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« Previous Page Table of Contents Next Page »nu~stro,eiército, cuando estando yo herido en la cama y bajo el coro de la Lglesia de Jalteva en Granada. Nos dimos noticiapde todo y pasamos al Hotel o Restaurante, a don~e satísfice mis apetitos presentes y rezagados. El referido amigo iba en comision hasta el interior; aca– baba de desembarcar. Felizmente supimos en dícho Hotel que estaba en el puerto la persona o'quien iba di· rigido, y esto estuvo tan a mi favor que más no se diga. Al ,5iguiente día temprano hubo marea y nos embarca· mas de regr~so al Tempisque, puerto nuestro.
Regreso a Nicaragua
llegué a esta ciudad querida, presentándome a las autoridddes departamentales, siendo Subprefecto don José Jiménez y Comandante el Coronel don José L Gue– rrero, quien creo vive aún; ambos empleados" amigos que me hacían honor con el cariño que me dispensaban. En el acto se me dio de alta; serví en esta plaza pocos meses, por habérseme nombrado ayudante del General y doctor don José Guerrero, quien con los jefes don José
Luzarra~a y don lucas Blanco y un ~úngaro ocuparon Puntci';Jcaco y pusieron tropa y artillería en el Cardon, por haberse lanzado Costarrica sobre los yqnkees, cuya ac· cion, de ,armas se libro en la ciudad de Rivas. Dicha acciqn 'de armas fue sangrienta; los edificios Cfuedaron desffuídos; también los dos bandos que se disputaban el triunfo. . El ejército tico abandono aquel departamento, --en donde. recogio tantos laureles-, por ha~erlo fla– gelado sin piedad el colera morbus. Los yankees se refugiaron en Granadd, que era su guarida predilecta. Circulaba cCin profusion la noticia de venir en cami– no la primera columna de chapines. El señor' Patricio Rivas era el Presidente provisorio, y orgc1I1izO und junta de jef~'s y ~ficiales, para que éstos resolvie(b.n'sise acep– taba la un ion con los legitimistas, pues con laL objeto el señor Estrada, jefe del g~pierno legitimista y é'( General Martínez con su Estado Mayor, se vinieron de Choluteca al Departamento de Segovia, para cooperar con las fuer· zas de los Estados hermanos a sacar de Nicaragua a los filibusteros; pues Walker ya se había proclamado Presi· dente de Centro América. Con el objeto de tomar parte en dicha junta, fue llamado de Corinto el Cenera 1 Guerre– ro, y siendo yo su ayudante, tuve que a'sistir y dar mi parecer. ,
Hubo calor en las discusiones de parte de los mili– tares democráticos, pero triunfo la razono El entonces Capitán don Ceferino González fue el designado para pasar a las Segovias, llevando el cónvenio al señor Es· trada.
En Leon había una pequeña gu,arnícion de yankees, pero nada se intento contra ellos; a los dos o tres días se aumento con la tropa que vino de Granada; entre és– tos vinieron el doctor José Dawson y el Capitán de buque Filiberto Morfon. El primero esposo de doña Agata Meza, y el segundo, esposo de doña Dominga Batres, las dos señoras de familias de este vecindario.
Ayuda Centroamericana
En el acto de haberse presentado el Presidente y su Gabinete, los jefes y oficiales dejamos Leon, y por cami· nos extraviados I)OS venimos a Chinandega, llegando tomo a IQs 10 Ú 11 de la noche, que en el momento se pOso en mqvhnieofó. C9Ii1G ayudante ~ cc;rmpo, recibí
ordenes ya esa hora misma me puse en camino para ~I
Realejo, en donde, cumpliendo con instrucciones, hice que el alcalde me preparara un bote para pasar a Punta de Icaco. Todo se ejecuto con Id, brevedad que exigían las circunstancias. Llegado a aquella isla, comnuiqué oro denes a los jefes Luzárroga y Blanco, quienes hicieron salir al húngaro, jefe del Cardon, con lanchas suficientes para embarcar 300 hombres y la artillería. Yo regresé solo; llegando a esta ciudad tarde de la noche. Se hi– cieron salir carretas y bestias para El Realejo. Como a las 10 de la mañana entro a esta plaza dicha tropa. Con la guarnicion de esta plaza, los adictos y ,reclutados, se organizo una division no menos de 900 hombres. Uno dé los patriotas presentados,. don Hermenegildo Palavi– cini, fue nombrado Capitán qe patriotas, ocupando por cuartel la casa que antes era de doña Trinidad Chapina, hoy del doctor don Juan Salinas" El Capitán Palavidni, con su compañía de patriotas" se revelo, causando alar– ma en el pueblo y resto del ejército. En ese acto estába– mos proximos al cuartel insurrecto, yo, el oficial Casimiro Núñez y el activo Capitán Lisandro Chamorro, quienes con espada en mano corrimos sobre Palavicini, ql!ien con los suyos estaba en la calle haciendo los primeros dispa– ros; las demás compañías en la plaza estaban ~n dispo– sidon de romper el fuego, pero ya habíamos logrado desarmar a dicho revelado e impedido todo procedimien~
too , El corazon piadoso del Pre,sidente Riyas perdono á
Pcilavicini, reduciéndolo a prision. Marchamos O Leo!), y creíamos tener ese día el pertrecho de armas con los yan– kees, pero élitOS habían regresado todos a Granada". Pas9dos algunos días, entro a lean la tropa chapina, al mondo del General Solares y Paredes. Traía el) su' dívi· sion un cuerpo de banda de 70 es SO' músico.s. Su cuar7 tel general era'la casa de don Jerollimo Carcache.. Paso· das algunas semanas, ingresaron a Leon las tropas sal· vadoreñas al mando del General Belloso. " Las de Honduras también ingresaron al mando del General Xatruch. Leon estaba .alegre con la aglomera– cion d~ un numeroso ejército, inclusive el de esta patria aniquilada, Por todos los bar,rios se oían las dianas y toques de ordenanzas por los dJferentes cuerpos de ban– das marciales.
El ejército se moviliza
Llego el día, cuya fecha no la recuerdo. en que se movio aquel numeroso ejército a dar coto al aventurero, en sus ensuer10s de verse Jefe de Centroamérica, parq cuyo objeto sus socios le enviaban cada ocho o quince días, partidas de hombres, sin más credo político que el de las promesas.. .
Una columna al mando del General Olivas y del Coronel Félix Madrejil, era la que custodiaba el tren de gl,lerra, que se componía de SO carretas; yo era el primer oficial de la primera compañía, cuyo Capitán era Pánfilo Gomez, del pueblo de Subtiava, segundo oficiql c:anuto (al Palohueco, tercer oficial Romucildo Caldera y cuarto oficial Ceferino Quintana. A mi se me encargo de la vanguardia y debía caminar con mi escuadra desplegada, a cierta distancia de dicho tren, con la grave responsabi' lidad por el delicuido de la vigilancia.
Llegamos con nuestro tren de guerra a Nagarote,' después de dos días que el grueso ejército ocupo ,ese pueblo; una brigada estaba en la cuesta de Mateare. . . - .
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