Page 119 - RC_1966_07_N70

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'h pai'~d;o tapfCl divisoriCl' pClracolo~qrme' en ICI pieza contiguo¡ haciq l'll norte, pasé a dicha piezCl;.ldS puertas todCls y ventanps estaban abiertas, e igualmente que el zaguán, a é~te aunque con dificultad le forméqun para– peto de piedra~ y tejas; Mateyota me propusotofi'l6ramo,s la pared -del' frénte que estabó daraboyada para incen– diaria; Igs ~ldrQboyas tenían sus individuos: lo puse en

conocim¡~ntó de Maiteresa para que él estuviera listo a salir d~:::'$lesqi;Jina sobre la trinchera pasando multitud de cddMere~ que cubrían la bocacalle. Asl convenidos,

procedl·~~:h;i'jecl/tar el movimiento.

Cl1Pi~l1ós 'aun lado de la puerta de Id saló, puse a dos jnd¡~)€:luosde los gastadores y a su retaguardia dos cabos chinondeganos; siguiendo en ese orden los solda– dos; yo:y Mqtayota a la cabezq¡ cada uno de los gasta– dores i~arí" list<;>s con sus tisones empleados para ,~I' in· cendio, "Preyí a todos que al llegar a la pared prQcu– roran éqfocatse Eintre claraboya y claraboya, a lavóz de uno, todos 'dimo~ un paso diagonal oblicuo a la d~re,cha

y caímo$ a la calle quedando en ella tres muert'o~ y los heridos ehtraron los que pudieron hacerlo; el alero ca– menzo a ardef con solo un mechon, por haber mÜerto el otro individuo y se aumentaron los muertos de la' es'quina y nuestrei' movimiento no tuvo éxito. Maiteresa se re– greso a su puesto y yo con los que estaban tuvimos que hacer lo mismo, siendo esta retirada más peligrosa: que la salida. Todo este movimiento sería entre dos y tres de la farde. El General Solazar dejo en libertad Jos for-, tificaciones de su encargo viniéndose en retirada. Lo mismo hizo Méndez en las fortificaciones de Son hancisco, viniéndose entre el arroyo, igual cosa ef Gene– ral Jerez.

Serían las cuatro de la tarde, cuando se verificaron esas retiradas: El enemigo, dando pruebas de valor, les siguio yo entre el cauce ya sobre los bordes. ,Yo, en mi nueva habitacion, me había recostado sobre vn monton de saCQte de conejo¡ el sueño me rindio tan profunda–

mel1t~, que aunque miS compañeros se esforzaron en despértarme, no lo consiguieron y se vieron en la neceo sidad de abandonarme.

..,l9S contrarios desplegaron su ardor en todos aque– llos solares abiertos, por cuya causa el Capitán Maiteresa

~uvo que abandonar su esquina antes de ser cortada su 'etirada y caer <;on todos los suyos en poder de enemigos

~ue no perdonaban.

A la detonacion de un fuego tan vivo o lo que es nás creíble, la Virgen María a quien mis cristianos padres ne enseñaron desde niño a amarla y llamarla en mi ;ocorro, creo fue la que me desperto de sueño tan pro~

'undo: me levanté y me encontré solo en aquellas habi– aciones; quise tomar el, boquete, única salida, y veo ltravesar de espalda po~ él, a un jefe cuya cola de su >\aoca divisa le caía sobre la espalda.

Busco en aquellas habitaciones un escondite, y no layo ' ¡Oh Virgen Madre, cúbreme con tu santísimo man–

01, El zacate estaba amontonado en la esquino que armaba la pared de la casa y de la mediagua; levanté Inos manoj9s Y 'me encontré en el hueco de la esquina ¡ue formaban las dos paredes en el corredor, echándome ncim<J los manojos que ,levanté. La fiebre más maligna ubiera desaparecido con el copioso sudor. El día desa· ,credo y la noche entr!Jba, y con su tiniebla llenaba 1ás de terror al que estQba oculto, temiendo ser de,nun-

ciado peir ,su p.ropiO' cO'ra:zon, c:;uyas fuerte$ I),~'pjtacione~

hqéÍa sonar el Jeferidozacate. ·Habl<:l c~~qQq'~j;fl,leg~ y n:'is contrarios ~ntraron a dichas habitad.Qn~'s,'r~ogiendo

barras y útile~ que nosotros ocupa\,n'Os¡ igüaltnente mi espada, que 16 reconocieron ser la, del chale Molino¡ y

también mi tercerola, que tiré sobre el zacate pcm:i ocul– tarme. An'dabon locos de contentos y sedientq$ de san– gre sobre el sarate y todo aquel edifido hablandopestl;'s y denuestos contra los democráticos. Pocos minut9s des· pués observé que reinaba profundo silencio. Con mucha precaudon y no menos temor fví sacando la cabeza, y convenddo de no haber ni un solo contrario, con la ma– yor prudencia y arrimado a la tapiá, busqvé el boqUete y atravesé aquellos solares, oyendo lastimosos oyes de los heridos, que por la oscurano no me dtrevl a recono– cerlos, y tropezando, ya con muertos o ya con armas, llegué al frente de nuestrq trinchera, resguardada por el Capitán Francisco, Duarte, cubierto yo tras el vástago de un árbol, habl~ al centinela; todos por el eco de la voz me reconocieron, saltaron a la calle y casi en brazos me llevaron. ¡Oh, qVe gozo el qve sentí al verme entre ,amigos, recibiendo de unos abrazos, y de otros apreto– nes de manos y de todos, hasta de mujeres, felicitaciones que me causaban ternura en

el alma!

Por todo el campamento círculo la noticia de estar sano y salvo; mil felicitaciones recibí; la mejor prueba de la general simpatía que gocé en aquel ejército, y son las que hoy suavisan mi dura situacion. También el Gene· rál Jerez me mando a hablar y me dio la mejor felidta– cion ante el Gral. Alvarez, y fue una fuerte reprimiendo por la borrachera. Esta reprension fue suficiente; le hice al General solemne protesto, y tenga la satisfaccibn de decir que me honré hasta el presente, pues veo aun con el mayor desprecio bebida tan degradante.

1855

Retirada de Granada

Pasaron días de insignificante inquietud; con inter– valos solían de lo plazo descubiertas, ya por los barrios de Ja Otra Banda o ya 01 lado del cuadro y Pozo de Oro, no entrando en formal acciono

No recuerc;:lo la fecha en que el General José Guerre· ro salio del campamento con tropa a los pueblos de Ni· quinohomo y Catorina, en donde fue derrotado, vinién– dose de paso a Masaya y de ahí hasta Leon.

Con tal triunfo, el gobierno de Chamrro mando al General Martínez a tomar Masaya, cuyo lefe, que con poca tropa la cuidaba, era el Coronel Montes. En obse– quio a la verdad, debo decir que no pocos esfuerzos le costo a Martínez ocuparla, hadendo horrores y sacrificios en los bravos que la defendían. Así nuestra situadon. El implacable gobierno legjtimista y sus sanguinarios ¡efes y adeptos no perdían tiempo y más envalentonados con los consecutivos auxilios que les enviaban de los De– partamentos de Segovia y Chontales los adeptos conser· vadores de aquellos pueblos , Si mal no recuerdo, el 6 o 7 de Febrero la línea central de la Merced muy de mañana, comerizo a hacer sus descargas sobre nuestra Iíne~. La artillería se disparo incesante sobre el campamento.

Los democráticos correspondían a tal desafío. éo–

mo a las nueve dee.so mañana, el ejército 'Iegitimi~ta

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