Page 120 - RC_1966_07_N70

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~sfQf:¡d"él1: el cdmp'o.Nuéstra fUer~adeopera(¡ionesséi~

lio a I:>afirlos. De la aCclon q,ue 'se libro ese día, reidan– se los' moderrlbsmilitares de, hpy, pues aquel' ,combate solo se p'uede comparar con muy pocos de 'los que se refieren hubo e:ntre los bárbaros. El que desgraciada– mente'taío el'l 'sus mbnos, era una vldima que causaba horror., la mUerte qlle se le daba no 'se puede describir. La tropo legitimista' no parecía formada de' hombres racionales que defendían uno causo; eran feroc€s, se– dientes de sangre y hambrientos de carne humana. NuestrO' ejército quedo' hecho peddzos, lo mismo que la division hondureña. los heridos se multipliéaron. Nuestro semblante era lívido. La es¡:>er,anza de sostener en aquel campamento era muerta. '

El día 8 dé Febrero de 1855 se hicieron los prepara– tivos para verificar nuestra retirada. Los heridos impo– sibilitados lloraban, se lamentaban, porque quedaban a merced del enemigo. 10h, y qué enemigo!

, Al alta madrugada estábamos en marcha. Todo Granado, sin e-xcepcion ero implacable en su odio hacia los democrótiCos, y no quedaron en lo plaza sino los muy necesarios; todos nos siguieron' haciéndonos fuego en todo el camino. la tropa de Mqrtlnez nos esperaba en la entrada de Managua. Sobre ella cargaron nuestras debilitadas tropas. Suspendo mi relato por no poder ni someramente bosquejar nuestro tránsito por esa ciudad de calles tan tortuosas y repelidos por todos los flancos, sin dejarnos de perseguir hasta Buenavista.

Querido lector: me es absolutamente difícil dar si– quieró una idea de los estremecimientos mortales de que fuimos víctimas al pasar por las torcidas calles de Ma– sayo, tomábamos una creyendo sería m6s favorables, y nO's veíamos en mayores dificultades. Grande es lo Divino Providencia, que fuimos favorecidos los que ador– mitados, sin descanso, hambrientos y sedientos, vernos un poco salvos en Managua, continuando en pelotones hasta llegar a Leon.

Chamorro y todo Granada bien se dieron a conocer: exhibiéndose como antropofagos, sedientos de sangre y hambrientos de víctimas Querían guerra y no paz, que– rían el total exterminio de esta pobre patria. Ellos, que todo lo querían para sí y no para civilizar las masas, no para ilustrar la inteligencia, ni mucho menos darle valor y nombre a esta querida patria; y diéronse a conocer, co– bardes, halagando al pueblo en la ignorancia y atraso. leon estaba sin fuerzas, su plaza desierta, su rique– za' agotada, y sus hombres, muertos y heridos, y todo el resto sin esperanza.

Lazo Fatal Democráticos y Yankees

No quedo del destrozado ejército democrático ni un solo hombre, que aunque agotadas sus fuerzas, no lle– gara a Leon. Se dio la providencia de poner Jo plaza en estado de defensa. los ánimos aunque levantados y atronadores, se leía al golpe de vista el temor y la des-confianza. , Los pocos intereses que existían se ocultaban con esmerado primor, pl=ua salvarlos de una represalia. El reclutamiento de hombres se hacía sin descanso, pero ¿a quiénes llevaban las comisiones? o hombres <;9rt1pletamente impedidos. Omito un cúmulo de porme-

nares de di~hos.y héchos'el110 que és el pueblo; porqu~;

setía' no'termindr¡ ,Yho, es ese mi, deseo, sino el de, dar

a cqnocer ¡los servicios en que se ha agitado nii existeli~io

y los lances de muerte de que he sido salvo por la ,Divina Provider.tcib;

A las ordenes del General Mateo Pineda salio de

leen una division de 400 hombres a ocupar Pueblo Nue– vo y estar más a'la vista de los mdvimi~ntos de los legi, timistas. Una columna de estos envalentonados, al m<;indo del General Martínez y otros más, presente su accíon de ataque, al que la divisíon democrática no re– sistio; En tres o cuatro horas solo se veían grupitos de los democratas, dispersos por las calles más proximas, a ponerse en salvo de la caballería que nos iba arrollando. La caballería nos siguio, pero felizmente nos salvamos en

aquellos matorrales y palmeras, en donde ella no pudo hacer su carnicería.

Estropeados, desgarrados los vestidos; y el cuerpo, haciendo un largo rodeo, logramos en la noche llegar a unas viviendas del Convento.

Al siguiente 'día entramos a Leon; se nos mando dar nuestra rocion de rancho, la que se componía de totopo~­

tes de aquellos felices tiempos, mal beneficiados porque se hacían por la fuerza, y tiras de cuero saladas, moho– sas de estar almacenadas.

No habían vestidos de municion, por haberse ago– tado las telas en los almacenes y muchos de éstos cerrados, por no haber qué vender, ni se hacían intro– ducciones, porque en lugar de comercio solo era guerra sin cuartel.

Se formo el cuerpo de cívicos, trayéndolos escoltados para que tomaran parte en el servicio activo de plazo; esta disposicien fue sin miramiento de clase ni de rango.

El General Muñoz

Circulo la noticia de que el General Trinidad Muñoz venía a tomar el mando del ejército; esta noticia no tardo en ser realidad.

En esta plaza de Chinandega era Comandante el Co– ronel Andrés Madregil, y en su fugar vino el General Ma– teo Pineda.

Al que esto escribe se le mando a servir a esta plaza; fuí encargado de la 2~ compañía, ocupando el Cabildo. El General Pineda me nombro enseguida ayudante del Coronel Chipagua, que en el paquebote del americano Fillberto Morton, iba en comision a Acapulco o hasta San Francisco. Mas no fue necesario, pbrencontrar en este puerto a los filibusteros, qúienes sin perder tiempo, se hicieron el la vela en su bergantín. El jete filibustero me dispenso cariño y me tenía a su fado constantemente. Siempre tenía en su mano el gemelo y siempre sobre cu– bierta permanecía haciéndome diversas preguntas, de lo que yo rió comprendía. Se tomo rumbo a Amapala, donde salimos a tierra, y permanecimos allí hasta el re– greso de un correo que vino a Chinandega: tan luego éste regreso, nos fuimos a bordo y toníamos rumbo hasta fondear fuera del Cardon. En el acto echaron un bote al agua, viniendo el capitán del bergantín, mi jefe y y'o; llegamos a El Realejo, se tómaron bestias alquiladas, y nos pusimos en camino para Chinandega a. dar el parte. Los yankees entraron a ~sta dudad dos días después que nosotros.

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