Page 130 - RC_1966_07_N70

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Ivf del sol.'

Nos, dieron el aviso de estar lista la;' m,esa: ante' todo, les dije a la señora y niñas, sírvanse de, perdonar· me la confianza de suplicarles me acompañen, saludar por segunda' vez a esta señora que contiene' ton fino licor. Jomé la botella, y una de las niñas corrio a traer unas cuantas copitas. las serví el licor, recomendándo– les fu~ra ese brindis el recuerdo imperecedero de un soldado afanado por la vida y libertad de Centrooamérh' ca. la señora y niñas me protestaron con franqueza y cariño que siempre me tendrían presente, sin olvidarse de que era uno de tantos I,ibertadores de Centroamérica y

se felicitaban de ser su hi¡o y hermano el que iba en mi compañía.

" las' bestias estaban listas; montamos, y ·dándoles un segundo odios, has alejamos.

Hermosos caminos son aquellos: anchos, parejos y sombrosos; muy pareddos a los del Departamento de Rivas, Nicaragua. A corta distancia se encontraban tra– piChitos y

viviendas de gentes generosas, que salían a ofrecernos sUs servicios.

llegamos al.primer pueblo, Quelepa, si no me equi- 'vaco: su calle central era la entrada y salida hacia a otro pueblo llamado Moncagua, pues no están distantes. En' una de 'las casas que circulan la placita, estaban dos pasé;ljeros desmontados; nosotros también nos desmon· tamos para tomar un pinolillo que pedimos, y mientras lo preparaban, cruzamos conversacion con los que allí estaban: éstos, por nuestros vestidos y espadas que lle– vábamos ceñidas, no tuvieron que dudar que éramos militares, y. que yo, les dijo mi compañero, venía del teqtro de la guerra e iba en comision ante el gobierno. ), Fuimos informados que ellos venían con los dos Ministros y el General Gerardo Barrios y que no tarda– rían en llegar a tomar lo que estaban preparando. A los pocos minutos se presentaron con sus acompa– ñantes; les hicimos un saludo, que correspondieron no solo con urbanidad, sino con muestras de cariño. Desmontados ya, siguieron las preguntas, satisfa– ciéndolas y presentándoles mi pasaportes; el General Barrios fue ,el primero en estrecharme por segunda vez la mano.

llego el eura acompañado de unos pocos señores a saludar a los viajeros. El General Barrios me presento a los señores Ministros de la Guerra y Relaciones; éstos me pidieron la correspondencia y se las presenté. Nos fui– mos todos, con el cura a su casa, en donde escribieron, y regresaron a dos de la comitiva con sus informes. Yo y mi compañero nos regresamos con ellos a San Miguel. Omito referir todo lo referente a mi entrevista, por nues– tra pronta, llegada a casa de mi compañero.

Como a las 10 ú 11 de esa noche estaba despacha– do. Esa misma tarde salio la division al mando del Géneral Aguado (a) Calabaza para la Un ion, en donde se embarcaron para esta infortunada República. En la tarde del siguiente día, entramos al puerto y como iba en compañía del General Aguado, fuí hospeda~

do en Ja Comandancia, recibiendo tanto del señor Co– m'andante como de sus amables niñas, nuevas muestras de cariño.

Regreso a Nicaragua

'Al siguiente día, en la mañana, fuimos embarcados

co..... direcCion'ca

1 nu~strq puerto, lIegorlao primero la em· barcadon en, que ve.nían los principales jefes. De la Garita 'de lo :Playa 'Grander,hicesqlir un exprofesoa dar el parte del artibo de dicha division. .

Cl:lando se lecibio la respuesta, se prosiguio la na. vegacion, lIegaQdoa El Jempisque en .la noche: Yo l'lO

esperé! pitos ni tambores. En el acto de haber salido a fierro, rne puse, en camino, encontrando bestias y carre-tas. .

En "Ia tarde estaba el puesto en grúpos;: esperando ver kl' entrada de la referida division; ésta desde en la mañqna. estaba en marcha a leon. Un poco después del ejército salí yo, en cornpañía del General, llegando a leon a medió día.

Me presenté ante el Gobierno, dando cuenta de mi comision y recibiendo de él las vivas demostraciones de reconocimiento a mi actividad, del que ya teníanconoci– miento por las buenas re~omendaciones a que me había hecho acreedor. '" , Al tercer día me fuí a la campaña, con dos oficiales y cincuenta individuos de tropa, que custodiaban cuatro cargas de parque; iba ansioso de verme y estar con mis cornpqñerosde armas, y este deseo. me hacía ver con indiferencia los peligros y demás ob~táculos. Esta an– siedad de verme en1re mis camarada~, me' dieron resis– tencia para lIegqr a San Jorge en tres días y medio, pero no me había imqginado tener el pesar que me esperaba. Hacían dos días que habían ultimado, al joven Flo– rencia Santamaría, por el crimen que tuvo la desgracia de cometer, dando muerte al io.ven Enecon. Ambos eran ayudqntes del General Jerez: el primero como escribien– te, pues tenía inteligencia, y el segundo de ¿pmunicar ordenes. Ambós eran del aprecio y cariño general en el ejército.

Ocupé mi puesto de primer teniente en la compañía del Capitán Pánfilo Gomez. Dos días después de mi inmeso al campamento, tuvo que moverse una parte del ejército nicaragüense, junto con una seccion del anciano Coronel don Pedro Romulo Negrete, jefe salvadoreño.

Contra los yankees

Marchamos con direccion a la Virgen a esperar allí la flota de yankees que desembarcaron en San Juan, a reforzar el ejército de nuestros antes enemigos. Mi Com– pañía ocupaba la vanguardia, y' como yo era el primer oficial de ella, era el de la descubierta.

En una vuelta del camino, en ~I lIanito de Santa Rosa, me encontré con los yankees, haciéndome la pri– mera descarga a quernaropa, contestándole con destreza; mi caballo fue muerto, varios de mis soldados muertos también unos y heridos otros. Uh Capitán y oficiales acudieron por varias direcciones, y el ejérCito se desple– go por compañías, quedando otras, el cuerpo de reserva, donde se refugiaban los heridos y se daban las ordenes. Habiendo quedado yo a pie y con solo cinco hom– bres, con ellos ingresé a la reserva. Nuestra division estaba hecha pedazos. los jefes atendían .vigorosa– mente a batir a

IQS yankees por Jos flancos.

El encuentro, aunque de pocas horas, fue sangriento. Yo estaba en la reserva, y el General tuvo aviso de la proteccion que de Rivas les iba a llegar; con tal aviso, para salvarnos de una completa derrota, dispuse:> 'una' retirada. con el resto de valientes.

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