fama del parlido a que perlenece, ni que el parlido a que es contrario puede gloriarse con justicia de muchos nombres ilustres, de muchas acciones heróicas y de muchos imporlantes servicios hechos al estado. La verdad es que, aunque ambos parlidos han cometi– do con frecuencia graves errores, Inglaterra no ha– bría podido pasarse sin ninguno de ellos. Si en sus instituciones la liberlad y el órden, las ventajas que surgen de la innovación y las ventajas que surgen de la prescripción se han combinado de un modo desconocido en otras parles, debemos atribuir esta feliz peculiaridad a las ardientes luchas y alfernati– vas victorias de dos confederaciones rivales de esta– distas, una confederación celosa por la autoridad y la antigüedad, y oira celosa por la liberlad y el pro– greso".
En 1878, uno de los Ji¡lfes más conspícuos del mal llamado liberalismo nicaragüense, don Enrique Guzmán, dijo: "El Partido Con·servador se muere, el
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ANSELMO H. DIVAS
Estadista, periodista, mentor político nicaragüense.
Parlido Conservador se acaba"', y hacía esta afinna– ción precisamente cuando su imaginario enfenno agonizante daba el espectáculo más grandioso de su irresistible poder, llevando a las urnas electorales el nombre de don Joaquín Zavala con .tan general aplauso, que aún los mismos que le hacían oposi– ción manifestaban que era sólo por el temor de que no aceptase, y se sinfieron honrados al verse vencidos con aquel hombre tan simpáfico.
Es lástima que el referido caudillo liberal no ha– ya sido profeta en aquella época, pues la desapari– ción del escenai-io público de lo que se ha llamado en este país Par'"Jido Conservador, habría demostra– do que la gran misión organizadora de esta agrupa– ción polífica estaba tenninada, y que el país habí~
entrado ya en una era de verdadera civilización, era en que, desapareciendo los círculos personales, las· bajas pasiones y las intrigas rastreras, qebe ocupar la arena de la política la lucha franca, leal y deco– rosa entre los dos grandes principios que se disputan el predominio del mundo, a saber, el que tiende a dar al espírifu rápido vuelo hacia la realización de los grandes progresos e ideales humanos, sin reco– nocer trabas de ningún género, y el que representa como el freno de la locomotora del pensamiento, e impide que descarrile ocasionando catástrofes en las cuales se pierden las conquistas adquiridas en si– gles de trabajos y de meditación.
~ Pero desgraciadam.ente no hemos llegado aún a tanta alfura, pues en Nicaragua no ha habido ni habrá por mucho tiempo esa santa lucha que es la causa detenninante de los progresos humanos. In– :l:ereses encontrados, pasiones de :l:odo Qénero, aje– nos al bien común, hé ahí las causas de las frecuen– tes convulsiones y guerras que han consumido los ricos elementos del país y comprometido seriamen– te su independencia, lucha larga, tenebrosa, deses– perada, sin tregua, de la propiedad, la vida, la fa– milia, la moralidad pública y privada, en fin, de todos los principios constitutivos de la sociedad con todos los elementos que le son contrarios.
Por exagerada que parezca esta apreciación, la verdad de ella aparecerá a todo espíritu reflexivo que se tome el trabajo de meditar un poco sobre el origen y progreso de nuestras revoluciones. He aquí lo que el ilustrado jurisconsul±o, don Tomás Ayón, dice a este respecto en sus "'Apuntes sobre los acon– tecimientos de 1822 y 24"'.
"'En la anterior contienda (después de la inde– pendencia) de los partidos políticos de esta provin– cia (Nicaragua), pues, no se encuentran más que pasiones, las calificaciones de realis!as, imperialistas o serviles sólo servían para autorizar la persecución y el despojo de las personas que habían tenido una regular posición bajo el antiguo régimen.
"'En la confusión de los hechos con que las pa– siones iban labrando la ruina de la patria, se deja ver elespirifu que animaba a la revolución. Nada
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